20001207Según un arquitecto, el arte moderno "no debía necesariamente construirse sobre los criterios racionalistas"

"La modernidad, y concretamente la vanguardia de la primera mitad del siglo XX, para serlo, no debía necesariamente construirse sobre los criterios racionalistas". Esta es una de las conclusiones a la que ha llegado el arquitecto Juan Coll Barreu, quien defendió su tesis doctoral en la Universidad de Navarra. Su investigación, con la que ha obtenido sobresaliente cum laude, se ha centrado en los desarrollos no racionalistas de la vanguardia arquitectónica moderna en Los Ángeles durante el periodo 1908-1955.

El recién doctorado resume la aportación de su estudio al arte contemporáneo "como la constatación de una vanguardia moderna que actúa como tal, es decir, que modifica lo existente artístico, pero abierta, e incluso fundamentada, a postulados diferentes a los exclusivos de la razón que, en no pocas ocasiones, la cultura oficial de nuestro siglo ha explicado como único principio de actuación de las vanguardias".

"Este nuevo punto de vista busca -añade- sumarse a la discusión sobre la modernidad presentando una arquitectura diferente en valores y aspiraciones a la representante del Movimiento Moderno, pero al menos tan innovadora y siempre previa a la decantación del movimiento racionalista, aglutinante oficial de la vanguardia".

Una vanguardia moderna, pero no racionalista

El estudio presentado en la Universidad de Navarra afronta tanto los valores espaciales como conceptuales "de algunos de los más interesantes ejemplos de la arquitectura de California. Se trata de edificios poco difundidos por la crítica de la arquitectura moderna, algunos de ellos inéditos y casi completamente desconocidos", afirma.

Según Juan Coll, "esta arquitectura participa de las aspiraciones de la vanguardia moderna, por su necesidad de modificar lo existente". Asimismo, "se aleja de los postulados de la arquitectura racionalista, alrededor de los cuales se articuló la modernidad de la disciplina. Este alejamiento partía de la libertad de los planteamientos, es decir, de su cuestionamiento desde el origen".

El arquitecto defendió que "esta vanguardia no fue simplemente olvidada, sino rechazada desde el momento definitorio de la estrategia del Movimiento Moderno en la primera Exposición Internacional de Arquitectura Moderna, organizada en 1932".

"Esta vanguardia -sostiene el recién doctorado- era indudablemente una arquitectura no sólo de gran calidad, sino de gran interés y atractivo para los arquitectos y, más sorprendentemente, y de modo contrario a gran parte de la arquitectura del movimiento moderno, era atractiva también para el público".