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Basílica de San Ignacio de Loyola

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El exorno: pinturas romanas

Algunos lienzos y objetos de culto procedentes de Indias, la Corte madrileña y Roma

Los dos antiguos colaterales estaban dedicados a san Ignacio, velando las armas ante la Virgen de Montserrat, y a san Francisco Javier, intercediendo por los apestados. El primero de ellos se ha conservado. En los muros del templo cuelgan algunas pinturas interesantes como el santo con armadura, enviado hacia 1715 de Roma por el hermano Emeterio Montoto que, años atrás, había estado al cuidado de los jóvenes jesuitas en Villagarcía. Es una copia de otra pintura conservada en San Ignacio de Roma. De la misma procedencia es el gran lienzo apaisado de la caída del santo, remitido en 1729 por el padre Manuel de la Reguera (1668-1747), teólogo particular del cardenal Belluga. La composición es copia exacta de la que se encuentra en las bóvedas de la iglesia de San Ignacio de Roma, obra del padre Pozzo (1685-1686).

De la Ciudad Eterna también llegaron otras pinturas, una de gran tamaño del santo ante el Resucitado, una pareja de san Ignacio, y dos más pequeñas de san Luis Gonzaga y san Estanislao de Kostka, enmarcadas todas en 1749. El de la aparición del Resucitado es, en realidad y como me ha hecho notar el padre Javier Sagüés, la aprobación del nombre de la Compañía con el beneplácito del mismísimo Cristo, allá por 1537. El padre Juan Antonio Polanco, burgalés, secretario de san Ignacio y de la Compañía, escribe un capítulo titulado De Societatis Jesu nomine, en el contexto de antes de la llegada a Roma, en Vicenza, en septiembre de 1537, en donde se propuso la cuestión del nombre:

Tratando entre sí cómo se llamarían a quien les pidiese qué congregación era esta la suya, comenzaron a darse a la oración y pensar qué nombre sería más conveniente, y, visto que no tenían cabeza ninguna entre sí ni otro prepósito sino a Jesucristo, a quien solo deseaban servir, parecioles que tomasen nombre del que tenía por cabeza, diciéndose la Compañía de Jesús. Y en esto del nombre, tuvo tantas visitaciones el P. Maestro Ignacio de aquel cuyo nombre tomaron y tantas señales de su aprobación y confirmación de este apellido, que le oí decir al mismo que pensaría ir contra Dios y ofenderle si dudase que este nombre convenía (MHSI. Polanci, Fontes narrativi I, 204).

Entre otras dádivas, destacaremos: dos cálices sobredorados, enviados desde Potosí por Tomás Rodríguez en 1719; un Jesús de plata remitido en 1722; un cáliz del confesor real, el padre Rubinet, en 1709; un relicario de plata, costeado por el rector Juan de Loyola; láminas calcográficas para estampar imágenes del Corazón de Jesús; cantidades en metálico por el padre Juan José Eraso desde Chile en 1750; 782 pesos por el indiano de Puente la Reina Francisco Miguel de Gambarte, en 1767…

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aula_abierta_itinerarios_32_bibliografia

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