Ricardo Fernández Gracia, Director de la Cátedra de Patromonio y Arte Navarro
Preparando la Navidad
Aborda el autor las distintas fiestas que se suceden durante el calendario festivo del mes de diciembre, previas a la celebración de la Navidad. Y recuerda como algunas han caído en el olvido.
Hasta hace unas décadas, el tiempo litúrgico de la Navidad terminaba con la fiesta de las Candelas. El dicho popular aún nos recuerda: ¿Hasta la Purificación, Pascuas son". Hasta ese día se sucedían algunas fiestas como la del Dulce nombre de Jesús, celebrada tradicionalmente el domingo tras la octava de Reyes, hasta que Roma fijó su festividad en la dominica segunda después de la Epifanía.
Del mismo modo el Adviento ha estado salpicado, a lo largo del mes de diciembre de algunas celebraciones que preconizan la inminente venida del Mesías, si bien la mayor parte de ellas han caído en el olvido, al menos con los contenidos y formas que tuvieron en los tiempos pasados.
La fiesta de San Nicolás
En la mayor parte de la catedrales españolas, por supuesto en la de Pamplona, se celebraba la fiesta del obispillo el día de Inocentes. A comienzos del mes, el día de San Nicolás, se elegía a uno de los infantes de coro para que ejerciese jurisdicción durante el día 28. De tal costumbre, generalizada en toda la Península, nos da cuenta el biógrafo de fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada, cuando afirma que en todas las catedrales del siglo XVI se elegía un obispo el día de San Nicolás, ¿cuya dignidad duraba hasta el día de Inocentes: en el cual mudándose los oficios de los mayores por los menores, mandando estos y obedeciendo aquéllos..., llegado el día de Inocentes llevaban al obispo desde su colegio al coro, vestido de pontifical, y acompañado de los demás oficiales, los cuales con sus ropas y sobrepellices representaban al nuevo deán y cabildo de la iglesia, y las dignidades y canónigos servían de capellanes y criados del obispo...".
Ecos de aquellas fiestas celebradas por monaguillos y niños de coro de iglesias y catedrales son algunos personajes del folklore navideño, interpretados por unos como motivo de burla y, por otros, como una representación piadosa. Buen ejemplo de ello es el denominado ¿obispillo" del día de San Nicolás, que aún se escenifica en cinco localidades navarras, que hablan de unas representaciones del mundo al revés, perfectamente encajadas en el espíritu carnavalesco de las fiestas invernales. El festejo, según Jimeno Jurío, tuvo especial vistosidad en Roncal, en donde el obispillo, con su séquito, iba acompañado del regimiento municipal, ataviado a la viaje usanza.
El culto a San Nicolás no fue tan importante en Navarra como el de otros santos, de hecho, apenas contó con media docena de parroquias bajo su advocacióny alguna ermita como la de Tafalla, en el barrio de la Peña. Sin embargo, el número de pinturas y esculturas es notabilísimo, con ejemplos destacados de todos los estilos, desde el Gótico al Barroco. Iconográficamente San Nicolás se representa con hermosa capa pluvial y las insignias episcopales: mitra y báculo. A sus pies suelen aparecer tres niños en el saladero, que forman parte de sus atributos más conocidos. Como es sabido, la leyenda del santo recoge el hecho de la salvación milagrosa de los tres infantes a los que un malvado carnicero tenía en el saladero, para venderlos como carne de puercos.
Las Jornadas
Entre las tradicionales devociones conventuales y familiares figuraban las Jornaditas que eran una especie de novena de preparación para la Navidad. En México se celebran aún con gran pompa, en torno a una procesión con luminarias que parte de la iglesia con las imágenes de María y José y un burro con un ángel. A lo largo del recorrido se pide posada para tan singulares peregrinos una y otra vez, hasta que finalmente se abre una puerta. Conocemos varias ediciones para la práctica de las Jornadas o Posaditas, y sabemos de la escenificación con imágenes de San José y la Virgen en busca de aposento.
Actualmente en Pamplona, tan sólo las Carmelitas Descalzas de la Calle Salsipuedes, siguen celebrando las Jornadas, que comienzan en día 16 de diciembre y terminan el día 24, con la lectura de unas consideraciones sobre las jornadas que hicieron José y María desde Nazaret a Belén.
La escenificación principal la llevan a cabo las hijas de Santa Teresa, al atardecer del día 23, cuando la comunidad con velas encendidas y cantando se dirige a una de las tribunas, en donde se encuentran las delicadas esculturas dieciochescas de los peregrinos, es decir María y José. Las letrillas de los cantos rezan: "San José que a la Virgen / va acompañando / con amantes suspiros / dice llorando: / ¡ Ay de mi vida / mi dulce gloria, / de mi memoria, / prenda adorada, / Ay lo que siento el veros /tan fatigada!...". En la última estrofa, la priora toma las dos imágenes y entonan otras coplillas de la tradición conventual, una de las cuales dice: "Pastorcita Virgen / Gloria de Belén/ de un Príncipe Madre / que también es Rey / Ven a nuestros Valles / del Líbano ven./ Serás coronada, / Reina de Israel¿". A partir de ese momento la ceremonia cobra mayor fuerza, pues se va al despacho de la Santa, y las celdas de la priora y de todas las monjas, en donde cada una reza, recita un poema o canta un villancico a los visitantes. Al final, en el coro, se realiza el ejercicio correspondiente de las Jornadas.
Con el relato sencillo, cargado de simbolismo, no nos resulta difícil retrotraernos a los enladrillados y gélidos pasillos conventuales del convento antiguo, en la Plaza del Castillo, pues la tradición perdura con fuerza. Antes y ahora se trataba de preparar los caminos de la Navidad, para deleitar al corazón y a los sentimientos en la venida del Salvador.
La Virgen de la Esperanza
La Virgen de la Esperanza o de la O se celebra el día 18 de diciembre yes una advocación mariana que se asocia con el Adviento o espera de la Natividad de Cristo, cuando la Virgen estaba embarazada. La razón del nombre ¿O" es la exclamación admirativa ¿Oh" que aparece en las siete estrofas de las Vísperas que preceden a la Navidad, entre los días 17 y 23. Cada antífona es uno de los nombres de Cristo, uno de sus atributos mencionados en las Escrituras. El día 17:O Sapientia (Sabiduría), el 18:O Adonai (uno de los nombres de Dios en hebreo: Señor mío), el 19:O Radix Jesse (Raiz de Jesé), el 20:O Clavis David (Llave de David), el 21:O Oriens (Amanecer), el 22:O Rex Gentium (Rey de las Naciones) y el 23:O Emmanuel (Dios con nosotros). Las primeras letras de los títulos leídas en sentido inverso forman el acróstico latino "Ero Cras", que significa "Mañana, yo vendré", y reflejan el tema de las antífonas.
En la catedral de Pamplona, la música, es decir las voces e instrumentos, acompañaban ese oficio. Por los apuntes del ceremoniero catedralicio del último tercio del siglo XIX, sabemos que ¿en las primeras Vísperas de la Expectación entona la antífona O Sapientia el Sr. Deán para lo cual acompaña el maestro de ceremonias desde su silla hasta el facistol, y después que se haya cantado toda la antífona lo vuelve a acompañar hasta la escalera del coro de arriba. Los seis días siguientes entonan las O las dignidades o canónigos más antiguos, previa invitación del Sr. Deán o presidente del coro, la que hace por medio del maestro de ceremonias". En los conventos, las religiosas portaban una especie de estandarte con la ¿O" ornamentada con distintos motivos y las letras del comienzo de la antífona correspondiente a cada día.
La Virgen de la Esperanza cuenta con algunas representaciones exquisitas pertenecientes al periodo gótico. Recordemos la escultura pétrea de la basílica de la Virgen de la O en Pamplona, en la demarcación parroquial de San Lorenzo, en el barrio de Sandu Andía, procedente del convento de la Merced. Contó con una cofradía y tuvo un hospital. El obispo don Martín de Zalba concedió indulgencias a quienes ayudasen a su edificación en 1384. En la segunda mitad del siglo XVIII se agrandó el templo que se derribaría en 1987, construyéndose otro que armoniza escasamente con su entorno.
Un magnífico ejemplo pictórico es la tabla titular del retablo de la capilla de los Villaespesa de la catedral de Tudela, obra de 1412 del pintor zaragozano Bonanat Zaortiga. En este caso la imagen de la Virgen grávida de gran tamaño, está rodeada de ángeles que sostienen una tela de fondo, mientras los patronos de la capilla, el canciller Villaespesa y su mujer doña Isabel de Ujué, de pequeño tamaño, rezan a sus pies.
Durante el siglo XVI conocemos documentalmente algunos ejemplos con tipologías dependientes de la Virgen apocalíptica, como la escultura que Domingo de Segura hizo para Obanos en 1554, con el sol en el vientre de la Virgen. En la época barroca se construyó en Valtierra un templo mariano bajo la advocación de la Virgen de la Esperanza que cuenta con un rico retablo barroco y un excepcional camarín con pinturas del Barroco decorativo. Otras ermitas de la misma advocación se encuentran en Ugar y Ciriza. La única parroquia de la Expectación de Nuestra Señora es la de Munárriz.