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Javier Antón Sancho presenta su tesis doctoral sobre la arquitectura de Javier Carvajal Ferrer

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Javier Antón Sancho
FOTO: Manuel Castells
01/03/16 11:56 Nagore Gil

El arquitecto Javier Antón Sancho defendió su tesis doctoral 'Javier Carvajal. La forja de un lenguaje' el pasado día 30 de enero en el Aula Magna de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra. Antón afirmó que su investigación "queda envuelta de especial significación dada la enorme importancia que tiene en esta Escuela el vivo recuerdo del magisterio de Carvajal, del que se beneficiaron varias generaciones de arquitectos e indirectamente los que hemos venido después".

El origen de la tesis doctoral surgió a partir de una conferencia impartida en Pamplona por Ignacio Vicens, catedrático de la Escuela de Madrid y discípulo de Carvajal. Durante conversaciones posteriores con Vicens, se fue concretando la posibilidad de la codirección de una tesis sobre la obra de Carvajal. Javier Antón reconoció que en un primer momento "la elección del tema supuso una decisión comprometida, dada la polémica significación pública que acompañó a este personaje, lo que le reportó injustamente una falta de reconocimiento a la incontestable calidad de su arquitectura". En este sentido, Antón explicó que su tesis "aborda la compleja trayectoria de un arquitecto extraordinariamente dotado de múltiples cualidades: brillante, controvertido y vehemente; de personalidad excepcional y pensamiento singular".

Javier Carvajal fue profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra desde 1976 hasta 1996. En el año 2012 —un año antes de su fallecimiento—, se le concedió la Medalla de Oro de la Arquitectura Española. Este premio es el máximo galardón que se concede a aquellas personas que hayan destacado especialmente en el ejercicio de la profesión.

El jurado valoró especialmente su condición de maestro y referencia dentro de la arquitectura española contemporánea, la calidad de su obra construida y su gran labor en el ámbito docente y académico. Durante varias décadas, se dedicó con más intensidad a las labores docentes y académicas tanto en Madrid, como en Las Palmas, Barcelona y de modo especial en Pamplona, donde viajó todas las semanas durante más de veinte años mostrando un enorme espíritu de sacrificio. Dejó una fuerte impronta a toda una generación de arquitectos españoles que se sienten deudores de sus enseñanzas.

La Escuela  de Arquitectura de la Universidad de Navarra, instituyó en 2012 el premio Javier Carvajal, que se concedió en su primera edición a Kenneth Frampton y dos años más tarde al arquitecto suizo Mario Botta. El propio Frampton dirigió en la Universidad de Columbia la tesina fin de Master de Javier Antón. Consistió en una propuesta de exposición sobre las Casas de Somosaguas de Carvajal, que gracias a la financiación de la Embajada española y la Universidad de Columbia, pudo llevarse a cabo en el Instituto Cervantes de Nueva York. En la mesa redonda de la inauguración participaron el propio Frampton, Alberto Campo Baeza y Javier Antón.

La importancia de un sello personal

"Este trabajo de investigación pretende resaltar las opciones que Carvajal fue tomando conscientemente como nutrientes de su propia arquitectura. Su paso por Italia, el acercamiento a los países nórdicos, su relación con el continente americano, sus escarceos con el diseño industrial, y su profundo apego por la tradición hispánica, le permitieron ir trazando para sí un mapa mental en el que felizmente se conciliaron multiplicidad de registros". Según el doctor, "ese rico intercambio fue –además– ocasión de ofrecer al público internacional las primeras muestras de su arquitectura. Los éxitos que cosechó en Roma, Milán y Nueva York fueron la plataforma que le sirvió como punto de apoyo donde confirmar su andadura. Además, como fin último, esta tesis persigue la delineación abstracta de los elementos que componen la gramática y la poética del que podría considerarse como su propio lenguaje arquitectónico".

Para Carvajal "los arquitectos somos humanistas al servicio del hombre, al que queremos hacer feliz. Si sólo fuésemos técnicos o artistas, nos quedaríamos mancos. Nuestra mayor satisfacción es que las personas nos digan que son felices en las casas que hacemos. En la Escuela procuramos que se trabaje en ese espíritu de humanismo". Como recordó Antón, en el caso de Carvajal, "esta visión se materializó en un modo muy personal de hacer arquitectura". 

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