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Gerardo Castillo Ceballos, , Profesor emérito de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra

¿Aprobaría Aristóteles las amistades virtuales?

lun, 11 ene 2016 15:02:00 +0000 Publicado en El Comercio

Las amistades virtuales están de moda. Se les atribuye varias ventajas en comparación con las amistades reales: es más fácil contactar con nuevos "amigos", abrirse a ellos y desconectar en el momento en el que se desea; son mucho más numerosos y proceden de todo el mundo. 

Se les reconoce también algunos inconvenientes: al no haber presencia física es imposible realizar algunas funciones típicas de la amistad (escuchar, comprender, compartir, ayudar cuando el otro lo necesita); existe menos implicación personal, conocimiento de los amigos y profundización en los sentimientos

Las redes sociales por sí solas no son capaces de forjar y mantener una verdadera amistad consolidada por la virtud; por eso su función no puede ser sustituir al ambiente familiar y social, sino limitarse a ser complementarias de ambos.

En una viñeta humorística se ve un velatorio en el que sólo hay dos personas junto al féretro del fallecido. Una de ellas le dice a la otra: "El tenía más de 3000 amigos en Facebook. ¿No crees que debería haber más gente aquí?"

Desde que las redes nos convencieron de que teníamos miles de amigos, el concepto de amistad y la experiencia de la misma se han banalizado y devaluado progresivamente. Habría que esperar a 2010 para que el antropólogo británico Robin Dunbar publicara un libro en el que sostiene que el límite de personas con las que nuestro cerebro puede mantener una relación estable es 150. A partir de ese momento se pudo distinguir mejor entre "amigos" y "contactados".

Actualmente la "amistad" en las redes provoca una mutación de su significado. Se pretende reducirla  a una relación virtual. Los términos "amistad" y "amigo" son allí tan amplios que están produciendo mucho confusionismo. La amistad se concibe como una simple proyección de los propios deseos desde una actitud individualista y narcisista. Con los amigos se busca solamente una gratificación inmediata. El supuesto "amigo" puede ser un extraño al servicio del propio ego. 

La amistad entre desconocidos que ni siquiera se ven la cara se nos intenta vender como un artículo de consumo. La amistad habría dejado de ser lo que era para transformarse en una relación impersonal, pasajera, frívola y distante. Creo por ello, que es necesario recurrir a su principal fuente, la de Aristóteles, con el propósito de saber si aprueba o no las amistades virtuales. Las respuestas del estagirita a las siguientes cuatro cuestiones relacionadas con ese problema  proceden de su Ética a Nicómaco, escrita en el siglo IV a.C.

Con la llegada de Internet se ha ampliado mucho la idea de amistad, con el consiguiente confusionismo. ¿Lo ve así?

Con el fin de prevenir posibles malas interpretaciones distinguí desde el primer momento entre la amistad perfecta y la amistad por accidente (amistad aparente). La primera se caracteriza por el afecto desinteresado, la benevolencia recíproca y la comunicación para el mutuo bien de los amigos. En ella existe una ayuda mutua para la mejora personal. Al amigo se le quiere por sí mismo tras haberle conocido por medio del trato personal. En cambio, en la amistad aparente  los amigos actúan en función del interés, la utilidad o  el placer; no se quieren por sí mismos, sino en la medida en que se benefician el uno del otro. 

¿Entre los tipos aceptables de amistad está la de pasarlo bien con el amigo?

La verdadera amistad implica algo más que el mero disfrute o el beneficio mutuo. Mientras  el deseo de amistad se concibe fácilmente, la amistad misma no.

Algunas personas  dicen que tienen las amistades que les conviene. ¿Es aceptable ese planteamiento?

Los que son amigos debido a la conveniencia dejan de serlo cuando aquella desaparece, porque la amistad no era debido a la reciprocidad, sino que estaba orientada a una ocasional ventaja.

Con un criterio opuesto a la forma de hacer amigos de las generaciones «no digitales», en las redes sociales se considera que cuantos más amigos se tengan es mejor. ¿Qué es lo correcto?

Los amigos son limitados en cantidad y es probable que el mayor número corresponda a aquellos con los que se pueda convivir, y esto parece lo óptimo de la amistad. No es posible convivir con muchos ni repartirse entre muchos; y también es difícil compartir íntimamente las alegrías y las penas con la mayoría de los amigos, porque al mismo tiempo uno debe alegrarse  con unos y afligirse con otros. Quizá esté bien no buscar muchos amigos, sino los necesarios para el trato. Los que tienen muchos amigos y a todos tratan familiarmente, dan la impresión de no ser amigos de nadie.