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Cuando las vacas son más que esferas sin masa

06/10/2021

Publicado en

Diario de Navarra

Diego Maza Ozcoidi |

Director del Departamento de Física y Matemática Aplicada de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra

“Supongamos una vaca esférica y sin masa”. Este chascarrillo frecuentemente repetido en las clases y pasillos de muchos centros de estudio del mundo pone el punto de mira en el reduccionismo extremo de muchos modelos físicos. Así, procura remarcar de forma jocosa el alto grado de sobresimplificación con el que muchos modelos matemáticos se aproximan a la realidad natural, en aras de hacerlos más comprensibles y manejables.

Los galardonados de este año en el Nobel de Física nos han demostrado que incluso estas “vacas esféricas” (en rigor debería llamarlos modelos simples) pueden deparar resultados sorprendentes, tanto por inesperados como por complejos.

Syukuro Manabe, uno de los padres de la simulación de la dinámica atmosférica, desarrolló aproximaciones accesibles a los recursos computacionales de su época mostrando con ello como el movimiento de los océanos se acopla con la dinámica atmosférica y tienen un impacto incuestionable en la forma en que ciertos gases afectan al clima del planeta. Por su parte, Klaus Hasselmann sumó un elemento clave a estos resultados al poner en evidencia como la dinámica oceánica, aunque aparentemente muy robusta, es muy sensible a pequeñas perturbaciones que desencadenan a la postre grandes fluctuaciones, las que hoy por hoy nos resultan (tristemente) familiares como la tormenta “Filomena”, o la DANA que azotó el sur de España hace algunos días.

Un punto de partida muy diferente acuna los trabajos de Giorgio Parisi. Sus aportaciones sobre la forma en que las reglas de interacción entre las partes de un sistema determinan sus propiedades colectivas, trascendieron de forma notable el marco inicial para el que fueron concebidas y actualmente se usan para entender, por ejemplo, el comportamiento de la arena que forma las dunas del desierto.

Si bien el galardón es compartido, Manabe y Hasselmann por un lado y Parisi por el otro, un hilo delicado y sutil enhebra ambas aportaciones hasta hacerla parecer una sola: la rica variabilidad que surge de plantear reglas aparentemente sencillas para modelizar la forma en que interaccionan los componentes de cualquier sistema físico. Esa variabilidad tiene profundas consecuencias en todo aquello que nos rodea y comprender, tanto su origen como consecuencias, requerirá todavía de grandes esfuerzos, nos deparará seguro, grandes sorpresas. Es justo decir, por tanto, que las “vacas” de los galardonados han demostrado ser bastante más que esféricas y sin masa, y que el corral tiene mucho que contar.