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Siete virtudes para promover la educación del carácter en Latinoamérica

Expertos de un proyecto de la Facultad de Educación y Psicología y el Instituto Cultura y Sociedad (ICS) cuentan algunas experiencias e historias humanas relacionadas con sus trabajos de campo en Argentina, México y Colombia

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Día de la Educación
FOTO: Cedida
24/01/19 13:51 Isabel Solana

La educación del carácter es necesaria para todos los jóvenes, independientemente de su situación y estrato socioeconómico. Así lo indican los expertos del proyecto de investigación ‘Investigar y promover la educación del carácter en escuelas de secundaria en Latinoamérica’, desarrollado entre 2016 y 2018 por la Facultad de Educación y Psicología y el Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra con financiación de Templeton World Charity Foundation.

Durante la investigación se han realizado trabajos de campo en colegios de Argentina, México y Colombia, enfocados en estudiantes de 12-13 años. Los centros elegidos abarcaban características muy diferentes: alumnados con situaciones socioeconómicas de todo tipo, aulas mixtas y diferenciadas, titularidades públicas y privadas… En ellos se han constatado las dificultades que los niños y adolescentes viven en el contexto extra escolar y que hace más importante la enseñanza en valores.

Los investigadores proponen que reforzar en los colegios la educación en las siguientes siete virtudes. La comunidad investigadora internacional considera que tienen un carácter universal y resultan fundamentales para el desarrollo de las personas y las sociedades.

Fortaleza/valentía/coraje. Es la capacidad de sobreponerse a dificultades que puedan presentarse cuando se persigue una meta.
Durante los trabajos de campo en Latinoamérica, los investigadores se encontraron numerosos casos de personas que habían salido adelante con gran valentía. Recuerdan especialmente el de un adolescente de Colombia, que procedía de una familia muy desestructurada y de escasísimos recursos. Su padre le había abandonado, su madre había pasado por la cárcel y él sabía que era un hijo no deseado. Sufría malos tratos por parte de varias personas de su entorno, había estado varias veces al borde de la muerte por diversos accidentes... A pesar de su dura historia, tenía un expediente académico muy bueno, había conseguido una beca y escribía poesía. Confesaba que el colegio suponía para él “un descanso” y que en él había encontrado el respaldo para sobrellevar todos esos problemas. Su sueño era llegar a la universidad.

 

Compasión. Es ser consciente de las necesidades de otros y actuar para ayudarles.
Los investigadores destacan una iniciativa de un colegio de estrato socioeconómico alto en Argentina. El centro busca hacer consciente al alumnado, procedente de familias acomodadas, de las necesidades de su entorno y les anima a aliviarlas. Así, dispone de un programa que promueve diversas visitas: a escuelas de escasos recursos para fomentar valores como el compromiso ciudadano o el respeto por la diversidad; a ancianos de un geriátrico para promover el espíritu de servicio y la solidaridad social; y a escuelas con carencias para reflexionar sobre la situación personas menos favorecidas. Asimismo, cuentan que otro colegio argentino lanzó una iniciativa para valorar la propia vida y la de los demás. En cada materia se desarrolla un proyecto relacionado con ‘Educar para la vida’; en ‘Formación ética y ciudadana’ trabajan en concreto cuestiones como la intimidad en redes sociales, ciberbullying, sexting...

 

Justicia. Significa dar a cada uno lo que le corresponde.
Los especialistas españoles ponen el ejemplo de una escuela inclusiva en Colombia que acoge a niños y jóvenes rechazados por otros colegios por mala conducta, bajo rendimiento académico, trastornos cognitivos... Los alumnos padecen problemas de diverso tipo -algunos pasan hambre en sus hogares, otros están involucrados en drogas, otros tienen discapacidades...- y el centro rompe los paradigmas de la escuela tradicional para dar a cada uno lo que necesita. Plantea tres modelos: uno de aceleración para aquellos que han interrumpido sus estudios y se ponen al día para retomarlos, otro de alfabetización para niños que no saben prácticamente leer ni escribir; y otro para jóvenes y adultos. La escuela ha conseguido mejorar la vida de muchos niños: cubren sus necesidades educativas básicas y fomentan las relaciones interpersonales para lograr que se integren en la sociedad. Todo un ejemplo de justicia social que sirve de modelo para el alumnado y su entorno.

 

Honestidad. Consiste en obrar con rectitud, de acuerdo con lo que uno piensa que está bien.
Los investigadores mencionan un colegio de México donde había problemas de robos, desde dinero hasta móviles, además de objetos más sencillos. A través de un programa de valores, trabajaron diversas virtudes con toda la comunidad escolar. Cada mes se trataba una. Desde que abordaron la honestidad, los docentes observaron que mejoraron las conductas: hubo más devoluciones de objetos perdidos y menos quejas por robos.

 

Autodisciplina. Supone enfocar la voluntad y el sacrificio para conseguir una meta, inmediata o a largo plazo.
En la mayoría de los colegios que han analizado, los investigadores han detectado problemas de autocontrol, sobre todo en el manejo de nuevas tecnologías y redes sociales, y también en el abuso de tabaco y alcohol –las drogas están presentes en menor medida-. Como ejemplo de buenas prácticas hablan de un colegio de Argentina que ha trabajado la autodisciplina para fomentar una cultura del control de los impulsos en favor de la convivencia dentro del aula. La psicóloga y el psicopedagogo charlan con los alumnos, hablan con los padres... Buscan tipos de personalidades, establecen diagnósticos de problemas e inciden en el proceso de reflexión que ayuda a crecer en esa virtud. También se han introducido mecanismos de sanción y reglamentos de convivencia, tanto para estudiantes como profesores. El centro ha puesto medidas para evitar faltas de disciplina de los docentes (retrasos, vender objetos en la clase) para que convertirlos en un ejemplo para los estudiantes.

 

Gratitud. Se trata de valorar los bienes, beneficios, regalos y favores que se reciben de otros.
El equipo de la Universidad de Navarra apunta que en los estudiantes de México, Colombia y Argentina que han entrevistado tienen un sentido muy material de la gratitud, relacionada con bienes y objetos. Perciben la necesidad de formarles para que agradezcan también los beneficios y favores recibidos. Con el objetivo de que enseñarles a valorar más lo intangible, proponen fomentar las experiencias de aprendizaje-servicio (por ejemplo, fomentar que los alumnos con mayor rendimiento académico ayuden un día a la semana a los de peor rendimiento). Consideran que estas prácticas pueden ayudar a mejorar la gratitud hacia cosas que no son materiales y a reconocer que lo que los otros hacen por uno no necesariamente es una obligación.

 

Humildad/modestia. Es saber y aceptar la verdad sobre uno mismo.
Los investigadores consideran que fomentar espacios para la autorreflexión y el análisis de los problemas de los menores, aceptando las carencias que se viven en cada contexto, es muy fructífero para crecer en humildad. Uno de los colegios que han visitado en Argentina promueve las convivencias para que los alumnos piensen sobre su conducta diaria, cómo pueden mejorar en su relación con las personas cercanas, sus puntos débiles y su capacidad de vencer las dificultades que se encuentran.

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