Plazas mayores en Navarra
Tafalla
A mediados del siglo XIX, la idea de dotar a la ciudad de Tafalla de una nueva casa consistorial y diversas dependencias municipales se asoció con la ejecución de un ambicioso proyecto urbanístico para hermosear la ciudad que habría de incluir la creación de una plaza pública destinada a mercado semanal y la construcción de viviendas particulares. Para desarrollar aquel plan rápidamente se pensó en el arruinado palacio real, cuyo patio principal se convertiría en un espacio público abierto, creando así un conjunto urbanístico regularizado y unitario, bajo una concepción racionalizada. Siguiendo modelos cercanos como las plazas nuevas de Vitoria o San Sebastián, el planteamiento respondía a la mentalidad decimonónica burguesa de embellecer la ciudad y dotarla de infraestructuras y espacios cívicos.
Dado que el palacio pertenecía al Real Patrimonio, se solicitó su cesión gratuita a la reina en 1853 y se encargó un primer diseño al arquitecto burgalés Juan Redecilla, si bien no se llegó a ejecutar. En 1856, y tras haber obtenido los terrenos, el Consistorio solicitó un nuevo proyecto al arquitecto vasco Martín Saracíbar, que fue el que finalmente se llevó a cabo, dando lugar a la actual plaza, hoy denominada Pedro de Navarra, cuyas obras se prolongaron en los años siguientes. Planteó una planta rectangular, en forma de U, paralela al camino real al que se abría por uno de sus lados largos. Su alzado se componía de planta baja con altos soportales pétreos de medio punto sobre los que se disponían dos pisos de ladrillo revocado en los que se sucedían rítmicamente balcones individuales. Totalmente integrada en el conjunto, en el centro de la crujía larga situó la casa consistorial, de piedra, con nueve huecos en cada altura. Para realzarla la dotó de columnas adosadas en los soportales, un largo balcón en el piso noble correspondiente a la sala de sesiones y, como coronamiento, un frontón triangular con el escudo de armas de la ciudad de remate. En el edificio quedaron incluidas diversas dependencias como el almudí, la secretaría, el archivo o el juzgado, junto con un salón de baile, mientras en la plaza se ubicaron la casa de la carnicería y pescadería así como casas particulares, cuyos propietarios, que habían adquirido los solares entre 1855 y 1857, tuvieron que adaptar los frontispicios, no los interiores, al proyecto de Saracíbar para lograr la unidad del conjunto.
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