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Ignacio Moriyón: "Hervir la leche salva vidas en el tercer mundo"

El investigador del Instituto de Salud Tropical afirma que en países en desarrollo no se aplican sencillas medidas de prevención de enfermedades por prejuicios culturales

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Ignacio Moriyón
FOTO: Manuel Castells
09/06/14 12:44 Miriam Salcedo

El pasado 1 de junio se celebró el Día Mundial de la Leche. Los lácteos son unos de los productos de origen animal más consumidos en el mundo. En España se ingieren al año una media de 120 litros de leche, unos 10 kilos de queso y otro de mantequilla. Esto ocurre en un país donde la producción de lácteos está regulada, exigiéndose unos requisitos sanitarios mínimos para el consumo humano de alimentos de origen animal (Reglamento 852/2004 del Parlamento europeo).

¿Pero qué pasa en países donde estas medidas no existen o apenas se aplican? Nigeria, uno de los países en los que el Instituto de Salud Tropical de la Universidad de Navarra (ISTUN) mantiene colaboraciones, es un caso. En un informe de 2012 la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) destacó la importancia de la producción lechera en los países del Sahel, donde el 80% de la población se gana la vida con el ganado.

Nigeria es el país más poblado del África subsahariana y en él los animales domésticos suponen una fuente principal de recursos alimenticios, así como de tracción y transporte de materias primas. La escasez de medidas de control sanitarias de consumo de alimentos de origen animal en estos países provoca que enfermedades erradicadas o bien controladas en los países desarrollados se conviertan en endémicas. Una de estas enfermedades desatendidas es la brucelosis, una de las zoonosis más extendidas del mundo, como afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Con motivo del Día Mundial de la Leche 2014, el equipo de investigación sobre brucelosis del ISTUN recuerda que, aunque la mejor forma de controlar la enfermedad consiste en reducir o eliminar la infección de los animales enfermos, hay medidas inmediatas y sencillas que pueden disminuir su impacto. Según Ignacio Moriyón, director del Laboratorio de Brucelosis, "para la brucelosis no procede desarrollar una vacuna humana, así que, además de la investigación en nuevas vacunas animales más estables, seguras y económicas, es importante combinar acciones preventivas para evitar la infección en los animales y su transmisión a las personas".

Entre estas acciones, la OMS indica pasteurizar la leche como un mecanismo de protección ante el contagio de la enfermedad. No obstante, en países como Nigeria, donde gran parte de la población ganadera vive en condiciones relativamente primitivas, Moriyón recuerda que "ante la falta de recursos también se deberían emplear medidas más sencillas como hervir la leche". El problema, como apunta el experto, son los prejuicios culturales: "En las zonas del centro de Nigeria donde trabajamos, muchas personas creen que la leche pierde sus cualidades al hervirla. Medidas tan sencillas aún necesitan una adaptación cultural, para la que la inclusión de expertos en comunicación en los equipos de trabajo es muy importante".

En relación con la brucelosis, este grupo de investigadores del ISTUN y de la Facultad de Medicina, participa en ICONZ – Africa, un proyecto internacional financiado con fondos europeos, que busca mejorar la salud y producción animal en varios países del continente africano. Uno de sus objetivos principales es desarrollar redes de colaboración para, de manera significativa, mitigar la pobreza, mejorar la salud y cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la Organización de Naciones Unidas.

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