Las relaciones personales significativas: una vacuna contra el individualismo y la soledad en la tercera edad
La VII Conferencia de la Cátedra IDEA de Nuevas Longevidades ha tratado el individualismo como un nuevo reto del envejecimiento demográfico

FotoManuel Castells
/La Cátedra IDEA de Nuevas Longevidades se enmarca en el Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra
26 | 09 | 2025
Dolores López-Hernández, profesora titular de Geografía Humana de la Universidad de Navarra, ha impartido la VII Conferencia de la Cátedra IDEA de Nuevas Longevidades titulada '¿Una sociedad intergeneracional? El papel de las relaciones en la sociedad del individualismo'. Para la experta, uno de los mayores retos del envejecimiento demográfico es recuperar el valor de las relaciones, algo necesario para una vejez plena y significativa. Sin embargo, ha advertido que las relaciones significativas están en riesgo en una sociedad cada vez más individualista, materialista y centrada en el éxito. El utilitarismo, el narcisismo o el uso de la tecnología, entre otros factores, “nos ha ido progresivamente aislado y creando hábitos marcadamente individualistas”. Ser mayor en una sociedad tan individualizada genera retos que no existían hace 100 años.
Según la encuesta de valores europeos, en España, más del 90% de la población afirma que lo más importante es la familia. No obstante, aunque se sigue valorando a la familia, la profesora ha lamentado que primen cada vez más las lógicas individualistas. “Vivimos en una sociedad muy rápida donde se ha perdido espacio para compartir, para ir con sosiego, para conversar -ha señalado. Nuestras agendas están llenas y se comparte menos espacio y tiempo con las personas que tenemos a nuestro lado y, especialmente, menos tiempo con las personas mayores”.
Esto tiene como consecuencia un importante aumento de la soledad, que se da incluso en espacios de convivencia. Para López-Hernández es necesario analizar las implicaciones que tiene la pérdida de vínculos para todas las personas, priorizando a los jóvenes y las personas mayores. Ha explicado que los mayores, en su infancia y juventud, han vivido en sociedades con vínculos muy fuertes, por lo que sus antecedentes familiares les hacen sentir todavía más la ausencia de vínculos. Por su parte, los niños y jóvenes están viviendo una etapa crucial para su desarrollo personal con relaciones personales muy líquidas, utilizando la expresión de Bauman.
Asimismo, la profesora ha destacado que la estructura de las familias ha cambiado y ha disminuido el núcleo familiar: hay menos hijos, hermanos, menos tíos… Sin embargo, en paralelo, hay más generaciones que conviven biográficamente. Nunca han convivido en vida tantas generaciones a la vez. El valor de la familia sigue siendo importante, aunque haya cambiado su estructura y dediquemos menos tiempo los unos a los otros.
Apuesta por las relaciones de valor
Esto también supone una parte positiva: “Cada vez hay más experiencias intergeneracionales y mayor protagonismo de los mayores en la sociedad activa, en la sociedad del voluntariado”. La tercera edad se marca a los 65 años, edad tradicional de la jubilación, pero cada vez se llega a esta edad con mejor salud y más medios económicos, abriendo nuevas posibilidades a estas generaciones.
La población mayor es cada vez más importante en el conjunto de la sociedad y cada vez más diversa y heterogénea. La tercera edad se ha marcado tradicionalmente con la jubilación, los 65 años, pero cada vez se llega a esta edad con mejor salud y más medios económicos, al mismo tiempo ha aumentado el número de centenarios. Es preciso, afirma López-Hernández, desarrollar estrategias para mostrar a la sociedad que la clave de la cohesión social, de la felicidad de las personas está en la calidad de las relaciones personales interpersonales. Para la experta, todos necesitamos relaciones significativas, los mayores tanto o más, porque tienen más tiempo y están más solos.
“Hoy en día, ser mayor es una oportunidad para desarrollar estrategias y para mostrar a la sociedad que lo que nos enriquece son las relaciones personales, al contrario del individualismo”, ha incidido. Para la experta, todos necesitamos relaciones significativas, los mayores tanto o más, porque tienen más tiempo o están más solos.
Una forma de mejorar la calidad de las relaciones interpersonales es a través del crecimiento personal en la gratitud: “Vivimos en una sociedad en la que parece que todo nos es debido. Una sociedad muy crítica y polarizada. La gratitud, entre otros valores, es una inyección contra el individualismo”, ha destacado. Esta virtud nos ayuda a ser conscientes, pararnos a pensar y a reconocer cuán importantes son los demás en mi felicidad cotidiana. De hecho, hay numerosos estudios médicos que señalan cómo el agradecimiento aumenta la positividad, el altruismo y la felicidad y nos ayuda a valorar la vida real y no el mundo irreal que aparece en las redes. “La gratitud nos ayuda a comprender y a valorar al otro como único e irrepetible, y aceptarles y quererle a pesar de sus limitaciones; limitaciones que también nosotros tenemos”, ha puntualizado.
El impacto del cuidado
Para López-Hernández, el envejecimiento significativo empieza en la infancia: “Se envejece como se vive y uno va aprendiendo a envejecer de manera significativa cuando va descubriendo a lo largo de su vida, especialmente en los años de la juventud, el sentido y propósito de tu vida y la importancia de compartir la vida”. También ha considerado importante ser consciente del paso del tiempo y de que te vas haciendo mayor. Lógicamente, no depende solo de uno mismo, ya que las relaciones son bidireccionales. La red familiar y social debe ser consciente de las limitaciones y necesidades de compañía de ese momento vital. “Cada vez vivimos más años en dependencia y esto tiene un gran impacto en toda la red familiar”, ha incidido.
En este contexto, ha destacado el valor el cuidado. Ha lamentado el drama de personas mayores que están solas porque no tienen familia o porque la familia no puede o no quiere cuidar de ellos. El valor del cuidado es también esencial aprenderlo desde la infancia y por ello, ha señalado la importancia de involucrar también a los nietos en el cuidado de los abuelos enfermos. “El cuidado es clave para poner en valor a cada individuo como único e irrepetible, independientemente de su estado de salud”, ha expuesto. Así se ponen también en relieve las relaciones interpersonales, que enriquecen tanto al que da como al que recibe. La experta ha concluido que “hay que poner en valor las lógicas del don por encima de la lógica del yo y, de esta manera, tendremos una enriquecedora y auténtica sociedad intergeneracional”.