La ‘guerra’ en curso en el Estrecho

El apoyo dado a Marruecos por el Gobierno español en 2022 —a cambio de nada—para que se apropie formalmente de la soberanía del Sáhara Occidental (sin siquiera exigir condiciones que garanticen el respeto de la autonomía que Rabat asegura prometer para ese territorio) es un hecho central en el ensayo de Alejandro López Canorea. Por un lado, la cesión demuestra la presión que Marruecos ejerce para lograr sus objetivos, recurriendo a la llamada ‘zona gris’ o incluso la ‘guerra híbrida’ (la presión migratoria y el ‘spyware’ Pegasus, entre otras operaciones), y por otro la carencia de una estrategia definida y sólida por parte de España para salvaguardar sus intereses nacionales, como son la españolidad de Ceuta y Melilla o los derechos marítimos en torno a las Canarias.

El título del libro—‘La guerra del Estrecho’— puede parecer excesivo, pero responde a una realidad ya existente, si entendemos la expresión en sentido amplio, como se suele conceder a la de ‘conflicto’, asimismo incluida en el subtítulo de la obra. No obstante, además de hablar del presente, López Canorea también se asoma a posibles futuros –uno de ellos la guerra propiamente dicha–, no tanto porque sean plausibles en sí mismos, sino como ejercicio estratégico, justamente para vencer la tendencia al cortoplacismo y la falta de visión programática que, con razón, critica a las élites políticas y económicas españolas.

En un mundo en el que priorizar los intereses nacionales ha pasado a hacerse de forma descarnada, sin el edulcoramiento de antes —es la vuelta de la geopolítica—, hablar de capacidades militares y comparar las de un país y su vecino constituye hasta un ejercicio de prudencia. López Canorea, director del portal “Descifrando la guerra” y, por tanto, familiarizado con presupuestos y materiales de defensa, destaca cómo a pesar de su modernización, beneficiadas por las relaciones con Estados Unidos y con Israel, las Fuerzas Armadas de Marruecos están claramente por detrás de las españolas, incluso aunque España haya tenido un menor gasto militar con relación al PIB. Constituidas para hacer frente a Argelia, su gran rival, han desarrollado aspectos de la confrontación terrestre; en cambio, España cuenta con medios más adecuados para vencer en un choque que deba salvar las aguas del Mediterráneo o el Atlántico.

Esa superioridad militar española es un importante elemento de disuasión, y permite acoger la relación con Marruecos con cierto relajamiento, pero este no debe ser completo, como advierte López Canorea, pues justamente porque no puede avanzar sus objetivos de forma tan expedita, Rabat aprovecha forcejeos indirectos en los que España no mantiene el pulso.

El autor no cuestiona directamente que, con la carta que Pedro Sánchez remitió a Mohamed VI, España haya revisado su tradicional política en torno al Sáhara, que refrendaba el mandato de la ONU para una solución que tenga en cuenta la voluntad de los saharauis. La posición de un país puede variar si entiende que tiene que introducir cambios para defender mejor o en nuevas circunstancias sus mismos objetivos últimos. Lo que López Canorea lamenta es la falta de ‘gran estrategia’ de la que adolecemos los españoles, con gobiernos del PSOE o del PP. En las páginas hay un cierto reconocimiento de que Marruecos, por el contrario, está sabiendo leer mejor el momento y las posibilidades que se le ofrecen.

Especial interés tiene el tercio final de la obra, en el que existen más reflexiones propias, que constituyen la principal aportación al debate sobre la relación entre España y Marruecos. Los capítulos previos son un repaso de lo último acontecido en los roces entre los dos países, de lectura también útil. Sin afectar al rigor y a la conveniente matización de ideas, el libro muestra una visión moderadamente crítica con el orden internacional liberal y suspicaz con el predominio de Estados Unidos en Occidente. El prólogo está firmado por José Julio Rodríguez, JEMAD que participó en política de la mano de Podemos.