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Jesús María Bañales: “Me he realizado como profesor”

El profesor de Latín da su última clase en la Facultad de Derecho Canónico

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El decano de la Facultad de Derecho Canónico, Antonio Viana, con Jesús María Bañales y el profesor Javier Otaduy. FOTO: Adolfo Suárez
28/04/16 19:00 Fina Trèmols

La última clase de Jesús María Bañales el jueves 28 de abril  no fue propiamente esto, una clase, sino más bien un repaso a lo que han sido sus 45 años de trabajo en las aulas de la Universidad de Navarra y un agradecimiento a todo lo que este maestro del latín ha aprendido mientras las impartía, tanto en la Facultad de Filosofía y Letras como en la de Derecho Canónico. Sus compañeros de claustro, alumnos, y familiares acompañaron al primer doctor en Filología Clásica de la Universidad de Navarra en el Aula 1 del edificio de Facultades Eclesiásticas, que se llenó por completo.

En su exposición, el profesor Bañales dijo tener “dos sentimientos opuestos: el de la alegría por haber llegado a la meta de la jubilación y el de la nostalgia por lo que he dejado atrás”. Además de enseñar latín y hacerlo con paciencia, tiene fama entre sus alumnos de inculcarles disciplina. Se lamentó de la muy escasa presencia del Latín y el Griego en la Facultad de Filosofía y Letras, en oposición a los deseos de San Josemaría.

 

 

Explicó que durante los trece años que ha impartido la enseñanza del latín en la Facultad de Derecho Canónico “me he realizado como profesor; he encontrado un ambiente extraordinario, y el trato, tanto con los alumnos como con los profesores, ha sido y es muy familiar”. Y bromeó asegurando que había tenido que adaptarse “a los alumnos clérigos, que vienen con conocimientos diversos, quizá solo por la obediencia debida a sus obispos”, pero  que él desconocía si además tenían ilusión por aprender latín. “Han necesitado mucha paciencia al tenerme como profesor durante los tres años de su licenciatura en Canónico”.

Para intentar inculcarles esa ilusión de la que quizá de entrada carecían y explicarles la Gramática latina, pensó que procedía ponerles ejemplos que fueran cercanos a la materia que estudiaban, por lo que se dedicó a “leer y examinar con detenimiento” los 1752 cánones que constituyen el Código de Derecho Canónico. De ese estudio nació la publicación, en 2015, del libro “La lengua latina del Código de Derecho Canónico“, que “publiqué con los ánimos del profesor Jorge Otaduy”.

Se preguntó por lo que había aportado a la Universidad, o más bien por qué cosas se le recordaría. Apeló a la disciplina antes mencionada y a su afición a las vaquillas y a las jotas navarras, “apenas se me recordará como profesor, o a lo más me recordarán como un profesor heterodoxo. He aprendido mucho de los alumnos; los he tenido de los cinco continentes, algunos de los que han pasado por esas aulas, son ahora obispos, catedráticos, vicarios judiciales, párrocos”. Ya lo dijo Séneca: “Los hombres mientras enseñan, aprenden”.

Terminó agradeciendo su estancia en la Universidad de Navarra “a Dios, que por mediación de San Josemaría la fundó; a la Madre del Amor Hermoso, patrona del campus, a quien he acudido tantas veces; a mis padres, que me trajeron a estudiar aquí; a don Juan Antonio Paniagua, en aquel entonces, secretario general de la  Universidad, que me orientó hacia los estudios de Filosofía y Letras; a esa Facultad, que me formó; al extinto departamento de Filología Clásica, con don Francisco Sanmartí, que me aceptó como profesor ayudante, y doña Carmen Castillo, que hizo lo propio como adjunto; a la Facultad de Derecho Canónico, a la Facultad de Teología, a mi familia, mujer e hijos, y  a todas las personas de oficinas y servicios sin que nada de la Universidad funcionaría”.

Al finalizar se le regaló una placa conmemorativa y la octava edición en español del Código de Derecho Canónico, que el profesor Bañales aseguró que no tenía, ya que había manejado siempre la versión italiana.

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