David Soler Crespo, Asistente de investigación del Navarra Center for International Development (ICS-Universidad de Navarra)
José Manuel Cuevas, Asistente de investigación del Navarra Center for International Development (ICS-Universidad de Navarra)
Cinco claves para combatir la pobreza
Hoy 17 de octubre y desde 1993 se celebra oficialmente el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. La conmemoración, aprobada por la ONU el año anterior, tiene su origen en las protestas de 1987 en París en favor de las víctimas de la pobreza y la violencia convocadas por el sacerdote Joseph Wresinski, fundador del movimiento por los derechos humanos ATD (Actuemos Todos por la Dignidad) Cuarto Mundo. Wresinski denunciaba que las situaciones de pobreza extrema daban lugar a violaciones de derechos humanos y, en esa línea, la ONU ha llamado la atención en que la pobreza no se refiere solo a los ingresos de las personas, sino a todo lo necesario para que lleven una vida digna en cada etapa, lo que incluye, entre otras, el contexto político, la capacidad institucional de su entorno y el acceso a derechos básicos y oportunidades de participación, educación y empleo. A continuación destacamos cinco claves para combatirla.
Gobernanza y ausencia de conflictos. Aunque hay distintas formas de medir la pobreza, para la pobreza extrema hay un consenso en torno al estándar del Banco Mundial, que es de un ingreso por persona inferior a 1,90 dólares al día. Un factor clave para combatirla es la gobernanza, pues a través de la capacidad institucional del Estado se garantizan las libertades y el respeto por los derechos humanos. En ese sentido, si bien que haya paz no implica necesariamente que no haya pobreza, la violencia y las guerras, además de causar muertes, dan pie a situaciones de pobreza extrema por la pérdida de bienes y servicios, que en muchos casos provocan desplazamiento.
Según datos del Portal de Pobreza y Equidad del propio Banco Mundial, de aquí a 2030 se va a reducir el número de personas que viven en situación de pobreza extrema en el sur y este de Asia, el Pacífico y América Latina. No obstante, se prevé que aumentará en el África subsahariana, donde se estima que para 2030 nueve de cada diez personas en el mundo vivirán en esta situación. En este último caso, se trata además de la región más afectada, junto con Asia, por la corrupción y la falta de democracia, de acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción de 2017 de Transparencia Internacional y con el informe Libertad en el Mundo de 2018 de la organización Freedom House, respectivamente.
Inversión en salud. Para combatir (o prevenir) la pobreza extrema y como punto de partida para que las personas puedan llevar una vida digna, es necesario garantizar el acceso a la salud y dar cobertura a los servicios mínimos. Por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud, el 56% de las muertes que hubo en el continente africano se pudieron haber evitado, pues fueron causadas por cuestiones de salud relativas a situaciones transmisibles, maternas, neonatales y nutricionales, evitables a través del acceso al agua potable, a la capacidad para adquirir alimentos y al propio acceso a un buen sistema desalud.
Educación. La educación es un derecho humano que debe ser garantizado a todos por igual. En los países en desarrollo han aumentado las tasas de escolarización, pero ahora los esfuerzos deben centrarse en alargar el número de años escolares y garantizar un acceso de calidad, traducida en libros de texto, cantidad y calidad de los profesores, entre otras.
Además, cabe dar recursos a los padres para que no necesiten la mano de obra de sus hijos en el trabajo y concienciarles a su vez de que la escolarización es rentable. Por ejemplo, un reciente estudio del Navarra Center for International Development muestra que en Guatemala, por cada año de escolarización, los ingresos incrementan un 6% y, en caso de terminar la educación superior, los ingresos pueden llegar a ser un 113% superiores respecto a quienes no la terminan.
Por otra parte, tan solo en Europa Occidental y Norteamérica la mayoría de los adolescentes (71%) sigue estudiando tras finalizar la secundaria, mientras que en Latinoamérica apenas se llega al 38% y en África subsahariana tan solo al 6%.
Ir más allá de las ayudas al desarrollo. Estas ayudas son necesarias en situaciones de pobreza o donde los conflictos encierran a una población, que en consecuencia no puede desarrollarse. Sin embargo, esas ayudas pueden darse de manera más eficientes, pues en muchos casos deben pasar por el gobierno de turno, que las reparte entre su propio bolsillo y los más necesitados. Iniciativas como GiveDirectly, por ejemplo, buscan eliminar esas barreras y hacer llegar el dinero directamente a aquellos que lo necesitan.
De igual manera, empoderar a aquellos sin recursos es necesario para que puedan demostrar sus capacidades, dándoles oportunidades de estudio y empleo. Para ello hace falta, entre otras, apoyar la escolarización e invertir en investigación, que permiten avanzar hacia el fin de la extrema pobreza en el largo plazo.
Investigación. Para erradicar la pobreza extrema hay que saber medirla, cuantificarla y encontrar soluciones basadas en la realidad. La investigación aplicada es necesaria para evaluar el impacto que tienen ciertas políticas de ayuda al desarrollo y analizar si son aplicables a otros países en caso de que sean exitosas.
Por ejemplo, a través de la investigación del médico Fernando Mönckeberg se descubrió que en los primeros mil días de un recién nacido la nutrición es clave para el desarrollo de su cerebro, ya que es cuando este más se desarrolla, a una velocidad de dos miligramos por minuto. Si el cerebro no se ‘alimenta’ en esa primera fase, puede crecer atrofiado, con secuelas anatómicas, funcionales, bioquímicas, eléctricas y metabólicas, marcando a la persona el resto de su vida en caso de que sobreviviese.