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Proporcionar información fiable a potenciales migrantes ayuda a modificar su decisión de migrar hacia Europa

Los migrantes sobreestiman las opciones de conseguir un visado, pero también las posibilidades de morir en el viaje y aún así uno de cada dos prefiere jugarse la vida en el Mar Mediterráneo

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13/11/19 18:34 David Soler

Imagine que es un potencial migrante de Gambia al que le dan 2.000 euros. Ese dinero lo puede guardar o utilizarlo para migrar a Italia donde residirá en los próximos 10 años. Eso sí, antes debe saber que dos de cada diez mueren en el camino y tan solo tres de cada diez obtienen un estatus legal. Además, su salario dependerá de su estatus, si es legalizado cobrará mil euros, pero si no la mitad. Conociendo los datos, ¿estaría usted dispuesto a migrar? ¿cuánto estaría dispuesto a pagar para llegar a Italia? Y, sobre todo, ¿qué salario mensual requeriría para quedarse en su país?

Estas preguntas fueron formuladas a 400 jóvenes de entre 15 y 25 años en Gambia por un equipo de investigadores del que formaba parte Catia Batista, co-fundadora del centro de investigación Novafrica de Lisboa. "Ellos pensaban que la posibilidad de morir era de una de cada dos y aun así la mitad de ellos estaban dispuestos a emigrar”, aseguró la investigadora en el marco de la jornada sobre migraciones organizada el pasado 11 de noviembre en Pamplona por el Navarra Center for International Development, centro de investigación del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra.

El evento reunió a investigadores económicos para analizar el fenómeno de la migración. Desde 2015 más de tres millones de migrantes han llegado a Europa cruzando el Mar Mediterráneo y en total los migrantes representan un 3,5% de la población mundial. Entender las causas que fomentan el movimiento de personas entre países, las dificultades para establecerse y su integración una vez en destino son algunas de las necesidades para implementar políticas efectivas.

En este sentido, la investigación de Batista pretendía descubrir si informando con datos concretos a aquellos dispuestos a emigrar sobre el incierto viaje y posible futuro en destino puede llegar a alterar la decisión de un posible migrante. Los resultados mostraron que los migrantes no solo sobreestiman las fatalidades sino que también creen que hay más posibilidades de conseguir un visado en destino, ya que creen que la mitad consiguen un permiso de residencia. Esto tiene un efecto en los migrantes: al esperar menos muertes hay un 2.29% más de interés en migrar, pero al conocer los datos de obtener un estatus legal en el destino se produce el efecto contrario, bajando en un 2.88% la probabilidad de intentar llegar a Europa.

"Ofrecer información contrastada ayuda a modificar la decisión de migrar de manera irregular, aunque los resultados pueden ser sorprendentes", aseguró Batista, y afirmó que no esperaban que la mitad quisieran jugarse la vida en un viaje donde pensaban que las opciones de vivir o morir eran parejas. “Una de las lecciones es que a veces lo que pensamos no se traduce necesariamente a la realidad", finalizó la investigadora.

Causas, rutas y gasto

Blanca Moreno-Dodson, directora del Center for Mediterranean Integration, organización afiliada al Banco Mundial expuso las tres principales patas que hacen posible la migración: las causas macroeconómicas, que se centran en la situación socioeconómica y política de un país; las microeconómicas, que abordan las ambiciones y situaciones personales, más relacionadas con el entorno local; y las mesoeconómicas, que ocupan las leyes y reglamentos sobre movilidad.

Asimismo en el evento también se habló sobre las diferentes rutas migratorias que toman los migrantes africanos que intentan llegar a Europa. Mariapia Mendola, profesora asociada de Economía en el Departamento de Economía de la Università di Milano-Bicocca, aseguró que la caída del régimen de Muamar el Gadafi en Libia en 2011 hizo del país un lugar de paso hacia el otro lado del mar en lugar de un destino de inmigración. "La gente fija la crisis de los refugiados en 2015 en Europa, pero el inicio es en Italia en 2011, con un pico muy relevante", aseguró Mendola.

En su estudio la investigadora italiana calcula cuál es la ruta de menor coste englobando todas las variables posibles entre países de origen y destino antes y después de la reapertura de la ruta central del mediterráneo en 2011. "En ese sentido, por ejemplo, la ruta de menor coste entre Sudán y Suiza en 2010 iba hacia el este y en 2012 pasaba por África Central". De media el coste tan solo de cruzar en barca el mar, el último tramo de un largo camino, suele oscilar entre los 1.000 y 1.500 dólares, aunque la demanda es altamente elástica.

Una vez en destino, los migrantes no se comportan igual que los nativos en temas económicos. Muchos emigran buscando un futuro mejor para sus familias, lo que provoca diferentes comportamientos de consumo, ya que envían un 10% de su salario de media en remesas y no gastan tanto en su nuevo país, reduciendo también el gasto en vivienda comparado con la población autóctona entre un 2 y un 5%. Además, la llegada de migrantes también observa un patrón en términos de localización. "Los inmigrantes se concentran en ciudades caras y con altos salarios", dijo Christoph Albert, investigador posdoctoral en el Centro de Estudios Monetarios y Financieros. Esto contribuye a la disparidad de ingresos y aumenta el coste de vida entre ciudades, pero aumenta la productividad y el bienestar de los trabajadores locales al mover la actividad económica de lugares de baja productividad a los de alta productividad.

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