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Santiago Álvarez de Mon, Profesor del IESE, Universidad de Navarra

¿Qué hacemos con los chicos?

mié, 26 may 2010 08:25:40 +0000 Publicado en Expansión (Madrid)

"Si la gente supiera lo duro que he tenido que trabajar para conseguir mi dominio y maestría, no parecería tan maravillosa y milagrosa mi obra". Palabras del joven Miguel Ángel, 24 años, refiriéndose a su obra maestra, la Pietá. Con frecuencia, deslumbrados por los grandes artistas, olvidamos que su hechizo e imaginación es producto de muchas horas de esfuerzo y sacrificio.

La intuición genial suele venir precedida por el trabajo, la voluntad y la perseverancia. Vladimir Horowitz, virtuoso pianista, comparte humildemente un secreto: "Si me salto un día de práctica, lo noto yo. Si me salto dos días, lo percibe mi mujer. Si me salto tres días, lo nota el mundo"! ¡Casualidad!, si hace pellas, su inspiración se evapora. La espontaneidad, la naturalidad y el dominio deslumbrante son consecuencia del entrenamiento y la repetición. Verdad universal en cualquier proceso de aprendizaje, es imprudentemente silenciada o minusvalorada en este país de pícaros, pelotazos y prisas.

Digo esto porque esta misma semana muchas familias se habrán encontrado con la sorpresa de que algunos de sus miembros, estudiantes de la distinguida y exigente universidad española, acaban su curso académico. Todavía estamos en mayo, algunos volverán a las aulas en septiembre, y otros, en octubre. ¡4 meses de asueto! En mi familia, curiosamente, el más pequeño acaba el último y empieza el primero. Lógicamente, los jóvenes más maduros e inquietos diseñan un plan alternativo, un verano solo de sol y copas se puede atragantar. Estancias en el extranjero para mejorar idiomas y empaparse de otras culturas, trabajos menores y dignos para curtirse y llenar bolsillos desiertos, colaboraciones con ONG… las posibilidades son varias y complementarias.

Nada tengo contra el ocio y el descanso de alumnos que se lo han ganado a pulso. Es un premio que, antecedido por el esmero anterior, se me antoja justo. Simplemente, objeto la dosis del mismo. William James advertía con cariño: "Si los jóvenes supieran lo pronto que se convertirán en manojos de hábitos, prestarían más atención a su conducta mientras todavía tienen plasticidad".

Años proclives a estirar músculos y neuronas, si no se aprovechan la vida se cobra intereses en pasajes posteriores. Mucho más fácil entrenar a un joven inexperto que enderezar a un adulto resabiado. Otro desequilibrio. En más de una facultad los estudiantes consiguen negociar una semana de lunes a jueves, con la indiferencia o apoyo tácito del claustro de profesores. La oferta nocturna de ocio, feliz, el botellón gana un día más para causa tan noble.

¿Por qué se le da tanta cancha a los estudiantes en el diseño del currículum académico? ¿Participación, compromiso, o abdicación de la comunidad académica? Un estudiante tiene que participar en clase, incluso poniendo en apuros a profesores que se escuchan a sí mismos predicar teorías superadas. De ahí a cocinar él mismo lo que ha de comer, blandiendo derechos y eludiendo deberes, media un trecho. Luego nos extraña si los mayores arrastran los mismos tics y dejaciones. En el meollo de una crisis larga y profunda, dentro de un certamen internacional hipercompetitivo, ¿es tolerable nuestro índice de absentismo? ¿Qué hay detrás de la expansión internacional de nuestras grandes empresas? ¿Cómo se explica la capacidad de supervivencia de muchas pymes? ¿Talento? Sin duda, pero sobre todo trabajo, mucho trabajo.

Uno de nuestros grandes artistas, Jesús López Cobos, recuerda agradecido sus años de infancia: "Tengo que reconocer que los 6 años que pasé en el seminario fueron decisivos para mi formación. Allí aprendí latín, griego, humanidades, filosofía y música. Te daban una partitura y a leer, como los niños aprender hablar o a leer. Esta práctica diaria fue para mí una gran suerte, aprendí la música por síntesis. Más adelante no me costaba nada leer lo que fuera, tenía el hábito my desarrollado".¿Qué dirán nuestro hijos en el futuro?¿Sufrirá su organismo tirones y agujetas desproporcionados para su desgaste? ¿Dispondrán de una inteligencia voluntariosa, esforzada y concentrada? Preguntas para la sociedad española, las proceso e intento responder como padre de varios universitarios. Me voy a casa, a ver qué se nos ocurre entre todos para llegar al otoño en plena forma, física, intelectual, emocional, espiritual y lúdica.