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Volver Más del 80% de las defunciones en el mundo occidental se producen en hospitales, según un teólogo polaco

Más del 80% de las defunciones en el mundo occidental se producen en hospitales, según un teólogo polaco

Jan Perzson abogó por crear centros de enfermos terminales, pues "se concentran en las necesidades psicológicas y espirituales", no sólo en la atención médica

17/03/11 13:09
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El teólogo polaco Jan Perzson. FOTO: Manuel Castells

Jan Perzson, decano de la Facultad de Teología Nicolás Copérnico (Polonia) impartió un seminario de profesores en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, en el que comparó qué significa ‘morir bien' para la tradición y para la cultura hospitalaria. Para ello presentó un estudio de campo que ha realizado sobre los casubios -un grupo étnico de Polonia- entre 1991 y 2000 y en 2008, 2009, 2010. Según explicó, este colectivo es muy característico por sus creencias y costumbres en torno a la muerte y los funerales. 

El teólogo polaco comenzó exponiendo en qué consiste una buena muerte dentro de la tradición.  Así, indicó que durante siglos se ha considerado la propia cama como el lugar de la muerte natural y se creía apropiado estar preparado para ese momento. También señaló los dos niveles en los que tenía lugar la buena muerte: la comunidad y la dimensión espiritual, que favorecían la compañía de la familia y vecinos en los últimos momentos del enfermo y la celebración ritos religiosos.

Según Jan Perzson, esta modelo tradicional ha ido desapareciendo en los últimos 50 años, debido a factores como los avances en Medicina que han aumentado la esperanza media de vida. En ese sentido, comentó que más del 80% de las muertes en Occidente se producen en hospitales. También recalcó que en los últimos tiempos ha surgido la convicción de que no es adecuado hablar o pensar sobre la defunción, lo que ha desembocado en que se considere un tabú.

El equipo médico, ‘protagonista' del fallecimiento

Por otro lado, apuntó que la medicalización del fallecimiento ha provocado que el sujeto deje de ser el protagonista de su muerte: se le priva de la compañía de sus seres queridos y la atención se centra en el equipo médico y sus esfuerzos por salvar una vida. "Esto crea determinados resultados antropológicos donde la única dimensión esencial de la naturaleza humana es el cuerpo y sus funciones, que están sujetos a procedimientos técnicos", afirmó.

"Este nuevo modelo en el que el fallecimiento se produce en el hospital -añadió- ha eliminado casi automáticamente la riqueza del anterior modelo cristiano, creado a lo largo de los siglos. La muerte humana se ve privada de este modo de la perspectiva cristológica, que transforma el drama en un acto de ofrecerse uno mismo a Dios".

Así, propuso la creación de residencias para enfermos terminales, que a su juicio "ofrecen una aproximación más integral a este tipo de pacientes y su naturaleza espiritual y corporal. El esfuerzo se dirige a los cuidados paliativos, pero también se concentra en las necesidades psicológicas y espirituales de los enfermos. Se pretende proporcionarles una estancia confortable en un ambiente familiar, lo que propicia las condiciones para cultivar una dimensión religiosa del sufrimiento y la muerte".

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