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Una profesora de Enfermería resalta la importancia del secreto profesional en el ámbito de la salud

Maite Díaz habló en la Universidad con motivo del Año Internacional de los Voluntarios

02/02/01 18:15

"Al voluntario que presta su ayuda y su tiempo en el campo sanitario cada paciente se le presenta como un escaparate donde ningún aspecto de su vida y ningún detalle quedan fuera de su punto de mira, por lo que la deontología y la ética profesional preserva a estos pacientes para que no sea divulgado aquello que dan a conocer de su intimidad". Esta es la reflexión de Maite Díaz, profesora de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Navarra, que participó junto a voluntarios en una jornada dedicada a los enfermos hospitalizados.

La charla titulada "Secreto profesional y trato con enfermos" se enmarcaba dentro de la campaña de sensibilización organizada por Universitarios por la Ayuda Social (UAS), que agrupa a más de 200 estudiantes de la Universidad de Navarra, con motivo del Año Internacional de los Voluntarios.

La profesora defendió así el derecho a la privacidad de los enfermos y aludió a la responsabilidad de los profesionales de mantener el secreto profesional. "El derecho a la privacidad y el deber de que todos los profesionales lo guarden, conocido como 'secreto profesional', debe de ser respetado incuestionadamente".

Para Maite Díaz, "ser voluntario se presta a que los pacientes se desahoguen. Es importante conocer qué es lo que debemos escuchar y qué no debemos permitirnos escuchar. Hay que saber desviar aspectos del enfermo que no nos interesan, evitar falsas curiosidades y no manosear lo que conocemos comentándolo con otros porque podemos trivializar su dignidad".

Características de un buen voluntario

La profesora de la Universidad de Navarra considera que ser voluntario "supone estar dispuesto a dar. Es una actitud que hay que profesionalizar: se da más cuánto mejor se dé. Lo que se da vuelve a uno como un boomerang, porque siendo voluntario se recibe más de lo que se da: así es el premio de lo que no tiene precio".

Maite Díaz citó otras actitudes que deben caracterizar a un voluntario, entre ellas, disponibilidad, cercanía, optimismo y capacidad de observación, ya que "hay que saber mirar a las personas para saber qué les pasa y qué necesitan".

Asimismo, señaló que "un voluntario no suple a la familia" y recordó que "hay que huir del peligro de implicarse afectivamente. Una implicación afectiva disminuye la ayuda efectiva. Es necesario saber ver los problemas desde la distancia, alejarse de ellos, mirarlos con serenidad y objetividad".

La profesora comentó que "las personas que sufren se preguntan sobre el sentido de cosas por las que no se preguntaban cuando estaban sanas. Serán muchas veces los voluntarios los que den sentido a algo que parece no tenerlo. El sentido de la vida concebido como dirección debe apuntar siempre a la vida eterna, aunque en ese camino haya paradas y se puedan encontrar 'trocitos de sentido' en los distintos acontecimientos de la vida".

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