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Un par de imágenes del siglo XVII del castillo de Javier (II)


FotoCedida/Grabado de San Francisco Javier y el castillo por Karl Gustave Amling. Javier, Fondo Schurhammer, detalle.
Otra estampa con el santo y el castillo como protagonistas

En el fondo iconográfico recogido por el gran biógrafo de Javier, el padre G. Schurhammer, se conserva una fotografía de un grabado a buril abierto, a fines del siglo XVII, por Karl Gustave Amling (Nuremberg, 1651-1702) que perfeccionó su arte en París, por dibujo del pintor Johann Andreas Wolf (Munich, 1652-1716). 

El protagonismo lo tiene el santo adorando el nombre de Jesús en una aureola solar. San Francisco Javier viste con hábito de peregrino, luce el corazón llameante, y porta sus atributos habituales: la cruz del misionero en una mano y la concha de bautizar en la otra. Los ángeles le coronan y sostienen el bordón, mientras un infiel arrodillado se dispone a ser bautizado, sin que falte una filacteria que nos habla de las miles y miles de leguas que caminó el santo en sus afanes apostólicos. A sus pies aparece un busto destrozado de una deidad de los gentiles, para insistir en la verdadera doctrina predicada por Javier y su triunfo. Del sol aludido con el anagrama de Cristo parten numerosas cruces que hacen referencia a las penalidades que iba a pasar en sus tareas en las misiones, y no es privativa de San Francisco Javier, como ha hecho notar en su estudio iconográfico del santo navarro Gabriela Torres Olleta. En el caso de Javier, la escena habría transcurrido en el hospital de Venecia en un acto heroico con un pobre enfermo, cuando Javier tuvo que vencerse a sí mismo. Fue entonces cuando el Señor le mostró un sinnúmero de cruces como muestra de los trabajos que había de padecer en las Indias, ante lo que Javier exclamó: “Más, más, más Señor”. A partir de aquel pasaje, las cruces aparecerán junto a Javier en diversos tipos iconográficos.

Frente a la figura del santo jesuita, se figura un gran torreón desmochado con la figura del Cristo milagroso transportado por ángeles que parecen llevar y traer la imagen del Crucifijo. En el interior de la construcción se numeran dos estancias correspondientes a la santa capilla y al oratorio del Santo Cristo.

La inscripción de la parte inferior da buena cuenta del fin de la estampa, al resaltar al santo como apóstol de las Indias y el milagro obrado por el Cristo de Javier, al que se representa en gran aureola milagrosa de luz. Sobre la santa capilla ya hemos tratado en el anterior ejemplo. Sobre la del Cristo, hemos de recordar que el relato legendario sobre todo lo ocurrido con la imagen venerada y el santo jesuita ya se recoge en 1586 en una relación en donde se lee: “Tiénese por cosa muy verdadera que le vieron sudar todos los viernes del año que murió el P. Francisco Javier: y comenzó a hacer este milagro un viernes a las nueve de la noche: y de personas muy principales y verdaderas se sabe esto”. Otros testimonios insistieron en aquel suceso milagroso durante el siglo XVII. Así, Trigaultius, autor de la Vita Gasparis Barzaei (Amberes, 1610) afirma que, en su visita al Castillo de Javier en 1606, oyó referir la tradición del sudor de sangre a criados dignos de fe y al heredero de Javier. Tras estudiar el asunto de críticamente y expurgar el relato halló “que era una tradición de familia propagada a la posteridad no con tanto intervalo de tiempo que pueda ser oscura”.

Otras fuentes más próximas a la realización del grabado insisten en lo mismo. Así, sabemos que don Joaquín de Huesa y Agüero, infanzón de Sos, ordenó en su testamento, en 1671, la fundación de una casa jesuita en aquella localidad aragonesa “en obsequio y culto del glorioso Apóstol de las Indias San Francisco Xavier por ser vecino y natural de aquella tierra y venerarse en el Castillo llamado de Xavier distante una legua corta de dicha villa de Sos así la pila donde el Santo fue bautizado como una efigie de un Crucifixo que según tradición antigua sudaba siempre que el Santo padecía grandes trabajos en la India Oriental y demás Reynos del Xapón donde fue su apostolado y en el año en que dicho santo apóstol murió sudó asimismo sangre todos los viernes de aquel”. El padre fray Raimundo Lumbier, carmelita calzado natural de Sangüesa, en una de sus obras, publicada en Zaragoza en 1678, se reafirmaba en los mismos datos.

No fueron estas estampas calcográficas las únicas que mostraban el castillo con el Santo Cristo y la abadía. Un pequeño grabado firmado por J. Lenoir, más popular que los anteriores y sin la figura del santo, muestra el torreón con el Cristo transportado por los ángeles con el fondo de los Pirineos.


Grabado de San Francisco Javier y el castillo por Karl Gustave Amling. Javier, Fondo Schurhammer

Para saber más

FERNÁNDEZ GRACIA, R., San Francisco Javier Patrono de Navarra. Fiesta, religiosidad e iconografía, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2006
FERNÁNDEZ GRACIA, R., El fondo iconográfico del P. Schurhammer. La memoria de Javier en imágenes, Pamplona, Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, 2006
FERNÁNDEZ GRACIA, R., Imagen y mentalidad. Los siglos del Barroco y la estampa devocional en Navarra, Madrid, Fundación Ramón Areces, 2017
TORRES OLLETA, G., Redes iconográficas: San Francisco Javier en la cultura visual del Barroco, Pamplona, Universidad de Navarra - Madrid, Iberoamericana, Frankfurt am Main, Vervuet, 2009

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