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Ignacio Uría, de la Universidad Rey Juan Carlos, ha impartido un seminario del Grupo de Investigación en Historia Reciente (GIHRE) de la Universidad de Navarra, donde ha abordado la figura de Golda Meir.

Refugiada con ideales

Primera Ministra de Israel entre 1969-1974, emigró al país desde Estados Unidos en 1921. Aunque nacida en el seno de una familia judía en Kiev en 1898, Golda Meir poseía la nacionalidad estadounidense. A principios de siglo, emigró con su familia a Milwaukee (Estados Unidos), donde entró en contacto con la comunidad de emigrados del Imperio ruso. Todavía muy joven, con catorce años, se negó a aceptar un matrimonio concertado por sus padres y abandonó su casa para vivir con su hermana Sheyna en Denver. En el hogar de su hermana, comprometida políticamente, frecuentó un ambiente donde el socialismo se mezclaba con el sionismo. Allí conoció también a su marido, Morris Meyerson, con quien, en 1921, cumplió su deseo de emigrar a Israel. Este segundo gran viaje y su juventud rebelde describen a una mujer que, como recordó Uría, “siempre se sintió una refugiada”.

Ya en Israel, el joven matrimonio se instaló en un moshav, institución similar a los célebres kibutz, donde se dedicaron a la agricultura. Allí Golda se distanció de su marido. Aunque la ruptura se produjo años más tarde, en 1945, éste no acabó de acostumbrarse a la vida agrícola y a la militancia política de su mujer. Desde el moshav, Golda dio el salto a la política nacional a través de la rama femenina del sindicato único. Para Ignacio Uría, una nota a destacar es el idealismo de esta generación de políticos israelíes: “Buscan en el socialismo una alternativa al bolchevique, pero basada en el sionismo, con el objetivo único de buscar un Estado para Israel”.

“No podemos mantener un Estado en tiendas de campaña”

En 1948 fue proclamado el Estado de Israel. Golda Meir fue entonces nombrada representante de Israel en la URSS, donde, según ha explicado Uría, con su austeridad e ideas socialistas organizó la embajada como si de un kibutz se tratara. Pero apenas un año más tarde y gracias a su vinculación al sindicalismo recibió otro encargo. Un viejo conocido de su época en los Estados Unidos, el primer ministro Ben-Gurión, la llamó a ocupar el Ministerio de Trabajo. Allí hubo de habérselas con el complejo problema de la diversidad de los recién llegados al nuevo país. Construyó casas, consiguió recursos, arraigó familias... “No podemos mantener un Estado en tiendas de campaña”, solía afirmar, como ha recordado el profesor Ignacio Uría.

En 1956 fue nombrada Ministra de Asuntos Exteriores, donde selló una alianza con la Francia de Charles de Gaulle e inició una nueva guerra durante la crisis de Suez. Durante diez años se encargó de las relaciones exteriores de Israel. Sin embargo, su momento político decisivo fue su elección como Primera Ministra en 1969. En este cargo hubo de lidiar con la crisis de los Juegos Olímpicos de Múnich (1972), que en palabras de Uría fue “el momento más duro en la carrera de Golda Meir” y la Guerra del Yom Kippur (1973). En 1969, Meir había visitado a Richard Nixon, del que logró su apoyo tácito al programa nuclear de Israel. Para Meir, dado que Israel no contaba con petróleo, la energía nuclear debía ser la garantía de su supervivencia. Durante su mandato, mantuvo un estilo apegado a lo cotidiano y basado en su trayectoria política comenzada en la casa de su hermana y las granjas del moshav. En este sentido, Uría ha recordado en su seminario que Golda Meir pensaba que “se podía hacer una política de alto nivel sin dejar de ser una persona normal”.

Ignacio Uría es especialista en la historia de Cuba y autor de Iglesia y revolución en Cuba (premio internacional Ateneo Jovellanos 2010) y Bajo dos banderas: religión y política en Cuba durante la primera ocupación americana (1899-1902). En el ámbito de los estudios sobre la mujer, es profesor del curso online que organiza el Grupo de Investigación en Historia Reciente (GIHRE) de la Universidad de Navarra.