Tras las huellas de los imperios: un congreso del ICS analiza las claves de nuestro tiempo a la luz del pasado imperial de Oriente y Occidente
El Congreso ‘Empires: Experiencie, Memory and Idea’, que reunió a expertos de disciplinas como la historia, las relaciones internacionales, la literatura y el cine, puso fin al "Reto ICS 2024-25"

22 | 10 | 2025
¿Cómo pervive el legado de los imperios hoy? ¿Un imperio puede resurgir? ¿Cómo aborda Occidente su pasado colonial? Estos son algunos de los interrogantes que se exploraron en el Congreso Internacional ‘Empires: Experience, Memory and Idea’, organizado por el Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra. Del 1 al 3 de octubre, reunió a expertos de países como Estados Unidos, Turquía, Suecia, Irán y Reino Unido, además de España, que debatieron sobre las huellas del pasado imperial, las políticas en torno a la memoria y los nuevos colonialismos, entre otras cuestiones. El congreso supuso el broche al Reto ICS 2024-2025 “Orientalismo y occidentalismo: miradas cruzadas”.
El investigador Javier Gil Guerrero, director del Reto ICS, explica que, actualmente, “existe un debate sobre cómo afrontar la cuestión del pasado imperial y colonial de Occidente, un tema que se ha trasladado desde el mundo educativo, literario y cienematográfico a la política y la sociedad”. En este sentido, revisitar este pasado afecta a ámbitos como los colegios, las universidades, los museos y las plazas públicas. “Hay un proceso de reimperialización de antiguos imperios que están tratando de volver a recrear su esfera imperial, como es el caso de Rusia o China, y todos los conflictos derivados de estas otras potencias que buscan restaurar y rescatar su pasado imperial”, subraya.
A la luz de este análisis, el congreso permitió seguir profundizando en ámbitos que ya se han venido estudiando a lo largo de todo el curso en torno a la relación entre Oriente y Occidente. Además, ofreció algunas de las claves para comprender mejor nuestro tiempo y abordar retos en torno a la identidad, la memoria y las relaciones geopolíticas, sociales y culturales. El historiador Peter Heather, profesor del King’s College de Londres, impartió una conferencia en la que analizó los paralelismos y diferencias entre la caída del Imperio Romano y la crisis actual de Occidente.
En opinión del experto, el estudio de la caída del Imperio Romano es un buen espejo para repensar nuestro tiempo: “Ayuda mucho porque es un fenómeno histórico enorme y vemos la historia completa. Es el estado más grande que ha existido en la Eurasia occidental y, además, duró una cantidad extraordinaria de tiempo: medio milenio. Es la diferencia entre ahora y 1525, con Enrique VIII en el trono”.
A pesar de las diferencias, Heather advierte paralelismos entre la caída del Imperio Romano y la situación actual: “El Imperio romano genera sus propios problemas a lo largo del tiempo al crear centros alternativos de poder económico, demográfico y, por tanto, político. Algunos eran abiertamente hostiles, otros no, pero eso cambia el contexto estratégico en el que el imperio existe y hace más difícil su continuidad. Ahí está el paralelismo con el Occidente moderno.
En este sentido, explica que “la globalización, al trasladar la producción industrial hacia lugares como China, India, zonas de Sudamérica y, cada vez más, África, está cambiando dónde se genera la riqueza en el planeta. Y el poder político y militar están muy vinculados al poder económico. Si cambias el patrón de poder económico, cambiarás también la distribución del poder político y militar a medio plazo”.
Valores compartidos
Por su parte, el historiador Jonathan Israel, de Princeton University, experto en la Ilustración, considera “muy difícil, aunque no imposible” construir una democracia basada en los principios ilustrados y apunta que la clave está en la educación. Pone como ejemplo la división que advierten en Estados Unidos: “La brecha entre una gran masa de personas sin educación universitaria y las élites que sí la tienen debe reducirse, y puede hacerse ofreciendo una mejor educación primaria y secundaria, con mucha más política y discusión”.
Israel, autor de una monumental biografía de Spinoza, defiende que “la única forma de construir un sistema de valores que todos puedan compartir es a través de una filosofía" construída "sobre la base de la igualdad, la libertad y el derecho de todos a la felicidad, un sistema de valores que haga libre a la gente y la involucre en el bien común”.
Al igual que los valores compartidos, la memoria colectiva también es imprescindible para crear identidad en las sociedades. Karl Gustafsson, profesor de la Universidad de Estocolmo, es experto en el papel de la memoria colectiva en las relaciones internacionales: “Las historias que contamos sobre nosotros mismos pueden influir en la relación entre estados ya que, si cuento que he sido víctima de otra nación, las disputas entre países pueden llegar al presente y afectar a la política exterior y de seguridad”. Por ejemplo, la visión de Japón como país opresor tras la guerra contra China y la II Guerra Mundial hizo que el país nipón limitara en su constitución su capacidad armamentística y políticas de seguridad. El experto apunta que, para no olvidar la historia, la memoria colectiva se puede tratar como un asunto de seguridad. “No solo los temas militares se pueden tratar como un asunto de seguridad, esta lógica se puede aplicar a cualquier asunto para el que se necesite tomar medidas extraordinarias -no solo políticas- para manejarlo, como puede ser el cambio climático”, señala. Educación, museos, monumentos… son algunas medidas que los gobiernos pueden adoptar.
Imperios en guerra
Otra reminiscencia de los imperios en la actualidad es el caso de Rusia. “Rusia es todavía un poder imperialista, el sentimiento de grandiosidad siempre se ha sentido en su identidad” afirma Maria Mälksoo, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Copenhague. Para la experta, Rusia no está satisfecha con su papel actual en la política global y quiere recuperar su estatus, sin embargo “pretende hacerlo con unas herramientas del siglo XIX, lo que ofrece una sensación de estar desconectado de la forma de actuar del resto del mundo”, lamenta.
De este modo, Mälksoo se preocupa por la dinámica identitaria que el país ha tomado y su aparente necesidad de añadir pedazos de su antiguo territorio en el Este de Europa, a pesar de su enorme tamaño y de su aparente inhabilidad para manejar el país. Así, la guerra con Ucrania se alarga por más de tres años y medio sin lograr un acuerdo que, según la profesora, no se puede forzar. Lamenta que la Administración de Estados Unidos se decante por el bando ruso y la Unión Europea se enfoca en tratados para mantener la paz una vez termine un conflicto cuyo fin no se vislumbra. La experta señala que podemos aprender lecciones del fin de la Guerra Fría. “Debemos deshacernos de los hábitos epistémicos sobre cómo se han priorizado los intereses de los grandes actores, si tienes algo que defender, prepárate para ello”, concluye.