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¿Es posible llegar a acuerdos en política?

“Si pensamos que cualquier concesión es una derrota ideológica, será imposible llegar a un acuerdo”, afirma David Thunder, investigador del proyecto ‘Religión y sociedad civil’ del Instituto Cultura y Sociedad

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FOTO: Manuel Castells
26/10/16 10:43 Natalia Rouzaut

‘Acuerdo’, ‘coalición’, ‘diálogo’, ‘oposición’… Estas palabras llevan resonando en la política española desde diciembre de 2015. Parece imposible que los partidos lleguen a un acuerdo aunque los programas políticos compartan objetivos orientados al bien común: mejorar la economía, reducir el paro, erradicar la corrupción…

¿Qué es lo que se opone a que haya diálogo entre los políticos? Según David Thunder, investigador del proyecto Religión y sociedad civil del Instituto Cultura y Sociedad, es el partidismo llevado al extremo.

“En España existe un tribalismo en la política, esto es ver a los adversarios incapaces de percibir la verdad: son ciegos y solo tú y tu tribu podéis iluminar al pueblo y llevarles la verdad y la justicia”, explica Thunder. Afirma que solo se puede superar esta tendencia teniendo la mente abierta ya que hasta del contrario se puede aprender.

De acuerdo con el investigador, en España no hay una cultura de diálogo. Hasta las elecciones de diciembre de 2015, los partidos del Gobierno no tenían oposición real ya que gobernaban a través mayorías en el Parlamento y “no se sentían obligados a dialogar con sus adversarios”, dice. Así, se ha propiciado una mentalidad dual: o bien se sufre una derrota y se queda excluido del poder o bien triunfa la ideología propia. “Si pensamos que cualquier concesión es una derrota ideológica, será imposible llegar a un acuerdo”, lamenta el experto. Acuerdos imperfectos: el mal menor

Para Thunder, sí, es posible llegar a un acuerdo en política aunque los partidos no coincidan completamente. Habla de llegar a un punto medio, un acuerdo imperfecto. “La alternativa de la política es la guerra civil, por eso uno puede estar dispuesto a aceptar acuerdos que no sean ideales”, añade. Mantiene que un resultado no ideal no es siempre una derrota de principios, por ejemplo, la justicia no siempre se implementa perfectamente.

Para el experto, es necesaria la virtud de la moderación para aceptar acuerdos imperfectos. “No somos una sociedad perfecta y nunca lo seremos –sostiene–, tenemos que aceptar la imperfección como condición sine quae non para la participación responsable en la política”, añade el investigador.

Cuando el resultado no se conforma perfectamente a ningún partido, se ve como un mal menor. Se acepta solo para avanzar, para evitar una situación peor. Aunque Thunder advierte que permitir que “dominen” los males menores para evitar otro mayor tiene sus consecuencias: “No habrá progreso social porque no hay principios coherentes que motive las políticas”.

Según el experto hay dos tipos de desacuerdo. Primero, se encuentran los desacuerdos técnicos “sobre cuál es la técnica más eficaz para conseguir un fin acordado, por ejemplo, aumentar el PIB”. Para Thunder, en ello es posible llegar a un punto intermedio.

El otro desacuerdo es sobre principios básicos, por ejemplo las competencias del Gobierno. “Este tipo de desacuerdo se puede disminuir pero no se puede eliminar sin una conversión filosófica, es un desacuerdo moral”, afirma. “No es responsable ser inflexible”

Thunder advierte que no es responsable ser inflexible y, sobre todo, critica a aquellos que se mantienen en una postura motivados por la utopía: “Querer alcanzar la perfección imponiéndose”.  Sin embargo, admite que hay situaciones en las que sí es posible mantener una opinión firme: por un bien superior. Un ejemplo es luchar por la igualdad racial.

El experto aplaude las reivindicaciones de Martin Luther King Jr. Supo mantenerse inflexible pero actuando con moderación. Primero, agotó las vías políticas y administrativas y, al no funcionar, organizó protestas pacíficas.

¿Cómo saber cuándo hay que ceder y cuándo no? Según el investigador, se necesita realizar un juicio sensato movido por las virtudes de la moderación y la humildad. “Si no se disciplina el ego, la política se colapsa en un circo”, advierte. Formación cívica para avanzar en el bien común

“Si uno no encuentra el modo de entrar en la política sin perder sus principios morales, tiene que buscar otro modo de avanzar en el bien común”, expone Thunder. Desde el propio trabajo o desde las asociaciones cívicas se puede contribuir a la construcción de una sociedad mejor.

Muchas veces se reniega de la política y de los políticos afirmando que son corruptos, pero sin saber qué se puede hacer para solventarlo. El investigador afirma que es posible salir de esta situación gracias a la colaboración ciudadana como pasó en Polonia durante el comunismo, cuando los grupos culturales trataban de promover la idea de bien común a través de obras teatrales.

“Para mí, la formación cívica es fundamental y puede ayudar a que la sociedad salga adelante aunque la política o los partidos sean corruptos”, concluye.

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