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“El Prado es un edificio complicado de entender, pero en el que se cristalizan momentos muy importantes de nuestra historia”

El arquitecto y catedrático, Luis Fernández-Galiano, impartió la última conferencia del ciclo sobre El Museo del Prado

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FOTO: Manuel Castells
01/12/16 16:15 Nagore Gil

El mismo día en el que Miguel Zugaza, director del Museo del Prado en los últimos 15 años hacía pública su salida, el arquitecto Luis Fernández-Galiano impartió la séptima y última conferencia del ciclo “El Museo del Prado: hitos históricos de sus colecciones”, que ha organizado la Fundación Amigos del Museo del Prado y la Facultad de Filosofía y Letras en colaboración con el Museo Universidad de Navarra.

Bajo el título Del Gabinete al Campus: las transformaciones de la sede del Museo del Prado, el catedrático repasó los hitos más importantes en la construcción del edificio y configuración de su particular Campus desde su origen, fruto del encargo del conde de Floridablanca al arquitecto Juan de Villanueva, hasta el momento actual, cuyo proyecto de ampliación acaba de ser adjudicado a los estudios encabezados por el arquitecto británico Norman Foster y por el español de Carlos Rubio, y con el que se  rehabilitará el antiguo Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro para ganar 2.500 metros cuadrados de espacio expositivo. “Aunque en la historia constructiva del edificio que ha llevado más de dos siglos han intervenido una veintena de arquitectos, su principal protagonista fue Juan de Villanueva, el mejor representante del neoclasicismo internacional en España”, señaló Fernández- Galiano. “El Prado es un edificio complicado de entender, pero en el que se cristalizan momentos muy importantes de nuestra historia”.

Para responder al encargo que el ministro de Estado le hizo, Villanueva presentó en 1785 al conde de Floridablanca dos proyectos, de los que se eligió el que contemplaba dos plantas bajas con circulaciones interiores. La utilidad pública era una condición importante de las obras de la Ilustración y el futuro edificio de Villanueva tenía en este sentido un doble compromiso: hermosear la ciudad y crear un establecimiento para el estudio, la investigación y la instrucción pública. ”La idea era construir un edificio “multiusos”, que pudiera alojar en su interior un gabinete de historia natural, una academia de ciencias naturales con capacidad para sus instrumentos, laboratorios, aulas y biblioteca, y un gran salón para juntas académicas”.

“Las obras avanzaron a buen ritmo  durante el ministerio de Floridablanca. Sin embargo, tras ser exonerado de su cargo en 1792, la construcción entró en un proceso más lento. Con el edificio todavía sin acabar, se produjo la invasión napoleónica y el edificio fue utilizado como acuartelamiento, quedando devastado”.

Dos Pritzker en la ampliación: Moneo y Foster

Las obras de rehabilitación del edificio avanzaron paulatinamente hasta que, en marzo de 1818, Fernando VII, con la decisiva intervención de su esposa María Isabel de Braganza, hizo pública su decisión de restaurar a su costa el edificio de Villanueva para acoger muchas de las obras de las colecciones reales para su conservación, para estudio de los profesores y recreo del público. En ese momento comenzó propiamente la transformación del edificio en galería de pintura.

Cuando en 1819 se creó el Museo del Prado, entonces Museo Real de Pinturas, se escogió como sede el edificio del Prado de los Jerónimos diseñado por el arquitecto Juan de Villanueva. Este inmueble fue ampliado y remodelado en numerosas ocasiones, con el fin de dar respuesta a las necesidades que se iban planteando a medida que se enriquecía la colección y se adaptaba a nuevos usos.  “Dentro de toda esta historia constructiva, podemos decir que el siglo XX ha sido el siglo de las ampliaciones: Fernando Arbós en 1914, Pedro Muguruza entre 1943 y 1946 con la construcción de la nueva escalera exterior de la fachada de Goya, Fernando Chueca Goitia en 1952 y varios nombres más, hasta llegar al año 2007, con la ampliación más importante de su historia: la de Moneo, donde se pensó por primera vez el “Campus del Prado”, con una suma de edificios de los que formarían parte dependencias del Monasterio de jerónimos y del Palacio del Buen Retiro.

La futura ampliación del Prado  que contempla más de 5000 metros cuadrados de espacio adicional, incluyendo 2500 expositivos, correrá a cargo de otro premio Pritzker, el arquitecto británico Norman Foster, que en colaboración con el estudio del español Carlos Rubio Carvajal se encargará de reformar el Salón de Reinos. “El corazón de esta propuesta es la reconstrucción del Salón de Reinos, que servirá como una nueva zona de exposición, pero es importante destacar también la fachada, ese gran pórtico con pilares de bronce, que deja el museo abierto a la ciudad”, destacó Fernández-Galiano.

La configuración de las colecciones del Prado en siete sesiones

El ciclo “El Museo del Prado: hitos históricos de sus colecciones”, que ha contado con una asistencia media de 250 personas, estuvo inaugurado por el catedrático de Historia del Arte Francisco Calvo Serraller, actual director del ciclo anual de conferencias del Museo del Prado. A lo largo de 7 sesiones, que han tenido lugar todos los miércoles en el Museo del centro académico, se ha buscado conocer cómo se han ido configurando las colecciones de la pinacoteca, mediante el comentario individualizado de algunas de las obras maestras que se han incorporado. Entre los ponentes que han participado, han estado Miguel Falomir, director adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado; Rocío Sánchez Ameijeiras, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Santiago Compostela; Gonzalo Borrás, profesor emérito de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza; Andrés Úbeda, jefe de Conservación de Pintura Italiana y Francesa hasta 1700 del Museo del Prado; Manuela Mena, jefa de Conservación de Pintura del siglo XVIII y Goya del Museo del Prado; y Luis Fernández-Galiano, catedrático de Proyectos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, que fue el encargado de la última conferencia.

En la clausura  del ciclo, que cuenta con el patrocinio de Viscofán y la colaboración de Fundación Diario de Navarra, estuvieron presentes la responsable del área académica del Museo Universidad de Navarra, Nieves Acedo, y la decana de la Facultad de Filosofía y Letras, Rosalía Baena, quien quiso poner en valor el papel que desempeñan los museos a la hora de difundir la investigación y la docencia en el ámbito de las humanidades y ponerlas al servicio de la sociedad. ”Los museos hacen que la perspectiva humanística sea tangible, material. Consiguen plasmar lo atractivo y poderoso que es el arte. Consiguen difundir socialmente el valor de las humanidades, aquellas disciplinas con frecuencia olvidadas, pero que sólo ellas consiguen explicar al hombre, en su dimensión imaginativa, con el arte, en su dimensión expresiva, con la lengua, en su dimensión histórica o en la reflexiva”.

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