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Platería y joyería en la iglesia de San Saturnino y su capilla de la Virgen del Camino

IGNACIO MIGUÉLIZ VALCARLOS

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En los años 90 del siglo XX, en las habitaciones de la Obrería de la parroquia de San Saturnino, el cabildo de la misma decidió habilitar una pequeña sala museo donde exponer de manera digna y adecuada parte del ajuar perteneciente tanto a la iglesia como a la imagen de la Virgen del Camino. De esta forma, en armarios y vitrinas se dispone parte de los objetos reunidos por la iglesia a lo largo su historia, piezas de platería y joyería que engloban un extenso abanico temporal, desde el siglo XV al XX. Se trata de un interesante conjunto de piezas de artes decorativas pertenecientes a la parroquia y a una de las advocaciones más importantes que se veneran en ella, Nuestra Señora del Camino. Debido que san Saturnino y la Virgen del Camino son los patronos de Pamplona, su devoción en la ciudad fue muy amplia, gracias a lo cual reunieron un importante ajuar, producto tanto del alhajamiento de la parroquia y sus capilla por encargo de la obrería de la iglesia, como de la donación de objetos por parte de los fieles de las imágenes albergadas en ella. Dentro de este conjunto destacan sobremanera las piezas de platería y joyería, piezas que no son sino el reflejo de lo existente, pues a lo largo de los siglos llegaron a la parroquial numerosas obras, parte de las cuales se fueron perdiendo debido a su transformación para adecuarlas a las nuevas modas, por el deterioro motivado por su uso, por la venta por parte de la parroquial o por la enajenación, robo o pérdida como consecuencia de las guerras vividas a partir de finales del siglo XVIII.

Sin duda alguna, uno de los capítulos más ricos en cuanto a los objetos de artes decorativas que se conservan en este espacio es el de la platería, a pesar de lo cual solo ha llegado hasta nuestros días una mínima parte de lo que existió. Ya desde la Edad Media se adoptó la costumbre de realizar en metales nobles, principalmente plata, los vasos sagrados y otros objetos utilizados en la liturgia divina. A partir del Renacimiento esta costumbre se extendió a todas las iglesias y a todos aquellos objetos relacionados con el culto, viviéndose una auténtica eclosión a partir del Barroco, cuando cualquier objeto utilizado en la iglesia era susceptible de ser realizado en plata. Gracias a ello, las iglesias españolas acumularon unos ricos ajuares argénteos, que sin embargo se perdieron en gran parte debido a las guerras que asolaron España durante el siglo XIX y a las desamortizaciones eclesiásticas de esta misma centuria.

En la iglesia de San Saturnino se conserva un amplio conjunto de piezas de plata, que abarcan desde el siglo XIV hasta nuestros días, labradas tanto en talleres navarros como foráneos. Sin embargo, las piezas señeras y de mayor originalidad y riqueza fueron labradas a lo largo de los siglos de la Edad Media y del Barroco. Una de las obras más antiguas es el brazo relicario de san Saturnino, titular de la iglesia y compatrono de la ciudad.


Relicario de San Saturnino. Anónimo. Pamplona Base, 1389 y Brazo. S. XVIII.

Esta pieza, labrada en plata en su color y sobredorada y aplicaciones de esmalte translucido, aúna una base gótica de 1389 con un brazo del siglo XVIII. La base octogonal, apoyada sobre cuatro esfinges, se articula con zócalo recto con frente de tracería calada cuadrilobulada y cuerpo alabeado que sustenta una estructura arquitectónica octogonal, con frentes articulados mediante ventanales de arcos conopiales y rebajados, rematados por crestería vegetal, entre contrafuertes, y tejado poligonal en el que se sitúan buhardillas. Sobre este cuerpo asienta el brazo relicario, de amplios y sinuosos pliegues, con una teca rectangular en la muñeca y mano en actitud de bendecir. Tanto la base como el cuerpo arquitectónico presentan una rica decoración iconográfica de esmalte translucido, en su mayoría perdido, que en la base dispone el Tetramorfos, símbolo de los cuatro evangelistas, alternos con cuatro escudos con la heráldica del burgo de San Cernin, en el que se ubica la iglesia, del obispo de Pamplona Juan de Zalba, junto a dos de Carlos III, con las armas de Navarra y Evreux, enmarcadas por el lebrel y el águila, divisas del rey, lo que nos indica que probablemente fue una donación real a San Saturnino. En el cuerpo arquitectónico, en las ventanas situadas en los frentes, se disponen escenas de la predicación y martirio del Santo, y en las de los laterales parejas de apóstoles. Completa esta iconografía una inscripción en la base alusiva a la reliquia contenida en esta pieza ESTE RELIQUIARIO EN QUE ES EL POLGAR GLORIOSO MARTIR SEYNNOR SANT SATURNINO DE POMPELONA QUI CONVERTIO LA CIEUBDAT DE POMPOLONA A LA FE DE IHESU XRISTU FUE FECHO EN EL ANNO M CCC LXXXIX.


Píxide. Anónimo. Pamplona. Caja S. XIV, Astil S. XV y Base y cruz S. XVIII.

También medieval, y con añadidos barrocos, es una píxide de gran desarrollo, con caja del siglo XIV, astil del siglo XV y base y cruz del siglo XVIII. Se articula mediante una base circular con zócalo recto y cuerpos decrecientes de perfil convexo, sobre la que asienta un gollete y astil hexagonal, con nudo de manzana gallonada con cuatro besantes circulares. El astil sirve de asiento a una caja prismática, rematada por almenas, con tapa cónica, ambas dodecagonales, rematada por una manzana con cruz relicario de brazos rectos rematados en perinolas, enmarcada por sendos ángeles. La base presenta decoración de elementos vegetales, que se completan con una rica iconografía que dispone en el nudo figuras de animales fantásticos, en los frentes de la caja imágenes de los apóstoles en relieve enmarcados en hornacinas de arco apuntado, en el que se inscribe el nombre de la figura que cobija, entre contrafuertes, y en la tapa figuras de santos incisas bajo arcos trilobulados.


Cruz procesional. Anónimo. Pamplona. Primer tercio del S. XVI, reformada por Pedro Aguinagalde, S. XVIII.

Al siglo XVI, anterior a 1527 y estilo gótico pero con decoración de gusto rococó producto de una reforma posterior, corresponde la monumental cruz procesional de la parroquial, pieza emblemática dentro del ajuar litúrgico de las iglesias que encabezaba las procesiones y traducía el esplendor del templo. Se trata de una obra labrada en plata dorada, con cañón cilíndrico, nudo de templete arquitectónico poligonal de dos cuerpos, y cruz latina de brazo rectos con terminaciones flordelisadas y cuadrón cuadrado. Presenta una abigarrada decoración articulada en la macolla por medio de tracerías caladas, contrafuertes, arbotantes y gabletes, y en el árbol de la cruz por elementos vegetales, cresterías de rocallas y rayos biselados producto de la reforma dieciochesca. Se completa con una rica iconografía dispuesta en el nudo arquitectónico, en las terminaciones de los brazos y en el cuadrón. Así, en los frentes de la macolla se ubican, en parejas, las figuras de san Pablo y san Juan, santo Tomás y Santiago, un santo obispo y santa Catalina, san Andrés y san Bartolomé, situándose en la parte superior un niños desnudos y un santo diácono. Preside el cuadrón del anverso el Crucificado, enmarcado por las figuras de la Virgen y san Juan, situados en sendos candiles laterales de hojarasca, y los evangelistas sedentes en las terminaciones; mientras, en el cuadrón del reverso se sitúa san Saturnino enmarcado en las terminaciones por los Padres de la Iglesia latina: san Agustín, san Jerónimo, san Gregorio Magno y san Ambrosio. Tiene estampada la marca de Pamplona –PPLON– utilizada en la ciudad desde 1423 y hasta 1560 aproximadamente, aunque carece de punzón de autoría, por lo que desconocemos al autor de esta obra. En 1780 fue reformada, pero manteniendo su estilo, por el platero pamplonés Pedro de Aguinagalde. Se trata de una de las cruces señeras y más importantes de la platería pamplonesa del quinientos. En la parroquia se conserva otra cruz, perteneciente al siglo XVII, de tipología más sencilla, con cañón cilíndrico, nudo de manzana y cruz latina de brazos rectos con ensanches y terminaciones ovaladas, sin duda utilizada para ceremonias menores.


Nuestra Señora del Camino. S. XII. Detalle del recubrimiento de plata del respaldo del trono. 1720-1721.

Curiosamente, son pocas las piezas conservadas correspondientes al siglo XVI y a modelos renacentistas, a pesar de que gracias a la documentación conocemos la realización de numerosos encargos y de que se trata del momento de mayor originalidad de la platería pamplonesa. De esta época cabe destacar unas crismeras en forma de arqueta, tipología tradicional en el taller de Pamplona, con hermas en los ángulos y decoración de moresco similar a la empleada en sus obras por el platero Luis de Suescun. Durante el barroco, momento de auge y esplendor de la platería navarra, tanto la iglesia de San Saturnino como la capilla de Nuestra Señora del Camino se alhajaron ricamente. De este momento, de 1720-1721, es el recubrimiento de plata que se le hizo a la imagen de la Virgen, una talla románica de la segunda mitad del siglo XII que fue reformada para reconvertirla en una imagen vestidera, cubriendo la imagen y el trono de plata, este último con una abigarrada decoración incisa de motivos vegetales que en el respaldo enmarca el Crucificado. Posteriormente, en 1848, se realizó una nueva reforma, en la que además de intervenir en la cara, brazos y manos de la Virgen, se sustituyó el Niño medieval original por otro de plata, guardándose los restos del primero en el interior de la nueva imagen.


Peana de la Virgen del Camino. Daniel Gutiérrez y Hernando Yavar. Pamplona. 1701.


Peana de la Virgen del Camino. Detalle. La Esperanza. Daniel Gutiérrez y Hernando Yavar. Pamplona. 1701.


Peana de la Virgen del Camino. Detalle. La Fe. Daniel Gutiérrez y Hernando Yavar. Pamplona. 1701.


Piezas de gran interés son el trono y peana sobre las que asienta Nuestra Señora del Camino, realizados el primero en 1720-1721, cuando, como hemos visto, se forró la imagen de madera de la Virgen de plata, y la segunda en 1701. Ambas obras presentan estampada varias veces la marca de Pamplona utilizada en estos momentos, la doble P coronada y orlada de cadenas, aunque carecen del punzón de autoría. Gracias a la documentación conservada, sabemos que la peana fue realizada por los plateros Hernando Yavar y Daniel Gutiérrez por encargo de la obrería de San Saturnino. La peana, de planta trapezoidal, pensada para adosar a la pared y perfil troncopiramidal truncado, se articula por medio de tres cuerpos cóncavos decrecientes separados entre sí por sendas molduras voladas, la primera gallonada y la segunda imitando fasces. El cuerpo inferior está formado por grandes hojas de acanto, el central por guirnaldas vegetales de las que cuelgan frutos, con grandes cabezas de querubín doradas en las esquinas, y el superior por las figuras en relieve de las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad, enmarcadas por estípites formados por torsos de ángeles rematados en elementos vegetales superpuestos a grandes hojas de acanto voladas. Estas tres imágenes completan a las virtudes cardinales que se representan en el retablo mayor de la capilla, que cobija a la imagen, haciendo alusión a las virtudes que adornan a Nuestra Señora.


Media luna. Anónimo. México. 1675.


Trono de la Virgen del Camino. Anónimo. Pamplona. 1721.

De este tercer cuerpo cuelga una media luna de grandes dimensiones, de plata, lisa y con un querubín en la parte central, referencia a la imagen Tota Pulchra apocalíptica y a la figura de la Inmaculada, enviada desde México por Juan de Cenoz, tesorero de Yucatán en 1675, tal y como indica la inscripción que presenta ESTA MEDIA LUNA DE PLATA OFRECIO A NUESTRA SEÑORA DEL CAMINO JUAN DE CENOZ TESORERO DE LA PROVINCIA DE JUCATAN POR SU MAGD AÑO 1675. Sobre la peana se sitúa el trono en el que asienta la Virgen, oculta habitualmente bajo los vestidos que porta la imagen. Está formado por una base poligonal con zócalo recto y cuerpo troncopiramidal truncado de paredes alabeadas, con decoración de elementos vegetales que enmarcan espejos ovales con emblemas marianos, seguido por un gran cuerpo esférico achatado que simula una nube con querubines.

Abundante es el conjunto de piezas de astil conservadas, cálices, copones y custodias, aunque en el caso de los primeros se trata de piezas de gran sencillez, donde prima lo funcional a lo decorativo, tal y como ocurría en la platería navarra del barroco. A pesar de que se trata de un momento de auge y esplendor, en las piezas de astil se mantuvieron en su mayoría formas sencillas heredadas del pasado, viéndose mayor riqueza en aquellas tipologías más decorativas y de las que no se habían realizado ejemplares en centurias precedentes. Uno de los cálices conservados fue donado a la iglesia, posiblemente con motivo de la inauguración de la capilla de la Virgen del Camino, por la Cofradía de plateros de San Eloy, que tenía su sede en dicho templo, tal y como indica la inscripción que presenta DADIVA DE LA HERMANDAD DE PLATEROS DE PAMPNA A N.RA S.A DEL CAMINO. AGOSTO 24 de 1776. Se trata de una pieza en plata sobredorada, con base circular de cuerpos decrecientes de perfil troncocónico, astil con nudo ajarronado estrangulado entre cuerpos cóncavos separados por anillos volados, y copa acampanada que diferencia subcopa de perfil mixtilíneo. Presenta una abigarrada decoración de rocallas, elementos vegetales y parejas de querubines que recubre la pieza por completo, salvo la copa, que en la base inscribe temas cristológicos, el cordero sobre el libro de los siete sellos, el pelícano con sus crías y el sepulcro vacío.

Cáliz. Anónimo. Pamplona. 1776.


Cáliz. Anónimo. Virreinato de Nueva España. (México). Finales del S. XVII.

Interesante resulta un cáliz de procedencia mexicana, y conocido como de los Amescoas, debido a la inscripción que presenta: AMESCVA. Se trata de una obra realizada en plata sobredorada a finales del siglo XVII, compuesta por una base circular de cuerpos decrecientes, con sendos cuerpos rectos enmarcando uno convexo, este último con decoración alterna de artesones y cabezas de querubín. Gollete cilíndrico y astil con nudo de jarrón y toro superior, seguido de un cuerpo abalaustrado que da paso a la copa, acampanada y con subcopa calada y recortada formada por ocho grandes palmetas voladas con cabeza de querubín. Muestra decoración articulada de costillas rectas, artesones, cabezas de querubín, costillas en ce, asas, gallones y palmetas vegetales, además de elementos vegetales picados de lustre que se distribuyen por los distintos cuerpos sin alterar el ritmo arquitectónico de la pieza. Gracias a la inscripción y a la documentación conservada sabemos que fue donado por un miembro de la familia Amescoa hacia 1698-1699 junto a unas vinajeras y unos blandones, hoy perdidos.


Custodia. Anónimo. Virreinato del Perú (Potosí, Bolivia). 1734.


Custodia. Anónimo. Pamplona. 1570-1580.


Custodia. Anónimo. Pamplona. Primer tercio del S. XVII.


Custodia. Anónimo. Pamplona. Segundo cuarto del S. XVII.

Barrocas son también cuatro ricas custodias que se guardan en este ajuar, sobresaliendo entre ellas una procedente de Potosí, actual Bolivia y antiguamente parte del Virreinato del Perú. Se trata de una obra realizada en plata dorada con sobrepuestos en plata en su color, que sigue los modelos tradicionales de custodia de este virreinato, articulada por medio de una base cuadrada, gollete cilíndrico, astil con nudo de jarrón enmarcado por varios cuerpos cilíndricos y abalaustrados, y ostensorio de viril circular moldurado y abigarrada ráfaga de rayos alternos con querubines. Presenta una exuberante decoración a base de elementos vegetales, columnas salomónicas, costillas, ces, tornapuntas y querubines empenachados que enmascaran la estructura arquitectónica de la pieza. Completan esta ornamentación las figuras de los cuatro evangelistas situados en el gollete. Esta pieza tiene una historia singular, ya que en principio fue enviada en 1734 por Pedro Navarro, residente en dicho virreinato, a Juan Antonio Navarro, primo suyo sacerdote en Santa María de Olite, adonde llegó en 1745. De este templo fue enajenada durante una de las contiendas del siglo XIX, siendo comprada por Melchor de Irisarri, párroco de la iglesia de San Saturnino, como lo indica la inscripción que presenta: PROPIEDAD DE D MELCHOR IRISARRI PARROCO DE S SATURNINO DE PAMPLONA, legándola a esta iglesia en el momento de su muerte en 1865.

No desmerecen en elegancia las otras tres custodias conservadas en la iglesia, que responden a tres variantes del mismo modelo realizadas a lo largo del seiscientos. La primera de las piezas, labrada en plata dorada hacia 1570-1580 y con sol añadido en el setecientos, se articula por medio de una base ovalada de cuerpos decrecientes, nudo ajarronado y ostensorio con rayos rectos, rematados en estrellas, alternos con biselados. Presenta una abigarrada decoración en la base y el nudo articulada por medio de cueros retorcidos, mascarones y guirnaldas vegetales. La segunda, en plata y bronce dorado, labrada en el primer tercio del siglo XVII, muestra base cuadrada con orejetas en los frentes, de zócalo recto y cuerpo superior convexo seguido de otro de forma trapezoidal que da paso al astil. Este presenta nudo de templete arquitectónico enmarcado por tazas y templetes, que dan paso el ostensorio, con doble viril circular moldurado con ráfaga de rayos rectos y biselados alternos, rematado el exterior por una cruz latina de brazos romboidales terminados en perinolas. La ornamentación de la pieza se articula en base a la sucesión de cuerpos de carácter arquitectónico que la componen, sobre los que se disponen asas y costillas en ce, y que se completa en el cuerpo de la base mediante costillas, palmetas y guirnaldas vegetales de gran carnosidad, y en el resto de cuerpos mediante escamas picadas de lustre. La siguiente custodia, labrada en plata dorada en el segundo cuarto del siglo XVII, se articula mediante base circular de cuerpos decrecientes, gollete cilíndrico de gran desarrollo, astil con nudo de jarrón seguido de taza, todo ello entre cuerpos cilíndricos, y ostensorio de doble viril circular moldurado con ráfaga de rayos rectos y biselados, en el exterior con querubines alternos con pedrería en la moldura del viril y estrellas culminando los rayos rectos, rematadas por cruz. Presenta una decoración de gran sobriedad que en la base y en el astil se compone de elementos vegetales, costillas y artesones, y en el ostensorio, de pedrería y querubines.


Relicario de San Felipe Neri y San Saturnino. Pamplona. Relicario. Anónimo. 1740 y Base y astil, Miguel de Zildoz. Finales S. XVIII.


Relicario de San Eloy. Luis de Odri. Pamplona. 1722.

Siguiendo los modelos de custodia de sol se conservan varios relicarios que se pueden acoplar a una base y astil de uso común, como la realizada por Miguel de Zildoz a finales del setecientos. Se trata de una base circular, de plata en su color, articulada por medio de cuerpos decrecientes y por un cuerpo convexo entre pestañas rectas seguido de un cuerpo acucharado. Astil en el que se suceden cuerpos cóncavos y toros convexos, enmarcando un nudo de jarrón con toro convexo superior de perfil periforme. Presenta estampado el punzón del platero antes mencionado, ZIL/DOZ. Entre los ostensorios que se pueden acoplar está el relicario de san Saturnino y san Felipe Neri, de teca ovalada, moldurada y estriada rodeada por una gloria de rayos biselados alternos con tornapuntas de ces contrapuestas y elementos vegetales, la superior rematada por una cruz también vegetal. La teca por el anverso inscribe las reliquias de san Saturnino y san Felipe Neri, tal y como indican sendas cartelas que las acompañan. Mientras, el reverso presenta una chapa de plata grabada con la inscripción S. Saturnyno i S. Phelipe Neri timbrada por corona y enmarcada por palmas alusivas al martirio. Estas reliquias aparecen por primera vez en el inventario de bienes de la parroquia de 1737, en sendos relicarios de bronce, indicándose en el de 1740 que se han colocado juntas en un relicario de plata, que se correspondería con el aquí estudiado. En el inventario de 1777 se menciona que el relicario carece de base, aunque se anota que en la parroquial existen dos pies que se utilizan con diferentes relicarios. Al mismo esquema responde el relicario de santa Bárbara o el de san Eloy, perteneciente a la antigua cofradía de plateros de Pamplona, realizado en plata dorada por Luis de Odri como examen para acceder al grado de maestro platero en 1722. Se trata de un relicario de tipo ostensorio, con una teca ovalada recta enmarcada por una ráfaga en la que se alternan rayos biselados triples con otros formados por ces contrapuestas y elementos vegetales, rematado por una cruz griega de brazos vegetales. En el anverso presenta la imagen de san Eloy pintada sobre una hoja de lata y en el reverso, una reliquia del Santo enmarcada por la inscripción S. Eligii Epi. C. Relicarios sin pie son también sendas piezas múltiples de estilo gótico, en plata sobredorada, de perfil romboidal, articulados por medio de un fanal poligonal de sección horizontal enmarcado en la parte superior e inferior por dos cuerpos triangulares con decoración de tracerías que inscriben un tondo central. O el relicario doble de estilo renacentista donado a la iglesia por doña Beatriz de Icart y doña Beatriz de Beaumont, su hija, quien también había sufragado el retablo mayor de los dominicos de Pamplona, panteón de sus padres.


Naveta. Pedro Aguinagalde. Pamplona. 1790.

Al último tercio del siglo XVIII pertenece una naveta labrada en 1790 por Pedro Aguinagalde, el mismo platero que había reparado la cruz procesional. Presenta pie polilobulado de perfil acampanado, astil con nudo periforme invertido y cuerpo en forma de nautilo. Está cubierta por una rica decoración, que se articula por medio de cabezas de querubín y rocallas de gran desarrollo, veneras y enmarcamientos con retícula romboidal, completado en la tapa de la proa con el escudo del burgo de San Cernin: una estrella de seis puntas sobre una media luna.

Se conservan también varias piezas de tipología civil, obras de mayor rareza dado que generalmente eran enviadas al crisol para ser fundidas, bien por necesidades económicas de la familia propietaria, bien con la intención de realizar con sus materiales nuevas alhajas más a la moda. De hecho, gran parte de las obras barrocas civiles existente hoy en día en Navarra se ha conservado en instituciones religiosas debido a su donación a los diferentes templos e imágenes de devoción por sus propietarios.


Salvilla. Miguel de Amasa. Pamplona. 1697.

Entre las piezas conservadas en San Saturnino destacan una pareja de salvillas que, pese a que formalmente nos recuerdan a obras de estilo gótico, presentan una ornamentación a base de elementos vegetales de carácter barroco. Corrobora esta adscripción su marca, un doble P coronada con orla de cadenas, utilizada en Pamplona entre 1652 y el primer cuarto del siglo XVIII, así como el hecho de que estas piezas repiten con exactitud el diseño realizado por Miguel Amasa en 1697 como dibujo de examen para obtener su aprobación como maestro platero.


Urnas de votación de la Cofradía de Oculi Mei. Pamplona. Manuel Montalbo. 1793.

De gran interés resultan también una pareja de urnas de votaciones de la Cofradía de Oculi Mei, de plata en su color, realizadas por el platero pamplonés Manuel Montalbo en 1793, tal y como se puede ver gracias a las marcas que presenta, una doble P coronada, utilizada en Pamplona en las dos últimas décadas del siglo XVIII y durante el siglo XIX, y MONT/ALB, correspondiente a dicho platero, acompañadas de un tercer punzón cronológico, 93. Se trata de una tipología de gran originalidad, pues no se han conservado más ejemplares en Navarra, salvo las urnas de votaciones de la Diputación de Navarra, de un formato diferente. Piezas de gran sencillez, se articulan por medio de un bote cilíndrico recto de boca moldurada y parte inferior, de mayor diámetro, con zócalo recto y moldura de hojas de palma. Tapa formada por molduras decrecientes, rectas las exteriores y de hojas de palma la central, con óculo circular en la parte central para introducir el voto. En el frente del bote ambas muestran la inscripción OCULI MEI, nombre de la Cofradía Mayor de San Saturnino, alusivo a las palabras con las que comenzaba la misa el tercer domingo de Cuaresma, denominado como domingo de Oculi Mei, día en que se reunía el capítulo de la Cofradía. Mientras, en la moldura superior de la tapa una inscribe PACIENCIA HERMANOS, y la otra A LA VIRTUD I AL MERITO, alusivas a virtudes que debían adornar a los cofrades, y que por otra parten se enmarcaban dentro de las virtudes que debía tener todo hombre y, en especial, el buen cristiano.

Finalizamos el recorrido por la platería de la iglesia con las piezas correspondientes al siglo XIX, que siguen modelos de mayor sobriedad y funcionalidad. El origen de estas piezas hay que buscarlo en las nuevas necesidades que se crearon en la parroquial a lo largo del ochocientos, ya que las incautaciones producidas durante las guerras del siglo XIX hicieron necesaria la reposición de muchas piezas, que por lo general fueron de mayor sobriedad que aquellas a las que venían a sustituir. Así mismo, nuevos usos en la liturgia y el ceremonial de la parroquia hicieron necesaria la realización de piezas ad hoc. Y finalmente, al igual que había ocurrido a lo largo de la historia, se siguieron recibiendo regalos y donaciones por parte de fieles y devotos. Del mismo modo que en las centurias precedentes, la tipología más numerosa entre las piezas conservadas en San Saturnino es la de cáliz, del que se existen varios ejemplares, los correspondientes a la primera mitad de la centuria de gran sencillez, siguiendo modelos neoclásicos, mientras que en la segunda mitad de la centuria ganan en decorativismo debido a que responden a modelos historicistas.


Cetros. Pedro Antonio Sasa. Pamplona. 1826.

De este momento es también un juego de seis cetros, de plata en su color y latón dorado, realizados por el platero pamplonés Pedro Antonio Sasa en 1826, con un coste de ciento ochenta reales fuertes cada uno. Estas piezas se hicieron para reponer otras anteriores que se habían perdido durante la guerra de la Independencia, y van a ser recurrentes en las parroquias pamplonesas, pues todas ellas se van a dotar de esta tipología. Se trata de unas piezas neoclásicas de tipo arquitectónico compuestas por un varal cilíndrico y una cabeza en forma de templete circular, rematada por una cúpula semiesférica terminada en una alcachofa. El cuerpo principal se encuentra compartimentado en cuatro frentes por medio de pilastras compuestas cajeadas, que enmarca cuatro ventanas rectangulares en las que se inscriben las figuras en relieve de la Virgen del Camino y san Saturnino, junto al escudo del burgo de San Cernin, y a una panoplia con los atributos del santo: mitra, báculo, libro, cruz pectoral y palma de martirio.


Bandeja. Vicente Sasa. Pamplona. 1861.

Al igual que ocurrió en los siglos anteriores, también en estos momentos llegan a las parroquias pamplonesas tipologías de platería de carácter civil, muestra de lo cual son varias bandejas, una de las cuales, datada en 1861, presenta el campo decorado con flores y elementos vegetales enmarcando el botón, con molduras horizontales en las que se dispone la inscripción OBRERIA DE SN, SATURNINO DE, PAMPLONA. 1851, indicativo que era propiedad de dicha obrería. Se trata de una obra realizada por el platero pamplonés Vicente Sasa, como podemos ver gracias a las marcas que presenta, la de autoría correspondiente al mencionado platero, SASA, y la doble PP coronada de Pamplona.

La figura de Nuestra Señora del Camino, copatrona de Pamplona junto a san Saturnino, fue, probablemente, la imagen mariana de la ciudad que más fieles atrajo, por delante incluso de Santa María la Real o del Sagrario, titular de la catedral. Debido a ello, fueron numerosas las donaciones de piezas de joyería que recibió, lo cual queda recogido en la documentación conservada en la capilla. Sin embargo, son pocas las piezas que han llegado hasta nosotros, ya que tras la construcción de la capilla en el siglo XVIII se adoptó la costumbre de rifar las joyas donadas a Nuestra Señora, salvo las necesarias para su ornato, para recabar fondos con los que costear la construcción y exorno de la capilla, así como otras obras posteriores. Debido a ello, en la actualidad la imagen de Nuestra Señora cuenta con muy pocas joyas, siendo las más importantes una corona y rostrillo, un peto y un broche en forma de media luna.


Peto. Anónimo. Pamplona. Primer tercio del S. XVIII.

La pieza más antigua entre las joyas es un peto del primer tercio del siglo XVIII, realizado en oro, calado y recortado, con engastes de diamantes talla rosa y esmeraldas. De perfil triangular, se articula por medio de un botón central rodeado de palmetas flores, todo ello engastado de esmeraldas, que se expande en los laterales por medio de roleos vegetales, engastados con diamantes. Del cuerpo central cuelga una almendra, mientras que de los laterales penden farolillos, el primero engastado con esmeraldas y los segundos con diamantes Esta pieza probablemente no se subastó con las otras alhajas de la Virgen debido a que se confundió con un lazo regalado en 1738 por la reina Mariana de Neoburgo (1667-1740), viuda de Carlos II (1661-1700), que residió durante unos meses en Pamplona tras su vuelta a España. “S.M. por su propia mano le ha puesto a dicha santa ymagen una Joia de diamantes de las de su real uso, la que a más de su sumo valor traía para la estimación de la parrochia el ser alaja de su real persona”. La documentación de la capilla recoge constantemente de forma individualizada esta pieza, que fue tasada por el platero José de Yavar en 12.000 reales, “una Joia de plata en forma de lazo con engastería el reverso dorado con sesenta y un diamantes crecidos, los cincuenta y cinco rosas, quatro fondos y los restantes tablas que la regaló y puso por su mano a Nuestra Señora la Reina viuda doña Mariana de Neoburg”.


Peto. Anónimo. ¿Francia? Mediados del S. XVIII.

A estos modelos responde también un peto de plata y strass de mediados del siglo XVIII que en la actualidad se halla incorporado en el rostrillo de diario de la Virgen. El strass, una pasta de vidrio que al solidificarse puede tallarse, asemejándose al diamante y consiguiendo piezas de gran vistosidad y bajo precio, estuvo muy a la moda a mediados de siglo. Este material fue inventado por Joseph Strass, orfebre austriaco que trabajaba para la corte francesa, y fue utilizado para elaborar abundante bisutería a lo largo del siglo XVIII.


Broche. Joyería Harvey. Biarritz. Francia. Segunda mitad del S. XIX.

De la segunda mitad del siglo XIX es un broche en forma de media luna de plata y vistas en oro engastado con diamantes al aire. Se trata de una pieza de gran sencillez y belleza de la que desconocemos la autoría, aunque se guarda en un estuche de la joyería Harvey de Biarritz, que bien podría ser el original. Sin embargo, es un modelo habitual y de gran popularidad en la joyería de la segunda mitad del siglo XIX, por lo que probablemente los joyeros locales también harían piezas de este tipo.


Rostrillo. Esteban García. Pamplona. 1914. Engasta piezas de joyería de los Ss. XVIII y XIX.

Al siglo XX pertenece un rostrillo de oro que incorpora piezas de diferentes épocas pertenecientes a la Virgen. Fue realizado en 1914 por el platero pamplonés Esteban García siendo párroco de San Saturnino Francisco González Viscarret. Se considera como el rostrillo rico de Nuestra Señora del Camino, el que se usa en las grandes festividades. Entre las piezas que vemos incorporadas en esta obra nos encontramos tres pequeños lazos, dos cruces, sendos botones, pendientes y sortijas de oro y diamantes, obra del segundo tercio del siglo XVIII, así como pendientes, sortijas de oro y diamantes, esmaltes del siglo XIX, junto con un letrero con su nombre en brillantes y pedrería suelta, diamantes, esmeraldas y amatistas, incorporada formando un diseño simétrico y armonioso.


Rostrillo. Anónimo. Pamplona. Principios del S. XX.

Nuestra Señora del Camino posee un segundo rostrillo de mayor sencillez, también de principios del siglo XX, usado habitualmente por la imagen, de plata sobredorada, que incorpora el lazo de strass anteriormente mencionado, así como una serie de botones de esmalte translúcido azul y plata en su color del siglo XIX y una piedra de color verde.


Corona del Niño. Esteban García. Pamplona. Principios del S. XX.

Esteban García es también el autor de una corona para el Niño que sostiene la Virgen en sus brazos, labrada en oro con engastes de diamantes talla rosa y esmeraldas, que se articula mediante un aro recto enmarcado por molduras, en el que se engastan, de manera alterna, botones de diamantes y esmeraldas, sobre el que asienta una hilera de perlas y diamantes, y una crestería formada por grandes flores de lis y el emblema heráldico de la parroquia, una media luna surmontada por estrellas de seis puntas, engastada de diamantes.

Archivo parroquial de San Saturnino. Libros de Actas de la Obrería de San Saturnino y Papeles varios de la Capilla de Nuestra Señora del Camino.

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