Eleonora Esposito, Investigadora Marie Curie del Instituto Cultura y Sociedad, Universidad de Navarra
Erradicar la violencia contra la mujer: lo que nos enseñaron las hermanas Mirabal
La historia se mezcla con el mito cuando se relata el primer encuentro entre Rafael Trujillo y Minerva Mirabal. Él había llegado al poder a través de unas elecciones amañadas y se valió de una cultura de terror y una opresión brutal para hacer de República Dominicana su Trujillato. Ella era una estudiante de Derecho de 23 años de un pueblo rural del Valle del Cibao, nacida en el seno de una familia de terratenientes de clase media. Cuando asistió a una de las fiestas de Trujillo, Minerva fue invitada a bailar por el propio coronel, un reconocido mujeriego 35 años mayor que ella. Hay muchas versiones diferentes de cómo sucedieron las cosas, pero a menudo se dice que ella rechazó las inapropiadas insinuaciones de 'El Jefe' al abofetearle en la cara en la pista de baile, para el horror de todos los presentes.
Aquello fue tanto el final como el principio. El padre de Minerva terminó encarcelado y la familia Mirabal perdió sus tierras, su casa y todas sus propiedades. Junto con sus hermanas Patria, María Teresa y Dedé, Minerva Mirabal ayudó a organizar y hacer crecer el movimiento del 14 de junio en contra del régimen de Trujillo, bajo el nombre clandestino de Las Mariposas. En los años siguientes, las tres hermanas y sus familiares fueron detenidos y torturados repetidamente por sus actividades contra la dictadura de Trujillo.
En una lluviosa noche del 25 de noviembre de 1960, cuando las hermanas Mirabal regresaban de visitar a sus maridos en prisión, un equipo de los secuaces más fieles de Trujillo las detuvo, las llevó a un campo de caña de azúcar y las apaleó y estranguló hasta la muerte. Sus cuerpos fueron colocados en un Jeep y arrojados por un acantilado para que sus muertes parecieran un accidente. En ese momento tenían treinta y seis (Patria), treinta y cuatro (Minerva) y veinticuatro (María Teresa) años. Su brutal asesinato sacudió la opinión pública y ayudó a impulsar el movimiento que culminó con la caída de Trujillo. Solo seis meses después, ‘El Jefe’ sufrió una emboscada y resultó asesinado a tiros en una vía pública en las afueras de la capital. El Trujillato, ahora reconocido como una de las dictaduras más sangrientas de la historia de las Américas, terminó al fin.
Desde su muerte, la fama de las hermanas Mirabal se extendió internacionalmente, también gracias al trabajo de memoria de Dedé, la única de las tres que sobrevivió. En 1994, la novelista dominicana Julia Álvarez conmemoró su historia con su novela de ficción histórica En el tiempo de las mariposas, que fue adaptada a una película con la actriz de Hollywood Salma Hayek como protagonista, en el papel de Miranda Mirabal. La fecha de su asesinato también fue designada en 1999 por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Cada año, el 25 de noviembre y los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género que siguen (que finalizan el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos) se conmemoran en todo el mundo, brindando a individuos y colectivos la oportunidad de movilizarse y poner el foco en la necesidad urgente de erradicar la violencia contra mujeres y niñas.
Recordar la historia de vida de las hermanas Mirabal en la celebración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer implica mucho más que narrar la historia de cómo se eligió esta fecha concreta. Se trata de poner el énfasis de nuevo en la verdadera lección sobre la vida y muerte de las tres hermanas dominicanas. Veneradas como mártires en su país, a menudo han sido adornadas con superlativos y elevadas al mito, pero convertirlas en un icono les roba el significado real de su resistencia a la violencia. Si acaso, eran mujeres comunes con mucho que perder. Eran jóvenes, cultas y hermosas, tenían ambiciones profesionales y privilegios de terratenientes. Tenían familias con maridos e hijos y, sin embargo, no se amedrentaron: el coste de mantener sus principios no les resultó un precio demasiado alto que pagar.
En recuerdo de las hermanas Mirabal, el 25 de noviembre es un día para sacar a la luz la violencia contra las mujeres y niñas como una de las violaciones de derechos humanos más generalizadas, persistentes y devastadoras en nuestro mundo actual. A medida que el mundo se retiraba al interior de los hogares por las medidas de confinamiento introducidas para frenar la pandemia de COVID-19, los informes mostraron un aumento alarmante de la pandemia ya existente de violencia contra las mujeres. ONU Mujeres ha denunciado un aumento alarmante de múltiples formas de violencia contra las mujeres y las niñas, especialmente las formas físicas, psicológicas, sexuales y económicas de violencia doméstica alimentadas por el desempleo, la inseguridad del hogar en lo que respecta a la economía y los alimentos, y las condiciones de vida derivadas del confinamiento y las medidas de aislamiento social.
El 25 de noviembre también marca el regreso de la campaña “Orange theWorld”, lanzada por ONU Mujeres. El naranja ha sido elegido como símbolo de un futuro más brillante donde las mujeres no temerán la violencia. Como en años anteriores, los edificios y monumentos icónicos del mundo se iluminarán con este color y se alienta a los ciudadanos del mundo a vestirse de naranja y compartir sus fotos y vídeos en las redes sociales con el hashtag #orangetheworld.
La elección de un color tan brillante no es una coincidencia. Gran parte del problema, y un gran obstáculo para su solución, es el hecho de que la mayoría de los casos de violencia siguen sin denunciarse debido a la impunidad, el silencio, el estigma y la vergüenza que los rodean. Si bien la historia del rechazo de Miranda Mirabal al coronel Trujillo con una bofetada en la pista de baile podría ser un mito apócrifo, más de setenta años después su lección de resistencia al abuso de poder y la violencia sigue ahí para que la aprendamos y la hagamos nuestra.