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La Portada de Santa María de Sangüesa

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Los artistas. El taller de San Juan de la Peña y el taller de las figuras esquemáticas

Al tradicionalmente denominado taller de San Juan de la Peña se deben las esculturas de la parte más alta de las enjutas –todas ellas animales fantásticos, excepto los dos guerreros identificados en tiempos erróneamente como Sigurd–, las del friso y el modillón más occidental del alero. Además, como en el caso del de Leodegario, habría labrado algunos capiteles del interior, de los cuales dos permanecen in situ coronando sendas pilastras del muro perimetral del cuerpo de naves y otros dos se conservan en el depósito del Museo de Navarra.

Sus obras presentan unos rasgos muy típicos e inconfundibles, que las hacen fácilmente reconocibles: figuras de canon corto y cabeza desproporcionada con ojos globulosos y mejillas llenas, cabellos formados por mechones con aspecto de cuerdas y vestiduras cubiertas con pliegues lineales dispuestos en círculos o semicírculos concéntricos completados con festones o bordes dentados.

Se trata por lo demás de un taller muy activo, que trabajó especialmente en Aragón, donde intervino –entre otras– en las iglesias de Santiago de Agüero y San Pedro el Viejo (Huesca) y en las de San Miguel de Biota y San Salvador de Ejea (Zaragoza), aunque también se detecta su presencia en la portada del templo navarro de Santiago de Puente la Reina. En todos estos edificios encontramos algunos de los motivos vistos en Santa María de Sangüesa, reiteración que resulta muy típica del taller.

Por último, habría que citar al que hemos bautizado como “taller de las figuras esquemáticas”, pues su característica más llamativa es precisamente el tratamiento simplificado y esquemático de las figuras –humanas, animales y vegetales–, ejecutadas a base de volúmenes geométricos en los que prácticamente solo se labra el contorno, sin apenas modelado y con los detalles reducidos al mínimo. El resultado son unas esculturas de escasa calidad, aunque no exentas de gracia.

A este taller hay que atribuirle los canecillos que sustentan el alero, con excepción del primero comenzando por la izquierda, que adjudicamos al de San Juan de la Peña.

Al igual que los dos talleres precedentes, trabajó en el interior, realizando la mayoría de los capiteles de los pilares de separación de naves y las ménsulas esculpidas incrustadas en las trompas de la cúpula del crucero, muy posiblemente reaprovechadas.

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Los artistas. El taller de San Juan de la Peña y el taller de las figuras esquemáticas

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