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Shanghái, un intercambio en el corazón del dragón

Rocío Boadella Orozco, estudiante de International Degree in Management, relata su experiencia de intercambio en China

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30/04/15 12:41 Miguel M. Ariztegui

Rocío Boadella Orozco estudia tercero de Programa Internacional de ADE bilingüe y estuvo en Shanghái de intercambio en la Universidad de Tongji: "Elegí este destino porque quería aprender un idioma nuevo y quería irme a un lugar que me supusiera un reto para poder crecer y conocer una cultura diametralmente opuesta. Por otra parte, era consciente del papel que estaba  tomando China en los últimos años así que decidí apostar por mi futuro", explica.

"Nada más aterrizar me di cuenta de que había tomado la mejor decisión de mi vida", comenta. "Hice amigos con las mismas inquietudes que yo, mejoré mi inglés y aprendí chino. La vida en Shanghái es muy fácil debido a que es una gran ciudad que ofrece muchas posibilidades. Si eres una persona dinámica encontrarás planes para cada hora del día y nunca te aburrirás".

Por ejemplo, los lunes solían ir a bailar salsa con la comunidad latina al Mural (situado en la Concesión Francesa) y el resto del tiempo libre -escaso- lo dedicaban a descubrir restaurantes, exposiciones, nuevos clubes… "¡La oferta es ilimitada!", exclama.

Una de las cosas que le llamó la atención desde el principio es la organización del sistema universitario, muy diferente al europeo. "El sistema educativo es bastante distinto. En un principio me decepcionó el hecho de que los estudiantes de intercambio no compartieran clases con los estudiantes locales, pero eso no fue un problema para conocerlos ya que la gente allí es increíblemente simpática y suelen acercarse ya sea para conocerte o bien para sacarse una foto contigo". 

"Otro punto que merece ser destacado es el hecho de que generalmente no hay lugar para el individualismo en clase, ya que todo se basa en trabajos en grupo y los exámenes habitualmente son con el libro abierto y con todos los apuntes que, seguramente, habrás redactado con tus compañeros", relata.

Pero no solo el sistema era diferente, las asignaturas, aunque compartían nombre con las que se estudian en Europa, se abordan desde una perspectiva muy diferente: "La clase de Corporate Finance fue la que más me gustó ya que éramos muy pocos en clase y el profesor estaba increíblemente bien preparado. La clase de chino merece una mención especial ya que nos hicieron participar en el Christmas Show cantando (y bailando) una canción china según nuestro nivel del idioma. Para nosotros fue un momento bastante bochornoso, pero para Tongji University supuso todo un acontecimiento. Incluso nos hicieron ensayar un día entero para eso cuando había alumnos de máster que tenían exámenes". 

Exámenes y prácticas profesionales

Rocío tuvo la suerte de acabar muchas asignaturas a mediados de semestre, por lo que pudo buscar unas prácticas allí. "Fue algo que no me planteé al principio ya que lo veía imposible hasta que un día, hablando con una mujer que conocía de hacer voluntariado allí, me propuso recomendarme para una consultoría para la que ella había trabajado. Acepté automáticamente. Sabía que esta decisión implicaría dejar de lado los posibles viajes por Asia y que conllevaría un gran sacrificio (ya que tenía que compaginar el resto de mis clases con ocho horas de trabajo al día en la consultoría) pero lo vi como una inversión en mi futuro".

Una experiencia abrumadora: "Nunca me he arrepentido. John, mi jefe, es un auténtico gurú y tuve la suerte de aprender de él. Es el autor de uno de los libros más importantes acerca de hacer negocios en China y suele dar clases en Harvard, Yale y Columbia. Tener a alguien como él dedicándome parte de su tiempo fue una bendición. Lo que más valoré de China Streetsmart  fue aprender sobre el famoso guanxi(关系), y el protocolo chino, entre otras cosas".

Y es que China es el país de las oportunidades, ya que también encontró un pequeño trabajo promocionando vino, principalmente español, en diferentes provincias chinas. "Esto lo hice algunos fines de semana sueltos y me encantó ya que puse a prueba mi conocimiento del mercado e idioma chinos. Por otra parte, también di clases de español a tres niños chinos encantadores. Sin duda aprendí mucho más de ellos que ellos aprendieron de mí", asegura.

De la experiencia se queda "sin duda" con todos los amigos que ha hecho y lo que ha aprendido. "Esto ha supuesto un cambio de paradigma y me he sentido tan valorada profesional y personalmente que tengo claro que volveré allí a trabajar", sentencia.

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