Viajar sin dejar huella
El turismo sostenible, también llamado turismo responsable, es una forma de viajar que busca minimizar el impacto negativo sobre el medio ambiente y la cultura local, al tiempo que potencia los beneficios económicos y sociales para las comunidades que lo reciben.
Este modelo turístico propone una nueva forma de entender el viaje: no como una simple escapada, sino como una experiencia consciente. Implica elegir alojamientos responsables, consumir productos locales, respetar las culturas anfitrionas y reducir la huella ecológica. Pero también requiere un cambio estructural en el sector. Desde la gestión ambiental hasta el urbanismo, pasando por la economía circular y la legislación. En definitiva, repensar la forma en que viajamos exige un enfoque integral y el fomento de una cultura del respeto hacia los ecosistemas que nos rodean y que visitamos.
En este reportaje, expertos de la Universidad analizan, desde sus respectivos ámbitos, los desafíos y oportunidades que plantea construir un modelo turístico más respetuoso.
Economía circular
en todo el ecosistema turístico
Actualmente, los profesores de Tecnun-Escuela de Ingeniería María Jesús Álvarez, Paz Morer, Carmen Jaca, Marta Ormazabal, María Isabel Rodríguez y Rafael Mora trabajan en el proyecto "Retos del sector turístico en Euskadi: sostenibilidad y digitalización. Oportunidades y barreras de la Convocatoria PIBA" (financiado por el Gobierno Vasco). El objetivo es facilitar la transición del sector turístico, más en concreto el de los alojamientos, hacía un modelo más sostenible de manera que se minimicen los impactos negativos tanto ambientales como sociales, manteniendo un alto nivel de satisfacción del consumidor y de todos los grupos de interés.
Rafael Mora destaca la influencia que ejercen los operadores y alojamientos turísticos en la experiencia de los visitantes y en el impacto económico y social de la comunidad. “Son agentes centrales porque dan vida a las ciudades y mucho más. Mantienen un contacto directo tanto con los turistas como con los habitantes, lo que les otorga una posición privilegiada para liderar e impulsar el cambio hacia un modelo más responsable”, asegura.
A juicio de este investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente Bioma, una de las claves para conseguir un turismo sostenible pasa por aplicar criterios de economía circular -entendida como un sistema económico alternativo- a todo el ecosistema turístico para conseguir minimizar el consumo de recursos, la generación de residuos, las emisiones contaminantes y la pérdida de energía.
De este modo, aborda el desafío desde una triple perspectiva. En primer lugar, Mora propone impulsar modelos de negocio circulares en la hostelería y en el diseño de servicios y experiencias, con medidas como prolongar la vida útil de las infraestructuras, fomentar la convivencia con la comunidad, optimizar el consumo de agua y energía, mejorar la gestión de alimentos —planificando menús, reutilizando ingredientes y priorizando proveedores cercanos—, así como reducir residuos mediante prácticas de upcycling o suprareciclaje.
En segundo lugar, afirma que es clave que las políticas públicas vayan más allá de promover únicamente la ecoeficiencia en el uso de recursos y que apoyen la innovación en modelos de negocio circulares e inteligentes, que además sean rentables. Por último, habla de impulsar la colaboración público-privada, para fomentar la innovación, la competitividad y la sostenibilidad; y las nuevas tecnologías, que permiten optimizar procesos, mejorar la eficiencia en el uso de recursos y facilitar la toma de decisiones basadas en datos.
Los operadores y alojamientos turísticos tienen una posición privilegiada para liderar e impulsar el cambio hacia un modelo más responsable.
Rafael Mora, profesor de Tecnun-Escuela de Ingeniería e investigador del Instituto Bioma
Ecosistemas en peligro
La profesora de la Facultad de Ciencias Ana Villarroya, investigadora del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente Bioma, forma parte del grupo de investigación HUMAM Humanidades Ambientales que dirige la mayor parte de su análisis a estudiar la relación del hombre con el medio que le rodea. Villarroya afirma que el turismo convencional tiene un triple impacto negativo en el entorno. En primer lugar, la ocupación física del suelo. “Los alojamientos, complejos e instalaciones de ocio se construyen sobre tierras que antes de la intervención humana albergaban algún tipo de ecosistema. Incluso aunque no se trate de hábitats de especial riqueza natural, la suma de acciones en este sentido va dejando a muchas especies sin espacio en el que desarrollar sus funciones vitales”, asegura.
En la misma línea que el profesor Mora, Ana Villarroya advierte sobre el elevado consumo de energía y agua que provoca una actividad turística mal planificada, además de la gran cantidad de residuos que genera. También alerta de lo que denomina la “mentalidad del uso desmedido”: como ya hemos pagado, sentimos que tenemos derecho a utilizar sin medida todo lo que se nos ofrece. “Basta pensar en la comida que se desperdicia en los restaurantes de tipo buffet libre, donde a menudo nos servimos más de lo que podemos terminar”, ejemplifica.
Indica también Villarroya la separación entre lo que el complejo turístico ofrece y lo que es propio de ese lugar: “A menudo se trata de experiencias totalmente ajenas a la tradición cultural y las características naturales de la zona (ocurre por ejemplo en muchos parques temáticos), por lo que el turista no tiene ni idea de lo que hay allí, ni por lo tanto de cómo cuidarlo o siquiera respetarlo”.
Ana Villarroya no duda de que la presencia masiva de turistas en un lugar produce daños en determinadas especies, llegando a alterar todo el habitat, en lo que cita como ‘efecto cascada’. “Hay invertebrados acuáticos que desaparecen si hay un pequeño nivel de contaminación en el agua. Con la pérdida de una especie de un lugar se desequilibran las que están relacionadas con ella (como las que le sirven de alimento, o sus depredadores). También hay ecosistemas que pueden verse más afectados que otros porque se localizan en lugares especialmente deseados por el turismo, como pueden ser las dunas marítimas, que sufren gran presión porque se encuentran en zonas costeras, que son lugares muy atractivos para los operadores”.
La profesora asegura que es necesaria educación ambiental para promover un turismo responsable, pero que solo será efectiva cuando sea integral. Es decir, cuando no se enfoca en educar hábitos sostenibles en el turista, sino en promover en las personas una forma de estar bien en el mundo, de relacionarse adecuadamente con el resto de la naturaleza. “Voy a visitar un lugar que me va a aportar cosas –la belleza de sus paisajes, el contacto con las olas, una gastronomía nueva–: ¿cómo agradeceré el regalo? Esta actitud no se aplica solo al turista; es más, si no la cultivamos en otros ámbitos de nuestra vida tampoco lo lograremos como turistas”, concluye.
Hay ecosistemas que pueden verse más afectados que otros porque se localizan en lugares especialmente deseados por el turismo, como pueden ser las dunas marítimas, que sufren gran presión porque se encuentran en zonas costeras.
Ana Villarroya, profesora de la Facultad de Ciencias
Movilidad inteligente
y
planificación urbana
Elena Lacilla, profesora de la Escuela de Arquitectura, considera que la movilidad está siendo un elemento clave en las políticas urbanas debido al crecimiento de las ciudades en los últimos años y la complejidad de los usos del suelo.
Según el informe Habitat 2015 de Naciones Unidas, la movilidad entendida como la capacidad de moverse en el espacio urbano mediante diferentes medios de transporte constituye la dinámica clave para la planificación territorial. “El diseño de ciudades turísticas sostenibles deberá tener en cuenta un modelo de movilidad inteligente, que asegure la accesibilidad universal, que reduzca las desigualdades entre territorios, que dote de sistemas de transporte sostenibles que favorezcan una economía eficiente, un medio ambiente saludable, una buena calidad del aire y el bienestar de sus habitantes y visitantes”, continúa.
Nuestros edificios y espacios públicos fueron proyectados para situaciones, necesidades y formas de vida cada vez más alejadas de nuestro presente, y mucho más del futuro que se debe construir.
Elena Lacilla, profesora de la Escuela de Arquitectura
Una ciudad sostenible, que integre todo el ecosistema turístico, debe atender a la triple visión de la sostenibilidad: social, económica y medioambiental. En cuanto al ámbito social, tiene que fomentar las relaciones sociales; sobre la dimensión económica, debe traspasar el elemento estrictamente económico, para permitir que ésta contribuya a alcanzar otros aspectos como la accesibilidad a los bienes y servicios, la movilidad, la seguridad, la calidad de vida, las viviendas o fomentar el turismo, entre otros muchos. Y sobre el medioambiental, ha de impulsar el equilibrio entre el territorio y la propia área urbanizada.
La profesora Lacilla apuesta por un uso racional del suelo y la regeneración urbana integrada. “Nuestros edificios y espacios públicos fueron proyectados para situaciones, necesidades y formas de vida cada vez más alejadas de nuestro presente, y mucho más del futuro que se debe construir. Actualizar y atender a este ámbito construido de la ciudad existente será fundamental para alcanzar una planificación sostenible”, considera.
Instrumentos legales
En palabras de Eduardo Valpuesta, profesor de la Facultad de Derecho, el principal desafío al que se enfrenta hoy el turismo es lograr un equilibro en favorecer una actividad que aporta muchos recursos a países como España; y, por otra, ser respetuoso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Un desafío que atañe a particulares, como empresas y operadores, y a las Administraciones Públicas que, en ocasiones, pueden buscar ingresos por la vía del turismo y se sientan tentadas de relajar la aplicación de la normativa. “Hay que tener normas efectivas y lograr una aplicación razonable de las mismas por mecanismos administrativos y judiciales. Lo que no cabe es la falta de regulación que existía hace décadas y que dio lugar al crecimiento inadecuado de un turismo sin ningún tipo de control”, afirma.
El hotel El Algarrobico, ubicado en el Parque Natural de Cabo de Gata, en Almería, a menos de 14 metros de la costa, será finalmente demolido, tras veinte años de recursos judiciales. En el Cabo de Creus, en una zona rocosa de interés geológico en Girona, un complejo turístico tuvo que ser igualmente derribado para dejar la costa en el estado original y limitar además el acceso y los usos en el paraje. Son dos ejemplos de cómo la aplicación de la legislación para proteger la biodiversidad y el patrimonio natural puede contribuir a impulsar un turismo sostenible.
Valpuesta asegura que existe regulación internacional y nacional que permite sentar la bases para impulsar el sector turístico, que aúne el interés por generar riqueza y contribuir a un modelo responsable. Además, hay normativa no vinculante, como el Código Ético Mundial para el Turismo, que establece principios generales para el turismo responsable y sostenible; y la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas (ONU Turismo), una división de que se ocupa de estos aspectos de turismo sostenible y accesible, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Contamos con legislación pero, ¿se puede decir que hoy las sanciones para prácticas ilegales son efectivas? “En general la normativa de protección medioambiental establece el mecanismo adecuado de infracciones y sanciones imponibles por vía administrativa, pero también la legislación civil o incluso penal permite actuar contra manifestaciones del turismo que perjudiquen a terceros, como toda la regulación que se ha efectuado a nivel autonómico sobre la autorización de pisos turísticos y las sanciones que se establecen para quienes no lo cumplan”, responde Valpuesta.
Hay que tener normas efectivas y lograr una aplicación razonable de las mismas por mecanismos administrativos y judiciales. Lo que no cabe es la falta de regulación que existía hace décadas y que dio lugar al crecimiento inadecuado de un turismo sin ningún tipo de control.
Eduardo Valpuesta, profesor de la Facultad de Derecho
EL TURISMO EN ESPAÑA
En cifras*
55,5
MILLONES DE VISITANTES HASTA JULIO
76K
MILLONES DE EUROS EN GASTO
3
PAÍSES QUE MÁS NOS VISITARON: REINO UNIDO, FRANCIA Y ALEMANIA
* Datos del INE relativos a 2025.