“Mi experiencia y seguramente la de todos los que trabajamos aquí es que la Universidad es un lugar único para cultivar la amistad, ya sea entre mayores y jóvenes o entre profesores y estudiantes”. Esta fue una de las afirmaciones que realizó el profesor César Izquierdo durante el homenaje que la Facultad de Teología le rindió con motivo de la celebración de su septuagésimo aniversario y en agradecimiento a los 40 años de docencia, investigación y servicio.

Con esta afirmación quiso recordar las palabras de San Josemaría con las que invitaba “a cultivar una amistad firme, leal, sincera, es decir cristiana, con todos los compañeros de profesión, más aún, con todos los hombres”.

Sus palabras fueron también de agradecimiento a los profesores antiguos y actuales del centro académico, así como a los de otros centros con los que ha compartido proyectos y vivencias; y a su familia, presente en el acto. También tuvo un recuerdo para su amigo Enrique de la Lama, profesor también de la Universidad de Navarra recientemente fallecido y quien fue para él “un maestro de vida”.

Le acompañaron en la mesa el decano Gregorio Guitián, y el también profesor de Teología, Juan Alonso. Este último hizo un recorrido por su itinerario académico, así como por la intensa actividad pastoral que el profesor Izquierdo atesora. De su semblanza dijo que “aunque concisa, pone en evidencia los frutos sabrosos de una vida fecunda de amor a la Iglesia y a la teología, de una existencia cabal como sacerdote, teólogo profesor y amigo, de un ejemplo de alegría serena y de sano buen humor”.

“Un hombre con fachada seria pero trastienda divertida”

Por su parte Gregorio Guitián ofreció cuatro características que distinguen la personalidad del profesor Izquierdo. Primero, le agradeció su memoria, necesaria para la prudencia en el buen gobierno: “Si uno no ha vivido algo, le falta perspectiva y si lo ha vivido y no se ha dado cuenta el resultado es el mismo”. En segundo lugar destacó de él “su fachada seria pero con trastienda divertida”. Posteriormente, puso de relieve su implicación personal y el cariño hacia la Facultad, “dejando de lado sus gustos en muchas ocasiones para sacar adelante lo que en ese momento hacía falta”. Y en último lugar destacó su esfuerzo por adaptarse a otros modos de ver las cosas: “Han sido unas cuantas las veces que, después de manifestar su punto de vista y llegarse en cambio a una decisión contraria a su parecer, ha sabido guardar un discreto silencio cada vez que se volvía sobre cuestiones que –lo sabíamos los demás o al menos yo– él veía de manera diferente, e incluso se ha implicado personalmente para sacar esos asuntos adelante".

Para finalizar, destacó que su reciente nombramiento como profesor emérito “recoge por un lado el cariñoso agradecimiento de la Facultad por tantos servicios y por otro el reclamo, que es una mezcla entre súplica y exigencia, de que la Facultad pueda seguir contando contigo por largos años y para tantas cosas. En el fondo, no te pedimos otra cosa que lo que tú mismo has visto que han hecho durante todos estos años el estupendo cuerpo de profesoras y profesores eméritos que enorgullecen, no solamente al claustro de esta Facultad, sino –me atrevo decir– a San Josemaría, al Beato Álvaro y a tantos y tantas que, desde el Cielo, interceden para que estas facultades sirvan a la Iglesia, como decía el Fundador de esta Universidad, para toda la gloria de Dios”.