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Juan Antonio Ramos-Yzquierdo, Profesor de la Facultad de CC. Económicas y Empresariales, Universidad de Navarra

¿El tiempo es oro?

mié, 05 may 2010 08:43:37 +0000 Publicado en Expansión (Madrid)

El otro día tuve ocasión de asistir a una conferencia sobre las consecuencias de la crisis. Comprobé a los pocos minutos de dar comienzo que reinaba un profundo aburrimiento en el ambiente. Resultó ser soporífera y, para mi pesar, pude confirmar mientras caía en un progresivo estado de letargo que el ponente no tenía la más mínima intención de conectar con su audiencia y, mucho menos, de rescatarla de su sueño, como cabe esperar en estos casos. Cuando el orador concluyó su perorata, la conclusión de los presentes era clara: "este señor ha perdido el tiempo y, lo que es peor, nos ha hecho perder el tiempo a los que hemos venido a escucharle".

Si nos paramos a pensarlo, encontraremos infinidad de formas de perder el tiempo o facilitar que otros nos lo hagan perder. Sirva de ejemplo encender la televisión y la pérdida de tiempo está casi garantizada.

En el terreno laboral, a lo largo de los años he podido comprobar en carne propia cómo dentro de la mayoría de las empresas de este país el tiempo de las personas parece no tener valor. La consecuencia de esto es una de las enfermedades crónicas que sufrimos, vulgarmente llamada "echar horas", "me quedo hasta tarde por el que dirán", "aquí lo importante para prosperar es no irse antes que el jefe" o "tú quédate hasta tarde, que eso es lo que importa", aunque estés como el paisano que está sentado en una estación viendo pasar los trenes.

Lo lamentable de esta situación es que lo importante no es la calidad del trabajo, sino la cantidad, no importa tanto lo que se hace como el tiempo que tardamos en hacerlo. Esto es paradójico y va contra todas las reglas de la productividad y del sentido común. Si el tiempo es un recurso escaso, aprovechémoslo. Además, cuanto más tiempo dedicamos a completar una tarea o un objetivo, menos productiva es nuestra actividad, o dicho en un lenguaje más claro, todo el tiempo que perdamos en el trabajo hace que nuestro trabajo sea menos productivo.

Es curioso comprobar como en otros países más civilizados y ‘aburridos' se respeta escrupulosamente la puntualidad y se valora el tiempo del otro. Está mal visto quedarse hasta tarde en el trabajo, porque eso es un síntoma inequívoco de improductividad y es hasta poco profesional. Si te quedas más tiempo en la oficina es porque no has hecho bien tu trabajo en el tiempo que debías hacerlo.

‘Spainis different'

"Aquí somos así", dicen algunos. "Perdemos demasiado tiempo para comer", aseveran certeramente otros. "Eso lo tienen que cambiar los jefes dando ejemplo y yéndose los primeros", apostillan otros tantos. La cuestión es que la casa sigue sin barrer y nuestra productividad da pena.

El problema de fondo es que no se valora el tiempo. El tiempo es oro sólo en el refrán. Nadie tiene derecho a hacernos perder el tiempo, ni siquiera nosotros mismos. El tiempo es lo más valioso que tenemos, tanto para trabajar como para disfrutar y aprovechar nuestra vida.

Valorar el tiempo es darle la importancia que merece, tanto al tiempo de trabajo como al tiempo de ocio. Se trata de equilibrar nuestra balanza y de respetar también el tiempo de los demás.

Si todas las empresas valoraran justamente este precioso recurso, otro gallo nos cantaría. Palabras como "conciliación", "horario" o "puntualidad" empezarían a tener sentido. Creo que viviríamos mejor y seríamos más productivos.

No estaría mal aprender de esos países ‘aburridos', centrarnos en la calidad y la excelencia de nuestro trabajo y cambiar costumbres improductivas a favor de nuestra calidad de vida.