Publicador de contenidos

Volver 2016-04-21-opinion-ICS-hacer-familia

Alfonso Osorio, Profesor Titular de Psicología. Subdirector del Dpto. Teoría y Métodos de Investigación Educativa y Psicológica (Facultad de Educación y Psicología). Investigador del Proyecto Educación de la Afectividad y la Sexualidad Humana (EASH) del Instituto Cultura y Sociedad (ICS), Universidad de Navarra.

Adrián Cano Prous, Doctor en Medicina y especialista en Psiquiatría. Responsable de la Unidad de Diagnóstico y Terapia Familiar (UDITEF) de la Clínica Universitaria de Navarra.

Jokin de Irala, Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública. Investigador Principal del Proyecto Educación de la Afectividad y la Sexualidad Humana (EASH) del Instituto Cultura y Sociedad (ICS), Universidad de Navarra.

¿Es posible aprender a amar?

Un estudio sobre el éxito matrimonial

jue, 21 abr 2016 16:54:00 +0000 Publicado en Revista Hacer Familia

Seguramente, todos conoceremos algún matrimonio que, con dolor, ha vivido un proceso a lo largo de su relación que los ha llevado a la ruptura. En muchos casos, el dolor asociado a una pérdida, va de la mano de una real vivencia de frustración: “quería que mi matrimonio fuese para toda la vida”. Proyectos truncados y anhelos que se desvanecen. Toda ruptura genera dolor en todos los miembros de la familia, afectando especialmente a los hijos.

Es bien sabido que, durante las últimas décadas, el divorcio ha ido aumentando en todo el mundo industrializado. Si bien parece que en Estados Unidos esa tendencia se ha estancado, en Europa y especialmente en España la cifra de divorcios sigue creciendo. Según el Instituto de Política Familiar de España, en la última década el número de divorcios ha aumentado un 38% respecto a 2005. En el tercer trimestre de 2015 se produjeron un total de casi 100 mil rupturas matrimoniales. Según las estadísticas del Instituto Nacional (INE), España lidera el ranking de países con mayor tasa de divorcios, junto con Bélgica y Portugal. Mientras las rupturas van en ascenso, los matrimonios se reducen en alrededor de un 8% cada año. En la actualidad se afirma que por cada 4 matrimonios que se inician en España, se producen 3 divorcios. En un retrato de la familia española, estamos en condiciones de asegurar que “nos casamos menos, y nos divorciamos más”.

Son por todos conocidas las lamentables consecuencias que el divorcio implica para toda la población: para el matrimonio, para los hijos y para la sociedad en su conjunto.

Concretamente, en cuanto al propio matrimonio, está comprobado que las personas divorciadas son menos felices y padecen más depresiones. Los hijos sufren consecuencias negativas de diferente tipo, desde efectos psicológicos, hasta un mayor fracaso escolar. Por último, la sociedad se ve también afectada de diferentes formas. Todas estas consecuencias repercuten en un elevado gasto social como la educación, la sanidad o las ayudas sociales.

Teniendo en cuenta este panorama, es lógico pensar que, desde distintos ámbitos sociales, una preocupación especial debería ser la de reducir, en lo posible, el número de divorcios. Como así también la de realizar aportes tendientes al fortalecimiento del matrimonio.

¿Cómo hacerlo?

Para ello, un paso fundamental consiste en descubrir qué factores aumentan la probabilidad de divorcio en una pareja, y cuáles facilitan el éxito matrimonial. Y, entre estos factores, debemos identificar cuáles son modificables: sobre cuáles podemos intervenir (por ejemplo, podemos mejorar las habilidades comunicativas de una persona, pero no podemos cambiar en absoluto su origen familiar).

Numerosos autores coinciden en señalar dos grandes grupos o categorías de situaciones que pueden provocar un desajuste en el matrimonio. En una primera categoría nos encontramos con situaciones que podemos denominar de crisis del desarrollo, propias de la adaptación a las diferentes etapas de cualquier matrimonio. Son universales y pueden ser previsibles. Nos referimos en este caso al comienzo de la convivencia, el nacimiento de los hijos, el aprender a ser padre o madre, la organización laboral, etc. En una segunda categoría están aquellos sucesos imprevisibles, eventos inesperados, cuya resolución exige un esfuerzo, una capacidad de donación y un nivel de madurez mutua para poder adaptarse a la nueva situación. Podemos mencionar aquí las crisis económicas inesperadas, los accidentes, las enfermedades, los fallecimientos, etc.

Muchos profesionales coinciden en que hay situaciones inicialmente agradables que pueden derivar en conflicto, como por ejemplo la decisión de una mudanza o las vacaciones. Ambas actividades significan un cambio en la rutina de la pareja y se crea la oportunidad de tomar decisiones, coordinar y trabajar en equipo ante nuevas circunstancias, lo que puede generar nuevos conflictos. Está comprobado que tras las vacaciones, las rupturas se incrementan. Los horarios menos rígidos y una mayor intensidad en la convivencia, puede provocar que salgan a la luz ciertas diferencias o conflictos que permanecían ocultos.

Un dato que va cobrando mayor importancia en nuestros días, es la influencia que las nuevas tecnologías ejercen en todos los aspectos de nuestra vida. Estudios llevados a cabo por la Universidad de Boston, y la Pontificia Universidad Católica de Chile, coinciden en que la dependencia a las redes sociales se asocia con un aumento de los divorcios de hasta un 4,5%. Hace unos pocos años, en la reunión de la American Academy of Lawyers en Estados Unidos, el 62% de los participantes afirmó que internet había sido un factor significativo en los divorcios de ese año. Estamos en condiciones de afirmar que el impacto que la actividad online posee en la vida de los matrimonios resulta ser un importante predictor de distrés conyugal, separación y divorcio.

 ¿Qué podemos hacer ante esta compleja realidad? ¿Es posible “anticiparnos” ante estas posibles situaciones de desajustes en el vínculo matrimonial?

Estamos convencidos de que sí es posible. Si encontramos o identificamos aquellos factores “modificables” que afectan la convivencia matrimonial podremos intervenir y, de ese modo, ayudar a las nuevas parejas a mejorar aquellos aspectos en los que necesiten para que puedan aumentar sus probabilidades de éxito en este proyecto de vida que tanto les ilusiona y que para algunos acaba resultando más difícil de alcanzar.

Antecedentes del estudio

Ya se han hecho, especialmente en Estados Unidos, estudios que intentan identificar variables asociadas al éxito matrimonial. Las variables que se han encontrado son de diferente tipo, como la procedencia de los sujetos, los rasgos de personalidad o los procesos de interacción en la pareja. El proyecto más característico en esta línea es quizá el que viene realizando desde 1980 el Centro de Estudios sobre Matrimonio y Familia de la Universidad de Denver, bajo la dirección de Howard Markman. En 1980 reclutaron a 135 parejas que planeaban casarse, y las evaluaron en diversas variables. Desde entonces, han estado siguiendo a esas parejas, estudiando especialmente si siguen casadas y, en ese caso, cuál es su grado de satisfacción conyugal.

Diversas variables se han demostrado asociadas con la estabilidad y la satisfacción conyugal. Entre ellas, las más importantes son la capacidad de comunicación y de resolver problemas juntos, la tendencia a sacrificarse y el no haber cohabitado antes del matrimonio. También John Gottman, de la Universidad de Washington, ha liderado investigaciones similares. Tras el seguimiento de parejas durante 14 años, han encontrado variables asociadas con el divorcio. Es más, algunas de ellas parecen sugerir incluso el tiempo en que podría una pareja llegar a divorciarse. Las variables más relevantes se refieren a diferentes aspectos de la forma de interactuar durante los conflictos, medidas de afectos positivo y negativo, así como datos obtenidos de la historia de la relación de la pareja.

En Suiza, el equipo de Guy Bodenmann se ha fijado especialmente en la forma en que los sujetos afrontan el estrés, tanto individualmente (afrontamiento individual) como en pareja (afrontamiento diádico). 

Proyecto AMAR

Por todo lo expuesto, consideramos que resulta relevante plantear un estudio de similares características, pero con notas distintivas.

En el Proyecto A.M.A.R (Antecedents of Marital Ajdustment Research) pretendemos realizar un estudio longitudinal, prospectivo y dinámico, empezando con parejas que estén planificando casarse por primera vez. Queremos aplicar, sobre una muestra española, procedimientos que se han demostrado eficaces en otros países, a la vez que intentamos hacer aportaciones propias para mejorar y profundizar el estudio en algunos aspectos.

Partimos de las siguientes hipótesis:

1.Es posible identificar, antes del matrimonio, variables, características y circunstancias de las parejas que puedan trabajar juntos para evitar que sean factores precipitantes del fracaso matrimonial.

2.Algunas variables prematrimoniales se asociarán más con el éxito o con el fracaso matrimonial.

3.Algunos sucesos y circunstancias matrimoniales pueden actuar modificando, para bien o para mal, el curso del matrimonio.

El objetivo general de este estudio consiste en valorar la asociación entre variables prematrimoniales, características y circunstancias de las personas que se van a casar, y el éxito de su matrimonio, teniendo en cuenta otras variables y sucesos posiblemente modificadores durante el matrimonio. Para tal fin, el estudio comienza con la posibilidad de pasar un cuestionario a los novios que van a casarse, sobre la relación, características y circunstancias prematrimoniales de la pareja. De este modo podremos identificar áreas que se les podrían sugerir como objetivos de mejora. Al cabo de un tiempo de matrimonio, volveremos a contactar con ellos para realizar un seguimiento de su relación y poder luego identificar variables asociadas al éxito (seguir juntos y satisfechos con su matrimonio) y al fracaso en sus diferentes grados (estar separados o divorciados, o bien seguir juntos pero con un grado bajo de satisfacción conyugal).

Desde Proyecto AMAR queremos estudiar las claves que hacen que el amor dure para siempre. Queremos ofrecer luces claras a los futuros matrimonios para que puedan dialogar más acerca de aquellos puntos que suelen ser complicados en una pareja y puedan evaluar sus fortalezas, conversando y trabajando sobre aquellas actitudes que permiten forjar un matrimonio estable y feliz. Porque hay cosas que sólo la experiencia puede enseñar, buscamos que las experiencias de los matrimonios de hoy, sean una ayuda para los matrimonios de mañana. Porque el amor no es sólo un sentimiento, sino también un arte que se puede aprender. Y el matrimonio es una aventura que vale la pena aprender a vivir.

Si quieres participar en el estudio o conocer más acerca de nuestro proyecto: www.amarhoy.org