“Para preservar y custodiar la memoria histórica es imprescindible que las familias recojan los testimonios de sus mayores”. Así lo ha asegurado Anna Dulska, investigadora del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra, con motivo de la presentación de los resultados del proyecto ‘España XYZ’. El evento tuvo lugar ayer en el Palacio del Condestable y contó con la presencia de Martín Zabalza Arregui, director General de Paz, Convivencia y Derechos Humanos del Gobierno de Navarra. 

Para Anna Dulska, “hablar de la memoria, la posmemoria y la historia para construir una memoria histórica desde abajo, verdaderamente democrática es urgente”. Según ha observado, en las generaciones más jóvenes “hay un distanciamiento del pasado, pero al mismo tiempo, una polarización, cuyo trasfondo queda desvirtuado”. Por eso ha apostado por políticas públicas de memoria que tengan como efecto “que los hijos, nietos y biznietos se interesen en preguntar a sus mayores cómo vivieron determinados hechos históricos”.

“Ni la ley, ni la política ni la educación han sido capaces de abrir la puerta a una verdadera reconciliación”, ha insistido la investigadora del ICS. A su juicio, comenzar por las familias es necesario para dar ese paso: “Se trata de dar voz a quienes sufrieron la peor suerte de conflicto armado y, una vez terminado, decidieron pasar página”. 

El estudio, financiado por el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, analiza la percepción y la transmisión de la historia reciente de España. “Ante el cambio generacional, se pasa del recuerdo directo de los testigos a lo que es recordado por otros que no han experimentado los acontecimientos”, ha afirmado Dulska. 

Agencia política vs. agenda social

“Es decir -ha añadido-, se produce el paso de la memoria a la posmemoria, o más bien a las diferentes versiones de la historia que proceden de segundas o terceras voces o generaciones, sean de los familiares o del Estado, transmitidas fundamentalmente mediante la escolarización”. 

Como parte del proyecto se han realizado entrevistas a miembros de diferentes familias, que después han participado en focus groups agrupados por generaciones. “Lo más sorprendente fue la baja respuesta que recibimos ante el llamamiento para participar, a pesar de que llegamos a más de un millón de personas. Pensamos que la ciudadanía no está dispuesta a hablar sobre el pasado”, ha explicado. En este sentido, ha manifestado que “la agenda política, que visibiliza las cuestiones relacionadas con la memoria histórica y la democrática, diverge de la agenda social”.

La investigadora ha lamentado que en España no se han realizado estudios de historia oral con los testigos de la Guerra Civil, en una escala parecida a lo que se hizo, por ejemplo, con los supervivientes del Holocausto tras la Segunda Guerra Mundial. “De esta forma hemos perdido de forma irreversible multitud de testimonios”, ha concluido.