2019-05-23-Noticia-ECLE-Enrique Solano

“La excelencia académica no está directamente relacionada con el ateísmo, es posible ser buen científico y católico”. Así lo afirmó en la Universidad de Navarra el doctor en Ciencias Matemáticas y miembro de la Sociedad de Científicos Católicos, Enrique Solano Márquez. Sus palabras se enmarcan el seminario de mayo organizado por el Grupo ‘Ciencia, Razón y Fe’ (CRYF) titulado “La relación ciencia-fe contada a los jóvenes”.

El profesor Solano señala que “se puede establecer un perfecto encaje entre ciencia y fe, aunque a veces el mensaje de la religión se vea como un obstáculo para el progreso”, e incidió en que es un error considerar que Dios y la ciencia están en el mismo plano y que son dos factores de una ecuación de suma cero, es decir, si una suma, la otra tiene que restar. “Prueba de ello es la astronomía, una de las ciencias que más favorecen el acercamiento entre ciencia y fe”, dijo.

El investigador del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) de Madrid hizo hincapié en la necesidad de ofrecer actividades de formación y divulgación para los jóvenes que permitan desmontar y dar réplica a los mensajes erróneos sobre ciencia y fe que, desde hace décadas, se transmiten a la sociedad. Entre estos mensajes destacó algunos como que ‘un buen científico tiene que ser ateo’, que ‘la religión es superstición y va en contra de la ciencia’, o que ‘todo el mundo sabe que la Iglesia ha atacado desde siempre a la ciencia porque ha temido perder la posesión de la verdad’. Asimismo, planteó la necesidad de establecer una argumentación razonada y la exposición de realidades y hechos.

A lo largo del seminario, el profesor Solano se centró en transmitir las experiencias que ha adquirido realizando esta labor y afirmó que “los católicos tenemos la obligación de dar un paso adelante y transmitir que esa armonía entre ciencia y fe es posible”. Para ello propuso varias cosas: “En primer lugar, dar la cara en nuestros centros de investigación y tener la formación necesaria para poder argumentar.  Y, en segundo lugar, dar el salto a la sociedad para que los estudiantes que se han formado en un colegio católico, al llegar a la universidad, no se vean en la tesitura de tener que elegir entre su fe o la ciencia”.