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"El cuidado de los demás no es solo una cuestión fundamentalmente ética sino también una práctica estética"

Yuriko Saito, filósofa y referente en el ámbito de la estética de lo cotidiano, interviene en un congreso internacional organizado en la Universidad de Navarra

La filósofa japonesa Yuriko Saito, una de las figuras más reconocidas del mundo en el ámbito de la estética, ha visitado España por primera vez, invitada por la Universidad de Navarra, para participar en el IX Encuentro Ibérico de Estética: arte y vida.

Nacida y criada en Japón, esta profesora emérita de la Rhode Island School of Design (Estados Unidos) ha enseñado filosofía e impartido clases sobre responsabilidad ecológica en el arte y el diseño, estética japonesa, estética cotidiana y filosofía de la naturaleza durante casi 40 años.

Sus obras, “Everyday Aesthetics” y “Aesthetics of the Familiar: Everyday Life and World-Making”, han sido publicadas por Oxford University Press. Además, esta última recibió el premio a la monografía más destacada de la American Society for Aesthetics. Su libro más reciente es “Aesthetics of Care: Practice in Everyday Life”.

Premio John R. Frazier a la Excelencia en la Enseñanza del RISD (Rhode Island School of Design), es editora de Contemporary Aesthetics, la primera revista de estética en línea, de acceso abierto y revisada por expertos, y asesora editorial de The British Journal of Aesthetics. 

En el congreso, organizado por la Facultad de Filosofía y Letras, la Escuela de Arquitectura, y la Sociedad de Estética y Teoría de las Artes, Saito ha hablado sobre la relación de cuidado con los objetos cotidianos, una cuestión que también aborda en la siguiente entrevista. 

1. Usted habla de cómo la disciplina estética se ha centrado exclusivamente en el arte, olvidando lo cotidiano. ¿Qué papel juega la estética en nuestros hogares o lugares de trabajo? ¿De qué manera nos puede ayudar a realizar acciones tan cotidianas como limpiar, por ejemplo?

Así es. Tradicionalmente, en Occidente, la estética ha estado especialmente centrada en el ámbito artístico. Y aunque es relevante, por mi experiencia como profesora en una escuela de Diseño, he visto que las cuestiones no centradas en el arte también influyen en la calidad de vida de las personas.

En el ámbito doméstico nos encontramos continuamente con objetos a cuya dimensión estética no prestamos atención. Sin embargo, hay muchísimas cuestiones estéticas intrínsecas en acciones tan cotidianas como hacer la cena o limpiar una habitación.

Sucede lo mismo en el ámbito laboral. Normalmente prestamos atención a consideraciones prácticas, pero también podemos encontrar otras dimensiones estéticas, como la disposición del espacio (jerárquico o igualitario), o la forma de interactuar con los clientes o, en el caso de la universidad, con los estudiantes.

2. En una sociedad donde el cuidado del hogar es a veces denostado y donde las tareas se perciben como una carga, ¿qué se puede hacer para cambiar esta percepción?

Este es un tema muy interesante sobre el que he profundizado mucho de un tiempo a esta parte. Tradicionalmente, las tareas del hogar han sido realizadas por mujeres o han sido consideradas trabajos serviles realizados por minorías. Es fundamental mejorar la percepción que tenemos de estas tareas, porque son esenciales para el individuo y para la sociedad, y, sin embargo, de algún modo, se siguen manteniendo invisibles. 

Las tareas del hogar requieren unas habilidades y unos conocimientos, pero también una imaginación y una creatividad para realizarlas. Son múltiples los juicios estéticos que tienen que ver con las labores del hogar: muchas tareas las hacemos de manera automática, por ejemplo, planchar una camisa, pero ahí también hay un cierto arte. Además, tienen una función primordialmente estética: quitar el polvo de una mesa no va a mejorar su funcionalidad, o podré seguir usando una camisa aunque no la limpie, pero lavamos la ropa o quitamos el polvo por una cuestión estética. 

3. En su sesión ha apuntado que algunos proyectos artísticos pueden ayudar a visibilizar y devolver la dignidad a las tareas del hogar. ¿De qué manera?

Algunas performances, películas o pinturas que he puesto como ejemplos en mi sesión ayudan a mostrar ese aspecto invisible de las tareas del hogar que mencionaba anteriormente. Sin embargo, para que estas obras de arte tengan un efecto real en nuestra vida, no podemos limitarnos a la mera observación, a ser simples espectadores; tenemos que experimentar esas tareas directamente y llevarlas a la práctica. 

El reto está en hacer el ejercicio de interiorizar las actividades que estamos observando en esas piezas artísticas y hacernos conscientes del modo en que nos relacionamos con dichos objetos.

4. Usted ha estudiado la estética del cuidado. ¿De qué manera está implícita la estética en el cuidado de la familia? ¿Y en el cuidado de los mayores?

En estos casos, la estética tiene que ver con el modo en que llevamos a cabo una acción. Yo lo defino como “estética corporal”, es decir, tiene que ver con las diferentes formas en que una misma acción puede llevarse a cabo.

Muchas veces, una acción moral está determinada por los aspectos estéticos que involucra. Por tanto, el cuidado de los demás no es solo una cuestión fundamentalmente ética sino también una práctica estética.  El tono de voz, la expresión facial, los gestos con los que se realiza esa acción son importantes para que sean un verdadero cuidado del otro.

Esta sensibilidad para cuidar bien de los demás se debe desarrollar con la práctica y en esto juega un papel muy importante la empatía, la apertura hacia el otro, ponernos en su lugar para intentar ver el mundo con sus términos. En este caso, la imaginación, entendida como una habilidad estética, juega un papel fundamental. Es igual que en el arte: las obras se han de juzgar con sus propios términos y no arrojando nuestro propio mundo a la obra, porque eso sería injusto.

5. En su intervención ha señalado que los objetos cotidianos, más allá de servir a nuestras necesidades inmediatas, también pueden expresar cuidado por nosotros y por otros. ¿En qué medida? ¿Cómo se concreta esta afirmación?

Se podría decir que hay dos categorías de objetos que muestran cuidado y respeto por los demás. En una, el propio diseño del objeto está pensado para el deleite de la persona, tiene en cuenta al otro y proporciona ese cuidado. Por ejemplo, en Japón es habitual que las formas de los caminos hagan meandros y no sean totalmente rectos, de modo que quienes pasan por ahí puedan contemplar y disfrutar el entorno desde diversos ángulos. En última instancia, están pisando una baldosa que cumple perfectamente su función, pero su diseño estético permite deleitarte y sentirte más inmerso en el lugar. 

En la segunda categoría entrarían aquellos objetos que no nos proporcionan un disfrute, pero que en la práctica llevan cuestiones estéticas implícitas y expresan cuidado por los demás. Por ejemplo, en la entrada de la Universidad había un tótem para envolver el paraguas en un plástico. Es algo sencillo, nada espectacular, pero se ha pensado para que quienes entren no se mojen la ropa o se ensucie el suelo del edificio. El diseño de las cosas puede mostrar que ha sido hecho con respeto y cuidado por los demás.

6 ¿Cómo podemos cultivar nuestra sensibilidad estética para aprender a apreciar y valorar las tareas relacionadas con el cuidado y alcanzar, así, una sociedad más humana?

Creo que es algo que debería inculcarse desde niños. Los colegios tendrían que ofrecer una educación estética que no se redujera solamente a la dimensión artística. Por ejemplo, llevar a cabo talleres para aprender a arreglar objetos permitiría que los niños reflexionaran sobre cómo se sienten cuando realizan ese ejercicio o sobre la forma en la que se relacionan con el cuidado del objeto y, en última instancia, de los demás. 

Por otro lado, creo que habría que implicar a los niños en la decoración de los entornos; permitirles compartir cómo se sienten con la disposición de los objetos. Mi sueño, aunque quizás utópico, es una democracia estética en la que todos pudiéramos opinar sobre cómo el diseño de nuestro entorno nos trata o no con cuidado.  De este modo, con los diferentes puntos de vista, podríamos entender mejor las necesidades de los distintos individuos.

En este sentido, creo que es necesario formar a las personas en una mirada crítica de nuestro entorno para que sepan detectar, no solo un diseño que no nos tiene suficientemente en cuenta, sino también el diseño que la industria capitalista ha llevado a cabo para estimularnos, en ocasiones manipularnos y orientar nuestra conducta.

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