Madrid acogió la imposición de birretes de máster de Tecnun
16 | 06 | 2025
El sábado, 14 de junio, tuvo lugar la imposición de birretes a los 44 estudiantes que este curso 2025-26 han finalizado los másteres de Ingeniería Industrial e Innovación Tecnológica, en Madrid.
Tras la misa de Acción de Gracias, que tuvo lugar en la Clínica Universidad de Navarra, el acto académico arrancó a las 19.30 en el edificio Alumni y fue conducido por la directora ejecutiva de los programas máster de Tecnun, Rosalía de las Rivas.
La profesora Maria Isabel Rodriguez, directora académica del Máster en Innovación Tecnológica, fue la encargada de dar el primer discurso del acto, en el que quiso hacer hincapié en que “la mejor forma de afrontar estos tiempos inciertos, es precisamente como lo habéis hecho vosotros: formándoos y contribuyendo a que la sociedad de la que formáis parte sea más reflexiva, más crítica y más colaborativa”. “Confiad en vosotros mismos, en vuestra capacidad para afrontar nuevos retos y en vuestros valores para tomar las mejores decisiones. Esta actitud os llevará a ser humildes y a tener siempre la mano tendida para ayudar a vuestros compañeros, amigos y familia”, continuó, “de este modo, obtendréis el verdadero éxito: el éxito de sentir que habéis dado lo mejor de vosotros mismos para ayudar a los demás y hacer de este mundo un lugar mejor”.
En esa misma línea, el también profesor del máster Pablo Garrido, proyect manager de Talgo, y encargado de dar el discurso central del acto, no quiso perder la ocasión para recordar a los estudiantes que “ser ingeniero no es sólo dominar fórmulas, procesos o sistemas. Es, sobre todo, entender el mundo para transformarlo. Es mirar una realidad compleja y preguntarse: ¿cómo puedo mejorarla?, ¿cómo puedo hacerla más eficiente, más
sostenible, más humana?”. Garrido subrayó que “el ingeniero tiene como misión, por tanto, detectar los problemas y necesidades de la sociedad, para poder solucionarlos y hacer así un mundo mejor para las próximas generaciones”.
Los estudiantes Natalia Fernández y Jaime Vaya fueron los encargados de dar el discurso en nombre de todos los estudiantes y, en un relato lleno de recuerdos, anécdotas, aprendizajes y experiencias compartidas, quisieron resaltar el agradecimiento a los profesores “por enseñarnos desde la exigencia y el respeto, por abrirnos la puerta a tantas oportunidades, por recibirnos cada lunes con una sonrisa, por los bocatas de calamares y por las paellas”. Y no faltó el agradecimiento a las familias “porque sin vosotros, literal y emocionalmente, no estaríamos hoy aquí”.
La clausura del acto vino de la mano del director de la Escuela, el profesor Raúl Antón, que cimentó su discurso en torno al tiempo, y a la falta del mismo. El director de la Escuela afirmó que “se habla mucho de productividad y poco de felicidad”. Utilizando como ejemplo a Victor Frankl, cuyo propósito y sentido se concretaban en el amor a su mujer y que fue lo que le hizo sobrevivir a Auschwitz, Antón invitó a los asistentes a pararse a pensar. “ En este siglo de las prisas, me parece que llegarán a puerto los que sepan a dónde quieren llegar y los que se decidan a parar un poco y mirar la brújula, es decir, los que se hagan las grandes preguntas que tienen que ver con la felicidad y no tanto con la velocidad”, afirmó. “Mirar la brújula es saber dónde está el norte, os animo a que seamos personas que nos preguntemos ¿quién soy yo?, ¿cuál es mi misión en la vida, dónde está mi norte?”
Como remedio para combatir la sobredosis de velocidad y optimización, el director de la Escuela sugirió “una buena dieta de espíritu de servicio, de cultura, de reflexión, y de espíritu de celebración”.
