Jose Maria Argemi Ballbe, investigador del Cima y especialista en Medicina Interna de la Clínica Universidad de Navarra
PCR o test rápido: cuándo, cómo y por qué
Nos encontramos en un momento de mucha confusión respecto a la aplicación de test PCR y serológicos, también llamados «rápidos». La población general no los distingue. A veces, incluso piensan que estas dos pruebas se contraponen.
A la confusión se añade el que los test rápidos disponibles no son todo lo buenos que querríamos. En lo que sí coincidimos todos –sociedad, médicos e investigadores– es en la importancia de dar con un sistema que permita tomar el pulso al SARS-CoV-2 para evitar nuevas oleadas de la pandemia.
Uno de los primeros pasos para lograrlo es identificar la presencia del virus –PCR– y de la respuesta inmunológica –test rápido– en la población tanto con síntomas como asintomática. Simplificando, la reacción de la PCR amplifica en cadena un fragmento del genoma viral, de manera que, por medio de fluorescencia podamos identificarlo y cuantificarlo. Los test serológicos o rápidos identifican la presencia de anticuerpos en la sangre.
Como en toda infección causada por un intruso nuevo, es importante conocer la biología del virus y cómo el sistema inmunitario intenta combatirlo. Al ser la primera vez que el sistema inmunitario ve a este virus, carece de anticuerpos específicos frente a él y, por ello, la batalla es sin cuartel. Una persona puede tener el virus en la faringe –uno de los principales sitios de replicación viral– y no haber desarrollado todavía anticuerpos preparados para dar respuesta a la infección.
Inmunidad innata
En ese estadio tan temprano la única defensa que tenemos es lo que llamamos «inmunidad innata»: las mismas células infectadas emiten señales que alertan al sistema inmune, pero todavía no ha habido tiempo de identificar los “puntos flacos” del virus que el ejército de linfocitos (un tipo de células inmunitarias) atacará de manera específica.
Tenemos ya evidencia de que durante los primeros cinco días de la enfermedad COVID-19 los pacientes pueden ser asintomáticos, sin haber desarrollado anticuerpos –test rápido negativo– y, sin embargo, contar con una alta carga viral en sus faringes –PCR positiva–, pudiendo ser portadores del virus y altamente contagiosos. En la persona infectada de modo asintomático el virus se comporta de un modo benigno.
Sin embargo, para la población general, significa un peligro de expansión rápida del virus y que origine una pandemia. Para cuando se identifica al portador, este ha podido transmitir el virus a otros, especialmente cuanto menos síntomas o más largo haya sido el periodo de incubación.
Conforme avanza la infección, el sistema inmunitario se activa contra el virus llegando una fase en la que los pacientes –que siguen con el virus en la faringe– ya tienen anticuerpos.
En esta fase, aun con la presencia de anticuerpos –test rápido positivo–, los pacientes tienen partículas virales en la faringe –PCR positiva– y también en otros órganos a los que haya podido llegar el virus. Estos pacientes también son potencialmente contagiosos.
Finalmente, cuando el proceso de la enfermedad es favorable, llega la fase en la que la persona infectada se cura. En este momento, ya no tiene virus en su faringe –PCR negativa– y, en cambio, tiene altos niveles de anticuerpos –test rápido positivo–.
Es importante saber que la PCR del genoma viral es el único sistema que tenemos actualmente para identificar, en un momento dado, la presencia del patógeno. Por tanto, esta prueba diagnóstica informa de si la persona, aunque sea asintomática, puede ser contagiosa.
En cambio, la serología o test rápido permite saber si una persona tiene anticuerpos contra el virus, es decir, si su organismo ha reaccionado contra él, ya lo ha combatido. Los anticuerpos IgM aparecen inicialmente y duran poco tiempo –semanas–, mientras que los anticuerpos IgG aparecen un poco más tarde y permanecen altos un tiempo largo, aportando protección frente esa cepa de virus.
Más pruebas en algunas zonas geográficas durante la desescalada
De esta manera, en países o zonas geográficas donde puede haber muchas personas potencialmente portadoras del virus sin tener síntomas es muy importante hacer PCR general o masivo.
Esto fue de especial relevancia en las primeras semanas de la pandemia –como la OMS aconsejó en varias ocasiones–, pero lo es también en una desescalada del confinamiento y especialmente allí donde podría haber muchas personas llevando el virus de manera asintomática, como, por ejemplo residencias u otras comunidades cerradas donde el contagio puede haber sido difícil de controlar hasta hace pocas semanas.
La PCR puede tener falsos negativos, debido a que la muestra (de hisopeado nasofaríngeo) no se tomó adecuadamente. Por eso, si la sospecha permanece, conviene repetirla tras unos días.
Dentro de unos meses cuando ya haya muy pocas personas capaces de portar el virus en la población, la prueba más importante va a ser la serología a nivel poblacional. Eso nos dará una idea de cuántas personas han pasado la enfermedad y tienen anticuerpos. Es una información de carácter epidemiológico que ayudará a tomar mejores decisiones políticas en el futuro.
Lo mejor: combinar ambos tipos de prueba
A veces hay dudas de si las personas con anticuerpos –test rápido positivo– están protegidas frente a nuevas infecciones de SARS-CoV-2. Sobre esto hay que decir que aún no tenemos ninguna evidencia y que probablemente va a ser complicado tenerla.
El único experimento que permitiría responder a esta pregunta sería exponer al virus a personas que tengan anticuerpos y determinar qué nivel de anticuerpos es protector. Esto, obviamente, no sería ético.
Por tanto, sólo sabremos si las personas con anticuerpos pueden volver a infectarse cuando esto suceda por razones naturales durante un nuevo brote, que esperemos no ocurra, aunque es posible, teniendo en cuenta el bajo porcentaje de individuos con altos niveles de anticuerpos contra SARS-CoV-2 en los análisis poblacionales realizados.
Mientras no llegue una nueva oleada de la pandemia, lo deseable en este momento es combinar ambos tipos de prueba, la PCR y los test rápidos, especialmente en regiones y colectivos gravemente golpeados por esta crisis sanitaria. Esto permitiría una desescalada más segura, precisa y eficaz. Y daría mucha paz a personas, familias, colectivos y empresas.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.