Cuenta la leyenda que una ardilla era capaz de llegar desde los Pirineos hasta Gibraltar saltando de árbol en árbol. Siglos de deforestación después, las ardillas han tenido que bajarse de la rama, pero parecen haber encontrado su consuelo en la Universidad de Navarra, un rincón verde donde habitar.
En otoño, un manto de hojas recubre el campus de extremo a extremo. Con la llegada de la primavera, todo se tiñe de infinitas tonalidades de verde. Pinos, olivos, magnolios, chopos, lagestroemias y otros ejemplares más "famosos", como el Ginkgo Biloba, el "árbol amarillo del Edificio Central", colorean y dotan de vida a la Universidad durante todo el año.
Javier Azanza, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, tiene esta vegetación muy en cuenta. Como inspirado por la tradición japonesa Hanami, que consiste en observar la belleza de las flores durante el florecimiento de los cerezos, previene a sus alumnos: "Cuando el cerezo que se encuentra entre el Edificio Central y la antigua biblioteca florezca, es hora de estudiar: mayo está cerca".
Una extensión de 113 hectáreas y gran diversidad de especies
El campus de Pamplona es un gran espacio ajardinado abierto al uso y disfrute de todos los ciudadanos. Es un pulmón verde dentro de la ciudad, donde se ubican los distintos edificios formando una unidad cuyo conjunto supone una riqueza arquitectónica singular.
Ocupa 113 hectáreas, de las que sólo el 7,5% está ocupado por los edificios. El resto es césped y abundante vegetación.