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Plazas mayores en Navarra

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Larraga

Con un caserío desplegado por la falda de una colina en cuya cima se ubicó un castillo medieval, Larraga ofrece un urbanismo totalmente irregular que responde a un crecimiento espontáneo, sin plan previo, con calles largas y quebradas que descienden desde la parroquia de San Miguel y se cruzan desordenadamente con otras perpendiculares. La paz alcanzada en el reino en el siglo XVI propició un incremento demográfico y económico que se tradujo en una expansión de la villa hacia la llanura, donde se levantaron nuevas casas y se abrió una plaza mayor. 

La plaza larraguesa, denominada de los Fueros, no solo destaca por su absoluta regularidad, sino por ser uno de los pocos casos que replica en Navarra un plan urbanístico preconcebido, como en Tudela o Tafalla. De hecho, fue construida en los años treinta del siglo XVIII por el maestro de obras Francisco de Aguirre, siguiendo el diseño aportado por Juan de Larrea en 1732, uno de los arquitectos más relevantes del reino en aquel momento. Destinada a ser el principal espacio social de la villa y escenario de fiestas y celebraciones, especialmente espectáculos taurinos, la plaza tuvo incorporó en el proyecto, como otras muchas plazas mayores, la casa concejil, además de granero, mesón y toril. 

Presenta un diseño en L con alzados de tres cuerpos con amplios arcos de medio punto sobre pilares pétreos en la planta baja y dos pisos superiores construidos íntegramente en ladrillo en los que se suceden balcones individuales en la planta principal y ventanas en el ático, huecos todos ellos a plomo con los arcos. El conjunto acoge en la crujía oeste la casa consistorial, que solo difiere del resto del conjunto por sus dos balcones unidos en un único saledizo entre los que se sitúa un escudo de armas de la villa. Fue labrado en 1742 por Miguel de Zufía, con abultados follajes, mascarón inferior, niños tenantes y corona abierta por timbre. En su campo se dispone un pie de raga con tres ramas con sus frutos, de acuerdo con la concesión que hicieron los reyes Juan de Albret y Catalina de Foix en 1507, monarcas que un año después otorgarían la celebración de feria a la villa. 

 

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Foto: Pilar Andueza

aula_abierta_itinerarios_46_bibliografia

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