20/05/2025
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Diario de Navarra y El Diario Montañés
Alejandro Martínez Carrasco |
Profesor de Filosofía y del Departamento de Ciencia Política y Sociología
El filósofo coreano Byung-Chul Han, que acaba de ser galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, goza desde hace unos años de notable popularidad entre el gran público en países de lengua hispana. Popularidad que se inició a raíz de su ensayo La sociedad del cansancio, publicado originalmente en 2010 y traducido al castellano en 2012, y ha ido creciendo al hilo de sus siguientes ensayos especialmente centrados en criticar la sociedad neoliberal actual de los países occidentales, sociedad de la autoexplotación, de la transparencia y del régimen psicopolítico, según sus propias categorías. A la vez ha generado un fuerte rechazo en otros muchos: su peculiar estilo breve y cortante, lapidario, fuertemente dicotómico y dialéctico, sin apenas argumentación ni análisis desarrollados, proclive a la simplificación, explica buena parte de su éxito y da razón también de las duras críticas que recibe.
En realidad, el pensamiento de Han es menos conocido de lo que a primera vista se puede creer. Autor de 32 libros hasta la fecha, algunos de no poca extensión, más de una quincena de artículos de relevancia filosófica y con otros dos libros que recogen conferencias, artículos y entrevistas, su propuesta filosófica es más amplia, compleja y rica, y con una notable evolución y variación interna, de lo que puede parecer a los lectores que solo hayan leído algunos de los ensayos más conocidos, que en general son los que publicó entre 2010 y 2020. Para empezar, su peculiar estilo de pensamiento y escritura es enormemente denso y oscuro; sus reflexiones se articulan siempre como comentario a las ideas de otros autores, lo que hace que sus libros estén repletos de citas y referencias y su propia voz sea a menudo inseparable del resto de voces que hace comparecer. Este estilo básicamente hermenéutico y poco argumental hace imprescindible para comprender sus análisis y propuestas tener en cuenta los autores que explícita o implícitamente le sirven de marco y referencia: sobre todo Heidegger –sobre el que desarrolló sus trabajos iniciales–, Hegel, Derrida, Lyotard y Lévinas.
En segundo lugar, no es cierto que todo su pensamiento se centre en la crítica al capitalismo neoliberal, tema que empieza a tener protagonismo en su pensamiento a partir de 2011, cuando ya había dado a luz a casi la mitad de sus publicaciones. Sí es cierto que la crítica a las formas de dominio y a la lógica del cálculo es absolutamente central y constante ya desde su primer libro, aunque sus primeros trabajos la abordan desde sus fundamentos metafísicos. Frente al dominio y el cálculo, hay dos conceptos que articulan su propuesta filosófica desde sus inicios hasta sus últimos libros y en donde la influencia de Hegel es clave: la reconciliación y la libertad. A pesar de la dificultad de sintetizar brevemente la línea maestra de su pensamiento, se la podría resumir como una búsqueda de la reconciliación del ser humano con los demás y con las otras cosas no humanas, con la naturaleza y con el mundo en su conjunto: la propuesta de una nueva forma o actitud del espíritu, una nueva lógica de relacionarse que genere una auténtica comunidad que respete la pluralidad y la alteridad, una forma de convivencia universal pacífica y sobre todo en libertad. Esta línea maestra tiene en Han un tono marcadamente religioso y espiritual, inspirado por el budismo zen en sus primeros años y por su vuelta al cristianismo en los últimos. Tono religioso que se ha ido agudizando en sus últimas publicaciones, hasta el punto de que su último libro, de 2025, es un diálogo con Simon Weil sobre Dios.
A pesar de los muchos motivos de justa crítica, la obra de Han, parte de la cual todavía no está traducida al castellano, merece ser leída, comprendida y discutida con una perspectiva más amplia de lo que habitualmente se hace. De este modo se podrá descubrir un pensamiento profundo, original, sugerente y menos fragmentario de lo que se suele creer.