El interior

El interior del templo lerinés se caracteriza por la solemnidad y la gravedad de sus dimensiones y decoración manierista. De unos 25 metros de altura, los muros de la nave central quedan articulados mediante grandes pilastras de capitel compuesto y fuste almohadillado apoyadas sobre columnillas y ménsulas medievales que corresponden a cada uno de los tramos. Sobre ellas discurre un rico coronamiento formado por un arquitrabe, friso y cornisa muy volada que se prolonga por los muros de la nave central, crucero y capilla mayor. Por su parte, el cuadrado central del crucero queda remarcado por cuatro grandes machones decorados con potentes pilastras de capitel compuesto y fuste almohadillado. Tanto los muros como las bóvedas de la nave y crucero presentan una decoración pictórica en tonos grisáceos. En los muros se reproduce una labor de mampostería mientras que en las bóvedas se finge un cielo al que se superponen en el crucero.