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Apagones en Cuba: Una crisis cada vez más oscura

Apagones en Cuba: Una crisis cada vez más oscura

ARTÍCULO

29 | 10 | 2025

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La isla lleva tres años sumida en un colapso eléctrico al que el gobierno de Miguel Díaz-Canel no lo logra poner remedio

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Central termoeléctrica ‘Ernesto Guevara de la Serna’ [UNE]

Desde el verano de 2022, Cuba ha sufrido multitud de apagones, varios de ellos masivos, que han dejado a diez millones de personas sin luz durante días e incluso semanas: hogares frecuentemente a oscuras, en lo que se echa perder el alimento de los frigoríficos, y hospitales que deben usar generadores de emergencia pero que resultan ineficaces. Restringido el petróleo que enviaba Venezuela (la generación eléctrica es en su mayoría por hidrocarburos líquidos), México ha comenzado a entregar también combustible subvencionado, pero una infraestructura obsoleta está haciendo ineficaz el esfuerzo del gobierno, ante un descontento ciudadano cada vez mayor y ya colmado por la crisis económica que padece la isla, la mayor en la historia de castrismo.

Cuba ya tuvo una notable crisis energética durante el ‘Periodo Especial’ de comienzos de la década de 1990. La caída de la Unión Soviética supuso un duro golpe para Cuba, ya que, además de los créditos blandos que concedía a La Habana (unos 65.000 millones de dólares en treinta años), Moscú también dejó de entregar alimentos, maquinaria y, muy notablemente, combustible (la URSS cubría el 98% de las necesidades energéticas cubanas). La Unión Soviética era el principal socio comercial de Cuba, acaparando el 72% del intercambio de exportación e importación de la isla. Este abrupto corte de suministros generó un efecto dominó en el sector productivo de Cuba, llevando al país a una profunda crisis económica cuyos efectos más severos se dejaron sentir entre 1991 y 1993.

Pero aunque la situación general ligeramente se recompuso después, la crisis energética empezó a agravarse durante la década de los 2000. El verano marca un periodo en el cual la población de la isla hace más uso de sus aparatos eléctricos, en gran parte debido a las altas temperaturas, lo que en el periodo 2001-2005 provocó reiteradas deficiencias de suministro que el régimen presentó como ciertas “variaciones eléctricas”. El castrismo atribuyó los apagones a “rupturas o colapsos inesperados”. En 2004, el gobierno implementó una serie de apagones diarios de seis horas, de lunes a viernes, rotándolos entre distintas municipalidades. En 2005 los apagones podían extenderse hasta diez horas dependiendo de la región. Ante esta situación, en 2006 el gobierno llevó a cabo lo que llamó la “revolución energética”, con la intención de mejorar la transmisión de energía y modernizar los postes, cables y otras instalaciones. También se instalaron pequeñas plantas de diésel, reduciendo enormemente la inestabilidad energética experimentada los años previos.

El éxito provisional de esta “revolución energética”, no obstante, se debió en gran parte al petróleo venezolano que Hugo Chávez comenzó a proporcionar a Cuba en aquella época. La modernización de las instalaciones eléctricas no constituye una mejora real sin un flujo constante de combustible, el cual fue proporcionado por Venezuela. Esa dependencia ha sido especialmente manifiesta en estos últimos años, en los que, debido a la crisis interna venezolana y a las sanciones a PDVSA por parte de EEUU, que han añadido más dificultades a la producción, Caracas ha ido reduciendo enormemente sus exportaciones de petróleo a Cuba. De flujos iniciales de algo más de 100.000 barriles diarios de petróleo, que Cuba usaba para producción eléctrica pero también en parte revendía a partir de la actividad de la refinería de Cienfuegos, revitalizada en 2007 con fondos públicos venezolanos, el chavismo ha pasado a suministrar a mitad.

La crisis energética cubana ha ido paralela a esta reducción de los envíos venezolanos de combustible, agravada por la falta de mantenimiento en las plantas de generación eléctrica, desembocando en los múltiples brotes de apagones y déficits energéticos que está experimentando la isla. La actual crisis arrancóespecialmente en verano de 2022, cuando un incendio en la base de supertanqueros de Matanzas convirtió en crónica la situación. En estos últimos tres años, entre el 27 de septiembre de 2022 y el 10 de septiembre de 2025, se han reportado más de cinco apagones nacionales, dejando al menos diez millones de personas sin luz de quince a dieciséis horas, en ciertos lugares durante semanas.

Con Venezuela misma en serias dificultades, México se ha prestado a realizar envíos petroleros a Cuba. Esta política comenzó a aplicarse en la recta final del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador y la está continuando su sucesora, Claudia Sheinbaum, quien ha triplicado las cantidades aportadas. En los primeros meses de 2025, los cargueros habrían llevado a la isla una media de cerca de 200.000 barriles diarios de combustible subsidiado, ofrecido por una filial de Pemex, petrolera nacional mexicana con altas deudas.

Los apagones han resultado en un malestar generalizado, reflejado en frecuentes protestas ciudadanas, que en ocasiones toman la forma de caceroladas y que el gobierno suprime violentamente. Ha habido caída de los semáforos en hora pico, suspensión de actividades cotidianas (horarios laborales y académicos) y un impacto directo en los hogares cubanos, los cuales quedan en completa oscuridad, con las neveras y frigoríficos incapaces de preservar los alimentos, y sin servicio de agua, cuya activación depende del suministro eléctrico. Sectores vitales como los hospitales quedan dependientes de generadores de emergencia ineficaces, dañados por su uso continuo. De esta forma, equipamiento sensible y cuidados de emergencia resultan deshabilitados por tiempo prolongado.

Causas de la situación energética

La red eléctrica de Cuba alcanza a toda la población, pero su generación no llega a cubrir plenamente las demandas de los nuevos usos sociales, aparte de que la capacidad instalada no rinde lo oficialmente previsto. La isla cuenta con una capacidad instalada de 7.264 millones de kilovatios, el 95.2% de la cual utiliza como fuente los combustibles fósiles; el resto corresponde a energía solar, eólica, hidráulica y de biomasa. Cuba depende enormemente del petróleo, ya que no cuenta con reservas significativas de carbón; tampoco ha hecho un esfuerzo en dar un salto en energías renovables.

Sin embargo, la falta de combustible no es el único responsable de las deficiencias del sistema. El sistema nacional eléctrico, construido después de 1959, lleva 35 años sin recibir el mantenimiento e inversión necesarios para funcionar correctamente, resultando en su penosa situación actual. En muchos casos la infraestructura ha superado su vida útil prevista, creando así un sistema obsoleto y frágil, donde una avería local puede perjudicar por efecto dominó a todo el sistema. Muchos componentes de las centrales, como motores, turbinas o calderas, requieren un urgente repuesto, pero las restricciones financieras y las sanciones económicas imposibilitan importar piezas nuevas. Además, parte del combustible utilizado, barato y corrosivo, acelera la erosión de la infraestructura.

La crisis económica subyacente, que afecta todos los sectores del país, también tiene sus efectos en la producción eléctrica. Por la caída del turismo (inicialmente debida al Covid-19, pero luego prolongada por el poco atractivo que supone viajar a un país en crisis profunda y con apagones) el gobierno tiene especial problema para el acceso a divisas, lo que dificulta la tarea de modernización y reemplazo de maquinaria. La falta de diversificación energética también ha sido mencionada como uno de los responsables de esta crisis, ya que a pesar de que Cuba ha previsto ciertos proyectos de plantas de energía solar con el apoyo de China, esa colaboración ha sufrido ciertos retrasos.

Eventos meteorológicos puntuales, como el huracán Milton en 2024, provocaron inundaciones y vientos fuertes los cuales perjudicaron la ya debilitada infraestructura. Sin embargo, distintos analistas apuntan la incompetencia e ineptitud del gobierno cubano a la hora de afrontar estos apagones. Obstáculos burocráticos que ralentizan las reparaciones y la priorización dentro del escaso presupuesto de otros sectores, como el turismo, empeoran el proceso. Además, la presente crisis ha provocado la mayor ola migratoria desde la revolución cubana, dejando la isla con una población cada vez más envejecida y poco cualificada.

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