Moisés P. Sánchez presenta el viernes 31 de marzo (19:30 h) en el Museo Universidad de Navarra Tractatus, un viaje a través de los lenguajes del piano, que explora desde la música clásica al jazz, la electrónica y la libre improvisación. El músico, de imaginación sorprendente, premiado dentro y fuera de nuestras fronteras, se inspira en el libro homónimo de Ludwig Wittgenstein, con motivo de su centenario en 2021, para crear esta pieza que presenta un diálogo en el que música y filosofía se dan la mano. Las entradas cuestan 14 y 16 euros. El 30 de marzo (19 h), Sef Hermans, musicólogo, y Paloma Pérez Ilzarbe, profesora de filosofía analítica, moderados por Nathaniel Barrett, filósofo y músico, debatirán en torno a esta propuesta en una nueva sesión del ciclo Cómo hacer cosas con… Entrada libre previa retirada de invitación hasta completar aforo.

“A través de distintos aforismos del Tractatus de Wittgenstein y de un proceso de documentación de su vida, articulé siete movimientos inspirados en el pensamiento principal que se estructura en el libro, que trata sobre la lógica y el pensamiento. La música, aun siendo un lenguaje, nos provoca pensamientos y emociones para los que muchas veces el pensamiento lógico no alcanza, pero que contiene todo el significado para nosotros y que sentimos y vemos con una claridad apabullante”, explica el músico.

En este sentido, señala que le resulta “muy interesante contraponer y buscar esta sensación en las composiciones que planteo y tener enfrente los razonamientos principales del Tractatus, que en esencia promulga que todo lo que no podemos articular y exponer a través del lenguaje y el pensamiento lógico carece de sentido. Yo no estoy totalmente de acuerdo con esta idea, y además me dedico a un arte que creo llega precisamente a esos rincones y huecos que desafían esta lógica, por lo que esta idea era lo que me parecía realmente interesante contrastar, y enfrentarme a ella. Evidentemente, en un proceso así, todo es muy subjetivo y abstracto en cierto sentido, pero el anhelo es buscar esos huecos para plantear mis dudas acerca de las ideas principales y de las que, de hecho, Wittgenstein se retractó al final de su vida por lo que parece”.

El resultado son siete composiciones basadas en distintos lenguajes: “Hay bastante improvisación amparada en el lenguaje jazzístico contemporáneo, composiciones con una estética muy cercana a la música de la primera mitad del siglo XX (Bartôk, Stravinsky), momentos de improvisación libre y momentos muy reflexivos, intentando acercarme a un estar meditativo, sobre todo en la recta final del concierto”, apunta.

Para el artista, esta diversidad de lenguajes “son anclajes que un músico tiene a su disposición para intentar plasmar distintos tipos de emoción. Se pueden llegar a varios estados a través de los mismos recursos, y depende mucho de cómo los aborda el propio intérprete o creador. En este caso, la persona que improvisa también es la que compone, y muchas veces me gusta llevar al límite el lenguaje que empleo improvisando, como una deriva hacia la atonalidad o politonalidad, por ejemplo, para yuxtaponerlo con una idea de lenguaje verbal”.

En este sentido, apunta que “el silencio también es importante, porque puede ser la forma de comunicación más poderosa que existe, pero en el momento justo y usado de la manera adecuada. En esos momentos, por ejemplo, no hay sonido, pero transmitimos una emoción que nos llega y que articulamos en nuestro pensamiento. Cada uno le da su forma y lo traspone y acomoda según su estar y experiencia en la vida, y eso es realmente apasionante”.

Con esta propuesta, Sánchez busca transmitir en el escenario el proceso solitario del filósofo, la creación tanto lógica como intuitiva de su pensamiento en tiempo real a través de un lenguaje moderno, contemporáneo y sin ambages.