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Docencia innovadora en la escuela rural de Alpartir

Una alumna de la Universidad de Navarra realiza sus prácticas de Educación en un pequeño municipio de Zaragoza gracias a la beca “Generación Docentes”


FotoCedida/La alumna de la Universidad de Navarra en la escuela rural de Alpartir.

08 | 04 | 2021

Desde hace más de dos meses, Guadalupe Caireta, natural de Girona y estudiante del doble grado en Pedagogía y Educación Primaria de la Universidad de Navarra, disfruta de la oportunidad de realizar sus prácticas como profesora y pedagoga en la escuela rural de Alpartir, un pequeño municipio en la provincia de Zaragoza.

Gracias a la beca de la Fundación Princesa de Girona “Generación Docentes”, Guadalupe y 29 jóvenes más pueden formarse durante cuatro meses en escuelas rurales en Galicia, Extremadura o Aragón. Uno de los requisitos del programa es que el Trabajo de Fin de Grado esté relacionado con la escuela rural. En el caso de la estudiante de la Universidad de Navarra, realizará dos trabajos, uno enfocado en la “Atención a la diversidad en la escuela rural” y otro acerca de “Las distintas dinámicas educativas que se generan en la escuela rural”.

Según explica, aunque esta experiencia se enmarca en el practicum del grado en Pedagogía, para el CEIP Ramón y Cajal de Alpartir no es solo una alumna en prácticas, sino una profesora con todas las competencias. Guadalupe lidera algunos proyectos en la escuela, como “Filosofía para niños”, en el que semanalmente trata con los alumnos cuestiones fundamentales para que reflexionen, o “Aprendiendo a Emprender”, un programa apoyado por la Fundación Ibercaja en el que los estudiantes de 6º de Primaria crean y gestionan una cooperativa, trabajando de manera multidisciplinar entre distintas asignaturas.

Educar para la vida

El modelo de enseñanza de esta escuela es diferente al de otros centros educativos. “Los niños no trabajan con libros de texto, sino con proyectos que integran varias materias”, explica la alumna. Por ejemplo, los alumnos recogen datos como las precipitaciones o temperaturas y posteriormente los usan para hacer problemas matemáticos o tratar cuestiones de geografía o ciencias naturales. En esta escuela rural, según cuenta, “se educa a los niños para la vida, trabajando mucho el consenso entre ellos, el respeto por los demás…”.

Es habitual escuchar que las escuelas rurales deben compensar las desigualdades que se generan para los alumnos por vivir en un pueblo en vez de en una ciudad, pero para Guadalupe “este modelo tiene muchas cosas que pueden enriquecer si se integra con otros modelos educativos”. Por eso, a la estudiante de Pedagogía y Educación Primaria le gustaría poder incorporar en su futuro profesional todo lo que está aprendiendo durante su estancia en Alpartir. La estudiante recuerda su llegada al CEIP Ramón y Cajal de Alpartir “algo caótica, aunque bonita”. Aterrizó en medio de la nevada Filomena e inmediatamente comenzó a trabajar con los alumnos. “El mensaje que he recibido desde el principio ha sido que esta escuela somos todos, y que lo más importante es que los niños sean felices”, relata.

Guadalupe anima a los futuros docentes a participar en este programa. A pesar de que es y que requiere saber organizarse y tiempo, ya que los estudiantes beneficiarios de esta beca reciben sesiones formativas, “supone apostar por algo que te va a ayudar en el futuro”, continúa.

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