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Bonaventura Bassegoda, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, imparte la segunda sesión del ciclo de conferencias Francisco Calvo Serraller

El experto ha acercado a los asistentes las obras que Velázquez pintó en su etapa sevillana


FotoManuel Castells/Bonaventura Bassegoda durante su ponencia, en el Museo Universidad de Navarra

16 | 02 | 2021

La pintura religiosa de Velázquez en su etapa sevillana” ha centrado la segunda sesión del ciclo de conferencias que la Fundación Amigos del Museo del Prado organiza en la Universidad de Navarra, en colaboración con la Facultad de Filosofía y Letras del centro académico. Bonaventura Bassegoda, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha recorrido la obra de Velázquez desde 1618 a 1623, periodo en el que el artista se centró en la pintura de carácter religioso, hasta que se trasladó a la corte.

Para explicar sus obras de juventud “marcadas por unas características formales de radical novedad en comparación con otros pintores”, el experto ha presentado las seis pinturas de autoría tradicionalmente admitida; dos obras de autoría discutida; un cuadro de carácter religioso con presencia de retrato; y dos retratos de contexto religioso. Como ha señalado el experto, no hay ningún contrato que revele datos en torno a estas pinturas, como el remitente, el precio, o la fecha de ejecución y entrega: “De este primer periodo, solo la Adoración de los Magos está datada en 1619, el retrato de Suárez de Ribera está firmado y fechado en 1620, y lo mismo sucede con el de la monja Jerónima de la Fuente, en 1620. Esto nos limita el estudio de sus pinturas religiosas en su etapa sevillana y nos condiciona mucho como historiadores”.

Apoyado en un cuadro sobre la educación de la Virgen María, en el que aparece con San Joaquín y Santa Ana, y cuya autoría “no está confirmada pero existe un gran consenso al respecto”, Bassegoda ha explicado que “Velázquez inventa en esos años las escenas de bodegón con personajes populares, irrumpe con una gran originalidad y afianza su prestigio. También en la pintura religiosa desarrolla algunas técnicas de marcada personalidad en su interpretación. Uno de los aspectos que subraya es la importancia del retrato, como en este caso”. Tal y como ha señalado, se trata de una pieza que pudo proceder del convento de Santa Ana de Sevilla: “Aunque no hay ninguna documentación que nos hable de esta pintura, ni unanimidad sobre la autoría de Velázquez, creo que sí hay opciones para considerarla una primera obra. Tiene elementos que nos muestran que no es un cuadro de gran calidad, pero hay rasgos que se aproximan a las características de su pintura”, ha asegurado. 

Después de mostrar y abordar otros cuadros como el de Santo Tomás, la Inmaculada, San Juan, o las lágrimas de San Pedro, Bassegoda ha acercado a los asistentes la historia y características de “la obra maestra juvenil de Velázquez”: La Adoración de los Magos. “Se trata de una pintura fechada, con un formato vertical propio de los cuadros devocionales, que se encontraba en la capilla de los novicios de la Compañía de Jesús”. Asimismo, ha explicado que “es una obra muy contenida, con una mínima presencia de acción. Y es que Velázquez pinta todo con esta contención narrativa y expresiva, con esta sobriedad y un sentido de la monumentalidad contenida muy característica suya”.

A continuación, ha presentado “la última obra religiosa de Velázquez antes de los retratos”, una representación de la imposición de la casulla a san Ildefonso, y que “se encuentra en un estado de conservación catastrófico, por daños sufridos por su ubicación y por antiguas restauraciones”. Tal y como ha explicado el experto, “por sus medidas, no es un cuadro de altar, susceptible de recibir culto. Seguramente fuera un objeto devocional, un retrato póstumo de carácter funerario, en que el retratado hace la función de figurante”. También ha señalado que “los estudios técnicos realizados cuando el cuadro se intervino en el Museo del Prado en 1991 confirmaron la autoría del maestro”.

Para finalizar, Bassegoda ha presentado “dos retratos muy importantes pintados por Velázquez, los únicos que han llegado a nosotros en su ubicación original”: el de Cristóbal Suárez de Ribera, firmado con las siglas de Velázquez, “DVZ”, y fechado en 1620; y el de la Madre Jerónima de la Fuente, firmado y fechado en 1620, y de la que se conservan dos réplicas autógrafas.

Bonaventura Bassegoda es doctor en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Barcelona, institución donde es catedrático desde 1998. Especialista en la literatura artística del Renacimiento y del Barroco, tema sobre el que imparte conferencias y escribe numerosas publicaciones, entre ellas una edición crítica del tratado de Francisco Pacheco El arte de la pintura. Se ocupa también del coleccionismo artístico en Cataluña, así como de la colección pictórica original del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. En paralelo a su carrera docente, desempeña diversos cargos, como el de director del Gabinete de Dibujos y Grabados del Museo Nacional de Arte de Cataluña, miembro de la junta directiva del Comité Español de Historia del Arte y gestor de arte de la Subdirección General de Proyectos de Investigación del Ministerio de Educación y Ciencia. Es miembro numerario de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi, del Instituto de Estudios Catalanes y del patronato de la Fundación Instituto Amatller de Arte Hispánico.

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