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La Universidad de Navarra ha organizado una jornada internacional on line sobre memoria e identidad con motivo del centenario del nacimiento de Karol Wojtyla, elegido papa Juan Pablo II en 1978. El evento fue promovido por el Instituto Cultura y Sociedad (ICS) y por el Grupo de Investigación en Historia Reciente (GIHRE) de la Facultad de Filosofía y Letras. 

Intervinieron como ponentes Pablo Pérez López, catedrático de Historia Contemporánea y  director científico del ICS; Pawel Skibinski, profesor de la Universidad de Varsovia (Polonia); Kazimierz Ginter, profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma, Italia); y Jan Zaryn, profesor del Instituto del Legado del Pensamiento Nacional de R. Dmowski e I.J. Paderewski (Varsovia, Polonia). Anna Dulska, investigadora del proyecto 'Creatividad y herencia cultural' del ICS, moderó la jornada.

“Pocos hombres públicos y, menos todavía, papas, han ofrecido una reflexión detenida sobre cuestiones como la memoria y la identidad, en definitiva sobre la comprensión de su propio tiempo”, ha asegurado Pablo Pérez. El profesor ha detallado que Juan Pablo II lo hizo en un libro entrevista que revela cómo entendió el entrecruzarse de la historia y la fe. 

“El año en que se cumplen 100 años de su nacimiento nos parece un momento muy apropiado para colocarnos de nuevo ante ese desafío inspirados por sus reflexiones”, ha señalado.

Una visión holística del continente europeo

Por su parte, la investigadora Anna Dulska ha explicado que “cuando fue elegido Papa un cardenal polaco, del otro lado del telón de acero, en el Occidente surgió una preocupación de que su pontificado estaría marcado por asuntos eslavos”. Según apunta, “si bien es cierto que su Polonia natal tuvo para Juan Pablo II gran importancia (y viceversa, sin duda alguna sin él el comunismo habría perdurado mucho más), su actividad pastoral y los innumerables viajes demostraron que muy lejos estuvo del etnocentrismo”. 

“Todo lo contrario -ha dicho-, supo adaptar su mensaje universal a los contextos nacionales, regionales y locales de los feligreses, a quienes hablaba en categorías cercanas e inteligibles para ellos”.

Por otro lado, Anna Dulska ha comentado que en el contexto europeo, “su profundo conocimiento del ‘pulmón oriental de Europa’ le permitió tener una visión holística del continente y proponer un modelo de la integración con los valores compartidos derivados del acervo judeocristiano en el denominador y las culturas nacionales en el numerador”. 

Así, subraya que el centenario de su nacimiento “supone una buena oportunidad para recordar esta propuesta, sobre todo a la generación de jóvenes que crecieron en un mundo post-Juan Pablo II”.

 

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