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La Portada de Santa María de Sangüesa

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El tímpano

Está dedicado al Juicio Final (Mt. 24, 29-31, y 25, 31-46), que aparece plenamente desarrollado, lo que convierte la portada sangüesina en la primera portada hispánica en ofrecer un Juicio de estas características, es decir, llevado hasta sus últimas consecuencias –sentencia y recompensa o castigo–.

En el centro vemos al juez, Cristo resucitado, mostrando las llagas, entronizado, coronado y nimbado, bendiciendo con la diestra y portando un libro en la izquierda –desaparecido–. Se encuentra flanqueado por cuatro ángeles trompeteros que convocan a los hombres. A los lados, cerrando el conjunto, los bienaventurados y los condenados, que se distinguen por su situación, postura, indumentaria y expresiones. Los primeros están a la derecha de Cristo –de acuerdo con lo indicado en el texto evangélico– hacia el que avanzan, se mantienen erguidos, están vestidos y sus rostros reflejan una serena felicidad e incluso sonríen. Por su parte, los condenados, a la izquierda del juez, se desploman hacia atrás, hacia el infierno emplazado debajo, y están desnudos. Excepcionalmente, encontramos a la izquierda de Jesús tres figuras que, pese a su localización, deben identificarse como bienaventurados por sus similitudes con ellos.

También a la izquierda, bajo los réprobos, se localizan el peso de las almas por san Miguel –Psicostasis– y el infierno. Este último esta encarnado por la cabeza del monstruo Leviatán mentado en distintos libros del Antiguo Testamento –en posición invertida, lo que dificulta su percepción– sobre la que campean los condenados, entre los que destaca una pareja de lujuriosos, fácilmente reconocibles como tales por la presencia de serpientes que les muerden en puntos críticos de su anatomía.

Finalmente, el dintel está ocupado por trece personajes, enmarcados por arquerías. En el centro, la Virgen entronizada y coronada, con el Niño en brazos, como intercesora en el Juicio Final y titular del templo. A los lados, una combinación de apóstoles y evangelistas, identificados por las inscripciones grabadas en los arcos y atributos. El conjunto debe interpretarse como una figuración de la Jerusalén celestial, del cielo.

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El tímpano

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