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Plazas mayores en Navarra

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Por Pilar Andueza

 

Pamplona

Tudela

Estella

Tafalla

Corella

Larraga

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El concepto de plaza mayor

Según el Tesoro de la Lengua castellana (1611), de Sebastián de Covarrubias, una plaza era un “lugar ancho y espacioso dentro del poblado, lugar público donde se venden los mantenimientos y se tiene trato común los vecinos y comarcanos”, una definición que ha perdurado en el Diccionario de la lengua española (RAE), que añade, además, su función para “fiestas públicas”. 

El desarrollo económico vivido en el ámbito hispano-cristiano a partir del siglo XI propició el renacimiento de los núcleos urbanos y el desarrollo en ellos de ferias y mercados, alimentados por concesiones reales. Para su emplazamiento fueron necesarias zonas abiertas y despejadas, naciendo así en el urbanismo peninsular las denominadas plazas del mercado. A esta primitiva función mercantil se sumaron progresivamente otros usos sociales ligados a la diversión: festejos, celebraciones y regocijos, destacando especialmente los espectáculos taurinos. Ya en el siglo XIX se incorporaron también los conciertos y recitales para lo que se colocaron quioscos. Al carácter utilitario de estos espacios se sumó desde finales del siglo XV la cualidad de representatividad, merced a la construcción de la casa consistorial en aquella ubicación. 

La plaza mayor no se situaba generalmente en el núcleo originario de la ciudad, sino que era fruto de su expansión. Su trazado podía ser irregular, aunque ordenado, fruto de un crecimiento espontáneo del urbanismo, pero también regular, respondiendo a un plan previo, programado, siguiendo un modelo que arrancó en nuestro país con la plaza mayor de Valladolid, construida en 1561 con trazado y alzados uniformes. A ella en le siguieron otras en los siglos siguientes, como Madrid, Segovia, León, Córdoba, Salamanca, Ocaña, Vitoria, San Sebastián, Bilbao o Barcelona, de estilo barroco y neoclásico. Unas y otras eran espacios que ofrecían una clara unidad espacial y visual, con soportales en la planta baja y varias alturas en las que se sucedían balcones, auténticos palcos para espectáculos. En Navarra la mayoría de las plazas son irregulares, excepto Tudela, Larraga y Tafalla y sus denominaciones han sido diversas y cambiantes a lo largo del tiempo, fruto de su función o de determinados acontecimientos políticos.

Desde su creación, las plazas mayores, centros de sociabilidad y convivencia cívica, así como espacios lúdicos y símbolos de representatividad, se han convertido en el corazón de la ciudad moderna. 

 

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Plaza del Salvador, Sangüesa. Foto: Archivo Real y General de Navarra

aula_abierta_itinerarios_46_bibliografia

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