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“Tenemos que conocer las historias familiares porque son nuestras raíces; nos ayudan a sentirnos parte de algo”

Entrevista a Dolores López, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras y colaboradora de la Cátedra IDEA de Nuevas Longevidades del Instituto Cultura y Sociedad


FotoManuel Castells/

Uno de los mayores retos del envejecimiento demográfico se encuentra en intentar recuperar el valor de las relaciones intergeneracionales, tan necesarias para una vejez plena y significativa. Son muchas las personas mayores que viven solas, no obstante, los expertos indican que el impacto de la soledad es cada vez más palpable en las generaciones jóvenes.

En este contexto se enmarca la VII Conferencia de la Cátedra IDEA de Nuevas Longevidades ¿Una sociedad intergeneracional? El papel de las relaciones en la sociedad del individualismo, a cargo de Dolores López, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras y colaboradora de la Cátedra IDEA de Nuevas Longevidades del Instituto Cultura y Sociedad. La ponencia se impartirá este martes 23 de septiembre, a las 12h., en el Aula ICS.

P. ¿Qué son las nuevas longevidades?

R. Cuando hablamos de nuevas longevidades nos referimos a cómo ha cambiado la vida de las sociedades y de las personas con la profunda revolución que ha sido la subida de la esperanza de vida: en 1900, era de 34 años. Ahora existe una generalización de la longevidad: llegar a mayores ya no es un privilegio de unos pocos, sino que muchos alcanzan los 80 años. Eso ha transformado cómo se vive la longevidad en las sociedades.

P. ¿Dónde se pone la frontera de lo que se considera una persona mayor?

R. Tradicionalmente en los 65 años, porque ha sido la edad de jubilación. No obstante, en la actualidad, el periodo de tiempo de vivencia después de esta etapa es mayor, y eso hace que cada vez exista una mayor heterogeneidad entre las personas mayores en cuanto a formas de ser, salud, núcleo familiar y nivel económico. 

P. ¿Dirías que la relación entre personas de distintas generaciones se está perdiendo? ¿Qué se puede hacer para fortalecer esos vínculos?

R. Nunca antes en la historia hemos vivido en una sociedad tan intergeneracional como la actual. En los últimos 100 años se han dado muchos cambios. La etapa que nos ha tocado vivir es una sociedad que tiene grandes luces, pero también se ha ido produciendo una intensificación del individualismo y un progresivo debilitamiento de los vínculos en cualquier esfera, sobre todo en el ámbito familiar. 

P. ¿Y por qué se ha producido ese debilitamiento?

R. Por un lado, nuestro mundo es profundamente consumista, materialista y utilitarista; “lo que importa es lo que consigo y no lo que soy”. Es una sociedad en la que las lógicas del yo priman sobre las lógicas del don. Vamos cada vez más rápido. Los avances tecnológicos, siendo muy buenos y pudiendo servir para reforzar los vínculos, han hecho que se produzca un debilitamiento de estos. Existe, por tanto, la soledad. Además, otro de los grandes problemas es que vivimos en un mundo que es un escaparate: todo son apariencias. 

P. ¿La soledad nos afecta a todos?

R. Sí, pero los mayores son los que más la experimentan, porque han vivido relaciones fuertes en el pasado. Tenemos muchas personas mayores que viven solas, y ellos son los más conscientes de lo que echan de menos. No obstante, el impacto de la soledad en las generaciones jóvenes está haciendo un daño más silencioso, porque ponen su confianza en cubrir los anhelos de su corazón con realidades superficiales.

P. ¿Qué papel juega la Universidad en recuperar estos vínculos?

R. Es muy importante que en la Universidad investiguemos sobre este tema, pero mucho más importante que lo sepamos transmitir en el aula. Queremos que nuestros estudiantes salgan de aquí con un sentido de vida y un propósito, y esto se consigue con los vínculos. Es necesario mostrar a los jóvenes lo importante que es el resto de la sociedad para su felicidad. Muchas veces tenemos la suerte de vivir con abuelos o bisabuelos y, sin embargo, no conversamos con ellos, no perdemos el tiempo hablando. Para hacer que los jóvenes perciban esto, es bueno organizar encuentros intergeneracionales y que haya un espacio de reflexión que muestre la belleza y la riqueza de cultivar estas relaciones. Para un estudiante, esto vale mucho más que seis créditos en la carrera. 

P. ¿Crees que lo que ocurre es que ya no sabemos escuchar?

R. Muchas veces somos el conejo blanco de Alicia en el País de las Maravillas: “Llego tarde, llego tarde, llego tarde…”. Vivimos en una sociedad con tanto ruido, que tenemos que aprender a ver, escuchar y compartir. No tenemos tiempo para lo importante. Perdemos las oportunidades de compartir ese tiempo de vida que el incremento de la longevidad nos ha posibilitado. Es necesario conocer las historias familiares porque son nuestras raíces; nos ayudan a sentirnos parte de algo, y ese algo son los vínculos que se están perdiendo.

P. Si pudieras transmitir un mensaje a las nuevas generaciones sobre el valor de las relaciones en una sociedad longeva, ¿cuál sería?

R. Habla con los mayores, que te van a descubrir un mundo que no conocías.

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