Albert Mengual, Asistente de investigación en el Navarra Center for International Development. Instituto Cultura y Sociedad, Universidad de Navarra
Angus Deaton y los objetivos de desarrollo
Pocos días después de la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Real Academia de las Ciencias de Suecia otorgó el premio Nobel de Economía a Angus Deaton, profesor de la universidad norteamericana de Princeton. Aunque ambos acontecimientos puedan parecer inconexos, lo cierto es que Deaton tiene una opinión muy consolidada sobre cómo deben enfocarse las políticas internacionales de desarrollo. Sorprendentemente, esa visión no siempre coincide con algunos de los promotores de los ODS.
Según el órgano que concede esos premios Nobel, Angus Deaton ganó el galardón por su labor en el análisis del consumo, la pobreza y el bienestar. Algunos han intentado sintetizar el pensamiento del autor en tres ámbitos específicos, aunque íntimamente unidos entre sí: su forma de medir de la pobreza, su visión de la desigualdad y su particular opinión sobre las ayudas exteriores al desarrollo. En este sentido, Vikas Bajaj recordaba en The New York Times que, en este último punto, Deaton se desmarca de la estrategia de otorgar grandes sumas de dinero a los países en desarrollo.
Él mismo lo explica en su obra El gran escape: salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad, en la que pone de manifiesto que tanto China como India, países ambos que han reducido enormemente sus niveles de pobreza en las últimas décadas, han prescindido de grandes sumas venidas del extranjero, mientras que otras naciones, aun recibiendo proporcionalmente más, han hecho progresos sustancialmente menores. Según Deaton, la clave aquí es cómo estas ayudas influyen en la configuración política, ya que las grandes entradas de capital público extranjero ayudan a mantener ciertos gobiernos en el poder, mermando, según el autor, la democracia participativa y la iniciativa económica a pequeña escala. Como resumía muy bien Kenneth Rogoff para El País hace casi dos años, la cuestión clave para la ayuda al desarrollo es que no se pierda en "mitigar la culpa de los donantes más que para solucionar las dificultades de los receptores".
Ante este panorama, algunos apuntaron a que la concesión del Premio Nobel de Economía a Angus Deaton suponía un severo revés a ciertas instituciones de desarrollo internacional, entre ellas los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Así pues, Ferdinando Giugliano se encargaba de recordar en Financial Times que Deaton había criticado esa agenda global de las Naciones Unidas, diciendo que "no era un gran fan" al ser ésta difícil de medir y que, a su vez, gran parte de la misma representaba a un conjunto de personas que querían sencillamente "sentirse mejor".
Ante estas afirmaciones, Emily Garin, analista en la División de datos, investigaciones y formulación de políticas de UNICEF y, además, antigua alumna del Profesor Deaton en la Universidad de Princeton, sorprendía a todos con el convencimiento de que el Premio Nobel de Economía era una excelente noticia para el mundo del desarrollo internacional. Según Garin, debe tenerse en cuenta la insistencia de Deaton en ver más allá de las grandes estadísticas, frecuentemente encubridoras de fuertes desigualdades, y descender a los datos más concretos de los hogares. Garin asegura que UNICEF comparte ese enfoque a lo hora de determinar cuáles son las políticas que deben llevarse a cabo para apoyar eficazmente a los más desfavorecidos. En relación con los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, Garin pone de manifiesto tres ámbitos específicos de la investigación de Deaton que, según ella, pueden ser claves a la hora de tomar decisiones acerca de cómo ejecutar esos Objetivos: los datos de los hogares, el papel de la salud y la importancia de los sistemas políticos democráticos y estables. Así pues, gran parte de los argumentos de Deaton en contra de ayudas extranjeras los recupera Garin y los armoniza con el documento aprobado por la Asamblea General de la ONU semanas atrás.
Sea como sea, es evidente que Deaton no es muy amigo de las grandes estrategias globales para la solución de los problemas relacionados con la pobreza y el desarrollo. Por este motivo, resulta aun más meritorio que haya quienes intenten integrar las conclusiones de una negociación intergubernamental a gran escala como es la Agenda Post-2015 con los estudios rigurosos de alguien que ha acaba de ser premiado con el Nobel de Economía y que además demuestra, al igual que la ONU, una voluntad expresa de querer erradicar la pobreza extrema antes de 2030. Al fin y al cabo, la unión de fuerzas e ideas es esencial para tener éxito en un negocio tan complejo como el de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.