Al nuevo gobernador del Banco de España le esperan «Los trabajos de Hércules». Es verdad que, a diferencia de su antecesor, Luis María Linde ha vivido «la casa». Economista del Estado, desde 1983 ha trabajado en ella y ha transitado la experiencia internacional del regulador español; incluido ser su representante en el Comité de Asuntos Internacionales del BCE. También pasó por Washington, en su época de director ejecutivo por parte de España en el Banco Interamericano de Desarrollo (2005/2008). Currículum impecable desde el punto de vista técnico. En la transición, con el Gobierno de UCD fue secretario general técnico: apunte político, con rol de gestión.

En las circunstancias a las que se enfrenta el sector, el nuevo gobernador debe ser independiente en su acción, inteligente en sus análisis, riguroso en sus decisiones, astuto en sus movimientos, discreto como banquero de raza, y hábil en sus relaciones europeas e internacionales como exige el momento. La trayectoria de Luis María Linde apunta a que puede cumplirlas. Una de sus virtudes es no haber demostrado ansiedad protagonista en la espera. Es de desear que el gobernador se dedique a su cometido y no a conferenciar sobre la reforma laboral, como su antecesor en el cargo.
En pocas semanas los auditores anunciarán sus cálculos de necesidades de financiación del sector bancario. Ha habido todo tipo de rumores, desde los 50.000 millones de euros del ministro De Guindos a los 100.000 de algún experto europeo, pasando por los 40.000 del señor Botin. Después, fijado el volumen, queda decidir qué hacer con cada banco: mantenerlo, fusionarlo o disolverlo, y cómo obtener el dinero. Una labor en la que puede contar con los excelentes servicios del Banco de España y con el Gobierno, que ya está negociando con instituciones europeas e internacionales. Como Schwarzenegger en la película «Terminator» –no en el mandato en California–, deberá ser un «Gobernator» independiente para llevar a cabo su misión ¡caiga quien caiga!