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Cristina López del Burgo, Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública e Instituto Cultura y Sociedad

La mejor herramienta para proteger a las niñas y adolescentes

jue, 31 oct 2013 10:45:00 +0000 Publicado en La Razón

Según el informe del Fondo de Población de la ONU "Maternidad en la niñez", 7,3 millones de niñas menores de 18 años dan a luz a nivel global. El 95% de esos partos ocurren en países en desarrollo.

El embarazo en las niñas y adolescentes no sólo afecta a su salud física (fístulas, hemorragias, infecciones, etc.), sino también a su desarrollo emocional y a su futuro en la sociedad. Pero no hay que olvidar que tener relaciones sexuales a edades tempranas es en sí mismo un factor de riesgo para la salud, independientemente de que haya o no embarazo, tal y como muestran numerosos estudios científicos y organismos internaciones.

En España, la tasa de menores de edad que se quedan embarazadas ha ido aumentando a lo largo de los años, a pesar de las campañas de promoción del uso del preservativo y de otros métodos anticonceptivos. Estas campañas suelen transmitir a los adolescentes el mensaje de "seguridad absoluta" e invulnerabilidad si usan el preservativo. Esa supuesta seguridad absoluta (que no es real, dado que el preservativo no es 100% eficaz), les lleva a aumentar otras conductas sexuales de mayor riesgo, como ir cambiando de pareja sexual o empezar antes a tener relaciones sexuales. Este fenómeno, conocido como "compensación de riesgo", explica que a pesar del aumento en el uso de anticonceptivos y/o preservativos, los embarazos precoces y las infecciones de transmisión sexual sigan aumentando. Además, está demostrado que los jóvenes tienen más fallos a la hora de usar preservativos, por lo que la eficacia es todavía menor.

Según el informe de la ONU, la pobreza, los matrimonios a temprana edad y la falta de acceso a la educación son las principales causas subyacentes del embarazo precoz. Evidentemente, ante un problema multicausal, la solución no puede limitarse a promocionar el uso de anticonceptivos o a la práctica del aborto, situación que empeora más todavía el desarrollo emocional de esas niñas. Aparte de modificar las leyes que amparan los matrimonios a edades tempranas y mejorar las condiciones económicas y el apoyo a las familias, la educación es la mejor herramienta para la protección de las y los niños y de los adolescentes. Pero tiene que ser una educación que fortalezca el carácter, que les oriente hacia metas en la vida, que fortalezca la propia dignidad y la autoestima, que sirva para que puedan entender los propios sentimientos y logren gestionarlos de la mejor manera dentro de la propia proyección a futuro. En definitiva, una educación que abarque todas las dimensiones de la persona.